En el corazón de Texas, entre paisajes áridos y vastas extensiones de terreno, Elon Musk está gestando una nueva iniciativa que, esta vez, no tiene que ver con autos eléctricos, viajes espaciales ni plataformas digitales. El magnate, obsesionado con el potencial de la humanidad y a su vez preocupado por su sostenibilidad a largo plazo, ha iniciado la construcción de un complejo familiar que, en su visión, será más que una residencia: se convertirá en una ciudad para su linaje, un espacio donde sus hijos puedan crecer, aprender y, eventualmente, contribuir a sus propios legados. Desde su adquisición inicial de tierras en el estado, Musk ha mantenido una serie de desarrollos en secreto, pero hoy algunos detalles comienzan a emerger.
La idea de Musk no se queda en lo que el público ha conocido en los últimos años sobre su visión futurista. Desde hace tiempo, el CEO de Tesla y SpaceX ha advertido sobre los riesgos que el descenso de la natalidad representa para la humanidad, describiendo este fenómeno como uno de los mayores desafíos de nuestro siglo. “Si las personas no tienen más hijos, la civilización colapsará; no hay otra forma de verlo”, expresó Musk en una entrevista con The Wall Street Journal en 2022.
Consciente de estas estadísticas, el empresario parece decidido a encontrar soluciones: además de promover la creación de una sociedad basada en la tecnología y en la autosuficiencia, Musk se prepara para enfrentar de manera personal este fenómeno. “Tener una familia grande y unida es una manera de contrarrestar ese declive”, añadió en otra oportunidad.
El complejo que se construye en Bastrop, Texas, lleva consigo los ecos de esta visión.
Musk, con una familia extensa que incluye diez hijos y una vida personal bajo constante escrutinio, busca un refugio que permita tanto la privacidad como el desarrollo de un legado familiar. Aunque Texas no es desconocido para sus empresas —de hecho, muchas de sus operaciones y proyectos se encuentran ya en este estado—, el complejo Musk no responde a criterios empresariales, sino, esta vez, a una visión más humana y personal.
El complejo de Musk: una ciudad familiar en el desierto
A nivel arquitectónico y logístico, el complejo que Musk planea en Bastrop, una localidad al este de Austin, refleja las preocupaciones y esperanzas de uno de los hombres más influyentes de la actualidad. Desde hace un año, sus empresas han comenzado la compra de terrenos y el desarrollo de infraestructuras, incluidas las instalaciones de Boring Company y Neuralink en el área.
Sin embargo, estas no son las únicas construcciones que han levantado curiosidad. Se ha reportado que el complejo incluirá una serie de viviendas privadas, espacios comunes y áreas destinadas a la educación de sus hijos, con un enfoque en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), disciplinas que Musk considera fundamentales para el futuro.
Además, el proyecto pretende seguir una línea ecológica, aprovechando la energía solar y el reciclaje de agua, en consonancia con el enfoque sostenible de Musk en otros proyectos. Aunque no se han revelado muchos detalles sobre el diseño final, arquitectos y urbanistas que han colaborado en sus empresas indican que el lugar contará con espacios verdes y tecnologías que favorecen la autosuficiencia.
“Este no es solo un refugio; es una prueba de cómo podríamos vivir en Marte o en cualquier otro planeta”, comentó un colaborador cercano al empresario al New York Times. El proyecto, por tanto, también puede verse como un prototipo de la futura colonización espacial, un sueño que Musk persigue con devoción.
¿Qué implica esta ciudad privada para el futuro de Musk y su familia?
El proyecto, además, presenta implicancias más allá del ámbito privado. Mientras que otros multimillonarios buscan islas o megayates, Musk ha optado por un modelo más comunitario, quizás menos glamuroso, pero sin duda más funcional.
La ciudad que Musk construye para su familia representa, en cierto modo, una forma de microsociedad donde se priorizan las necesidades humanas de la próxima generación, especialmente en cuanto a educación y seguridad, en un ambiente controlado y al margen de los problemas que aquejan a las grandes urbes. Así, se erige como un experimento social que podría ser replicado por otros en el futuro.
Esta comunidad privada permitirá que los hijos de Musk crezcan alejados de los constantes flashes y rumores que rodean la figura de su padre, con un sistema de valores y de aprendizaje diseñado a medida. Al contar con educación personalizada, contacto directo con la naturaleza y una red de apoyo cercana, Musk apunta a formar individuos independientes y resilientes. “Quiero que mis hijos tengan la oportunidad de desarrollarse sin las distracciones de la fama”, comentó en una entrevista reciente.
El proyecto en Texas podría parecer un retiro privado, pero es, en realidad, una extensión más del legado de Musk, de su filosofía pro-natalista y de su preocupación por la continuidad de la especie humana. En el contexto de su lucha contra la baja natalidad, la ciudad familiar de Elon Musk en Bastrop representa un experimento a gran escala para enfrentar uno de los problemas demográficos más complejos de la actualidad.
De concretarse en su totalidad, este proyecto dará a Musk una nueva clase de territorio, uno donde podrá llevar a cabo en su vida personal aquello que tantas veces ha defendido en la esfera pública. Su apuesta es clara: una familia fuerte es el núcleo de una sociedad fuerte, y en una era donde cada vez nacen menos niños, la decisión de Musk se vuelve tanto un acto de fe en el futuro como un mensaje en favor de la permanencia humana.
La preocupación por la baja natalidad: el contexto de Musk
Las estadísticas en el mundo occidental apuntan a un claro declive en los índices de natalidad. En Estados Unidos, la tasa de fertilidad está en uno de sus puntos más bajos en décadas, un fenómeno que se replica en otras potencias económicas.
Para Musk, esta tendencia no es algo que pueda pasarse por alto: según él, la falta de nuevos nacimientos y el envejecimiento de la población podrían desestabilizar la economía mundial y, en el peor de los casos, poner en peligro la supervivencia de la civilización. En sus propias palabras, “hay suficientes personas concentrándose en los problemas del presente. Yo quiero asegurarme de que haya suficientes personas en el futuro”.
La respuesta de Musk a esta preocupación va más allá de simples declaraciones. Si bien su apoyo a la tecnología reproductiva y sus ideas para fomentar el crecimiento poblacional han sido temas de debate, ahora ha dado un paso concreto al crear un espacio que, en sus propias palabras, sea “un entorno fértil para crecer”. En su ciudad privada, que incluirá desde viviendas hasta instalaciones de aprendizaje y tecnología de vanguardia, Musk planea integrar una visión de vida autosuficiente y sostenible. Así, su proyecto se configura no solo como un refugio personal, sino como un símbolo de su filosofía pronatalista, un mensaje a las futuras generaciones y un experimento de vida familiar en tiempos donde la familia tradicional parece estar en crisis.