En un caso que ha captado la atención de la sociedad estadounidense durante décadas, los hermanos Lyle y Erik Menendez están más cerca que nunca de obtener una nueva sentencia y, posiblemente, su libertad. En una conferencia de prensa reciente, el fiscal de distrito del condado de Los Ángeles, George Gascón, anunció que solicitará que ambos sean sentenciados de nuevo a una condena de “50 años a cadena perpetua”, lo que podría hacerlos elegibles para libertad condicional inmediata.
Esta medida llega tras una exhaustiva revisión de pruebas y testimonios que sugieren que los hermanos, en el momento de los asesinatos de sus padres en 1989, fueron víctimas de abuso sexual por parte de su padre, lo que habría sido un factor determinante en sus acciones. Para Gascón, mantenerlos de por vida tras las rejas “ya no es de interés para la justicia” .
La cautela de la familia Menéndez
La posible liberación de Lyle y Erik Menéndez encendió una mezcla de emociones y expectativas en su familia, quienes durante años han luchado por la revisión del caso. Annamaria Baralt, prima de los hermanos, expresó que aunque están “muy seguros” de la rehabilitación de ambos, la familia enfrenta esta posibilidad con prudencia.
La tía de los Menéndez y madre de Annamaria, hermana de José Menéndez, también sintió la carga emocional de un posible reencuentro después de décadas de separación. Baralt describe el conflicto interno de la familia, en diálogo con People: “Creo que todos tenemos un poco de miedo de poner el carro delante de los bueyes… Han sido muchos, muchos años en los que los tribunales no han obtenido los mejores resultados”.
La cautela se debe a la larga historia de intentos fallidos de apelar la condena. A pesar del tiempo transcurrido, la familia nunca perdió la esperanza de verlos libres. Según Annamaria, quienes están cerca de Lyle y Erik han vivido “cada día festivo con un vacío en el corazón que nunca se llena del todo”, en especial en momentos familiares en los que la ausencia de ambos ha sido profundamente sentida.
Esta cautela se manifiesta incluso en sus planes para una posible reunión familiar. Aunque el abogado de los hermanos, Mark Geragos, ha expresado su optimismo sobre la posibilidad de una audiencia ante el juez antes del Día de Acción de Gracias, la familia evita hacer planes para un reencuentro en esa fecha. Annamaria aclara que, a pesar del deseo que tienen de estar todos juntos de nuevo, prefieren no adelantarse a los hechos. “Planificar algo ahora mismo no parece una superstición, pero da un poco de miedo. Ha sido muy duro”, confiesa, reconociendo la carga emocional que esta espera ha significado para cada miembro de la familia.
Frente a la posibilidad de una liberación, Baralt añade: “Toda la familia está deseando que llegue ese día en el que volvamos a estar juntos. Será nuestro sueño hecho realidad”. Sin embargo, prefieren evitar hacer planes para un posible reencuentro, optando por la discreción ante un escenario de fallo desfavorable en esta nueva revisión.
La nueva solicitud de sentencia considera las pruebas recientes de abuso presentadas por la defensa de los hermanos Menéndez, incluyendo documentos y testimonios que indican que José Menéndez habría sometido a sus hijos a años de abuso físico y psicológico. La revisión del caso, según la oficina de Gascón, también incluyó declaraciones de familiares y expertos en trauma psicológico, quienes afirman que dicho abuso podría haber influido en los hechos de 1989.
Entre las nuevas pruebas figura una carta que supuestamente Erik Menéndez envió a un primo meses antes del asesinato, en la que hacía referencia a las continuas agresiones de su padre. Además, se presentó la declaración jurada del exintegrante de la banda Menudo, Roy Rosselló, quien afirma que también fue abusado por José en los años 80.
Impacto mediático e influencia de las redes sociales
El caso Menéndez resurgió con fuerza en la cultura popular gracias a documentales y series en plataformas como Netflix. Estos contenidos han generado empatía en una nueva generación que, con el apoyo de redes sociales, en especial TikTok, se ha movilizado para pedir la liberación de Lyle y Erik. El periodista Taylor Lorenz, de The New York Times, explica en el documental que “millones de jóvenes miran hacia atrás en Internet y reexaminan viejas noticias de los años 90 y 2000 en particular, y las miran con nuevos ojos”. Esto ha permitido que el público joven, en particular, vea el caso desde una perspectiva renovada que comprende mejor los efectos del abuso y las posibles motivaciones detrás del crimen.
Incluso Lyle Menéndez, actualmente de 56 años, menciona en el documental sentirse con “más esperanza” gracias a que esta nueva generación “ha tomado el tiempo de averiguar qué sucedió y lo entienden de una manera que las personas mayores no lo hacen”. La cobertura mediática y el activismo digital han sido factores claves en reavivar el interés por su caso y han promovido un cambio en la percepción pública de su situación.
Mientras que una nueva generación simpatiza con los hermanos Menéndez, quienes participaron en el juicio original mantienen una postura crítica. Pamela Bozanich, fiscal en el primer juicio de 1993, declaró en el documental de Netflix que los hermanos fueron poco sinceros en sus declaraciones sobre el abuso y asegura que, para ella, estaban “exagerando” desde el inicio. Bozanich menciona que los hermanos parecían actuar cuando la policía llegó a la escena del crimen, asegurando que “estaban histéricos, exageraban” y que, en ese momento, los investigadores ni siquiera los consideraban sospechosos.
Bozanich también muestra escepticismo ante el papel de las redes sociales en influir en el sistema judicial. Sobre el movimiento en TikTok y otras plataformas que piden la liberación de los hermanos, la exfiscal declaró sarcásticamente que, “si así es como vamos a juzgar los casos ahora, ¿por qué no hacemos una encuesta?”, y añadió: “sus creencias no son hechos. Son solo creencias”. Esta postura refleja el desacuerdo de algunos actores judiciales con la influencia de la opinión pública y los movimientos sociales en casos que ya fueron juzgados.
Por ahora, la familia Menéndez y quienes apoyan la liberación de Lyle y Erik deberán esperar a la audiencia en la que se presentarán los argumentos a favor y en contra de una nueva sentencia. Será el juez quien decida si el caso amerita una reconsideración que permita la libertad condicional para los hermanos, tomando en cuenta las nuevas pruebas y el cambio en la comprensión del abuso en la sociedad actual. Mientras tanto, la familia permanece cautelosa pero esperanzada, manteniendo vivo el anhelo de que, tras más de 30 años de separación, puedan finalmente reunirse.