El número de incidentes de tos ferina, también conocida como pertusis, ha aumentado notablemente en Estados Unidos. Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hasta el 5 de octubre de 2024 se habían registrado más de 17.500 casos, representando un incremento notable en comparación con el mismo periodo del año previo.
¿Qué es la tos ferina?
Esta infección respiratoria altamente contagiosa es causada por la bacteria Bordetella pertussis. Este microorganismo se adhiere a las células ciliadas en el sistema respiratorio superior, liberando toxinas que causan daño e inflamación en las vías aéreas. La característica distintiva de esta patología son los episodios de tos violenta que pueden persistir por semanas.
¿Cómo se transmite la tos ferina?
La dispersión de la enfermedad se produce principalmente mediante gotas de saliva expulsadas durante la tos o estornudos. Las personas afectadas pueden contagiar el mal desde el inicio de los síntomas hasta dos semanas después de comenzar a toser. La capacidad de propagarse fácilmente subraya la importancia de detección y tratamiento en etapas tempranas.
Causas del aumento en los casos
Un posible factor que ha podido influir en el crecimiento de casos es la reducción en el contagio de enfermedades respiratorias debido a las medidas de mitigación por COVID-19, como el uso de mascarillas y el aprendizaje remoto, las cuales probablemente disminuyeron la circulación de varios patógenos, incluida la bacteria mencionada.
Síntomas de la enfermedad
Los signos suelen presentarse entre cinco y diez días tras la exposición, aunque pueden tardar hasta tres semanas en desarrollarse. Inicialmente, los síntomas se asemejan a un resfriado común, con secreción nasal, fiebre leve y tos ocasional. Conforme avanza, pueden comenzar episodios de tos intensa que llegan a causar complicaciones respiratorias, vómitos y fatiga.
¿Quiénes están en mayor riesgo?
Es especialmente preocupante que los bebés menores de un año sean el grupo de mayor vulnerabilidad. Aproximadamente un tercio de los infantes que contraen la infección requieren hospitalización por complicaciones graves. En ciertos casos, los recién nacidos pueden presentar pausas en la respiración, conocidas como apnea, en lugar de la tos característica. Esto resalta la necesidad de un monitoreo especial en los menores.
Tratamiento y prevención de la infección
El cuidado médico se basa en la administración de antibióticos, más eficaces si se administran al inicio de los síntomas. Según los CDC, es vital seguir el tratamiento según lo indicado por el profesional de la salud, ya que esto puede reducir la severidad de la enfermedad y limitar su propagación. Además, se aconseja mantener el hogar libre de sustancias irritantes para evitar agravar la tos, así como asegurar una buena hidratación y descanso del paciente.
Vacunación como estrategia preventiva
La inmunización es el método más efectivo para prevenir la enfermedad. Existen vacunas como la DTaP para niños menores de siete años y la Tdap para aquellos de mayor edad, que proveen protección no solo contra esta infección, sino también contra el tétanos y la difteria. Se aconseja a las mujeres embarazadas recibir la vacuna en el tercer trimestre para proteger a sus bebés desde el nacimiento. Además, los adultos deben recibir un refuerzo cada diez años para mantener la protección.
Efectos secundarios de la vacuna
Aunque la mayoría experimenta efectos secundarios moderados, es esencial estar informado sobre ellos. Los posibles efectos incluyen enrojecimiento o hinchazón en el sitio de inyección, fiebre y fatiga. No obstante, la vacunación sigue siendo el medio más eficaz para prevenir infecciones graves.
Importancia de la vigilancia sanitaria
Ante el aumento en los casos de esta condición en EEUU, es crucial destacar la importancia de la vacunación y la atención médica preventiva. Fortalecer la vigilancia de esta enfermedad respiratoria se convierte en una prioridad para la salud pública en el contexto actual.