En una tarde soleada de junio de 2017, Anthony Flores y su novia Anna Moore hicieron lo que para ellos era una rutina: un viaje de más de 300 kilómetros desde Fresno a Venice Beach para disfrutar de un helado vegano en la famosa heladería Kippy’s. La pareja destacaba entre los demás clientes. Siempre impecables, hasta para una escapada casual llevaban trajes y corbatas a juego. Aquella tarde, mientras examinaban los sabores, un hombre de mediana edad con el cabello canoso y corto se les acercó. Se trataba del doctor Mark Sawusch, un oftalmólogo cuyo consultorio quedaba cerca del lugar, y quien, en cuestión de horas, les entregaría las llaves de su Tesla. Una semana más tarde, Flores y Moore dejarían atrás su apartamento en Fresno para mudarse con el médico a su casa de playa en Malibú. Según revela New York Magazine, apenas unos meses después, el doctor estaría muerto, y los rumores y sospechas rodearían a la pareja que ahora ocupaba su hogar.
Sawusch y la pareja venían de mundos distintos: él, un respetado cirujano oftalmólogo con décadas de experiencia; ellos, propietarios de un estudio de yoga en Fresno. Aquella conversación casual se transformó rápidamente en algo más profundo. Esa misma noche, el doctor entregó las llaves de su auto a los recién conocidos, y a la semana, Flores ya le escribía ofreciéndose a “agregar fluidez y facilidad” a su vida. Sawusch respondió efusivo, describiendo a Flores y Moore como “los mejores amigos” que había tenido. Lo que parecía una amistad inusual pronto se convertiría en una simbiosis turbia y enigmática.
Los mil rostros de Flores y Moore
La historia de la pareja era tan cambiante como ellos mismos. Anthony Flores había nació en una familia de clase media-baja en Clovis, un pequeño pueblo agrícola de California. Se lo conocía por su carisma y talento artístico; llegó a ser coronado rey del baile y “el más artístico” de su clase en la secuendaria. Sin embargo, en lugar de seguir un camino académico, decidió emprender su propio negocio de lavado de ventanas, enfocándose en clientes adinerados. Su simpatía y destreza para relacionarse con la gente le hicieron ganar rápidamente buenos ingresos. Pero en 2005, la atención mediática lo arrastró a un incómodo lugar: su exnovia, Amber Frey, amante del infame asesino Scott Peterson, le había hecho pagar una pensión de manutención infantil, innecesaria durante cuatro años. Para Flores, esto fue una vergüenza pública. “Lo afectó mucho, realmente lo lastimó”, dijo a New York Magazine su amigo de la infancia, Dave Brose.
Tras la humillación, decidió reinventarse. Adoptó el nombre de Anton David y se presentó como un estilista de élite. Su nueva identidad lo llevó a trabajar en un salón en Fresno y a graduarse de la prestigiosa academia de corte de cabello Sassoon Academy. El cambio de nombre, la autoproclamación como “estilista global” y sus apariciones en los medios locales hacían reír a sus amigos, quienes sabían que detrás de esta fachada, Flores aún estaba aprendiendo el oficio. Pese a su limitada experiencia, empezó a trabajar como peluquero a domicilio, sin fijar precios: “Paga lo que sientas que es justo”, decía, apareciendo con traje y corbata en la puerta de sus clientes. Sin embargo, sus finanzas eran tan inestables como su estilo de vida. Cuando se mudó a Los Ángeles en 2009, convirtió su apartamento en Playa Vista en un salón improvisado, eliminando la alfombra y haciendo instalaciones de plomería ilegales. Esta mezcla de excesos y poca planeación financiera lo llevó a ser desalojado y a mudarse con una novia.
Por otro lado, Anna Moore, hija de dos académicos del Área de la Bahía de San Francisco, tuvo sueños de ser actriz. Estudió en la prestigiosa Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York y tomó un curso de verano en la Royal Academy of Dramatic Art en Londres. Aunque consiguió algunos papeles prometedores, como en la película “The Life Before Her Eyes” junto a Uma Thurman, su carrera no despegó. Luego de un fracaso con la película “Fighting Fish”, que nunca logró distribución, se mudó a Los Ángeles. Su relación con su nueva pareja fue intensa pero corta. Él recordaba la manera en la que ella evitaba cualquier muestra pública de afecto para mantener la apariencia de actriz profesional y cómo lo describía a espaldas de él como “un nerd con una buena casa en la playa”.
Pronto se vio viviendo como “nómada”: primero cuidando la casa de un amigo en Beverly Hills, luego en una casa comunal en Santa Mónica llamada Little Kingdom, un espacio para aspirantes a artistas y seguidores de estilos de vida saludables. Fue aquí donde conoció a Flores en una cena vegana en 2012. El vínculo fue inmediato y profundo. Moore se convirtió en la administradora del negocio de lavado de ventanas de Flores, y juntos fundaron el Fulton Yoga Collective en Fresno, un estudio de yoga que ofrecía clases espirituales, sesiones de meditación y jugos naturales. Flores, ahora con el cabello largo y suelto, adoptó un estilo de gurú que recordaba al actor Jared Leto. La pareja se volvió localmente famosa y consolidó un círculo de seguidores espirituales. Así llegaron a Kippy’s en junio de 2017. Y así conocieron al doctor Mark Sawusch.
La caída del doctor Sawusch
Conocido por su brillantez en la oftalmología, el doctor Mark Sawusch había tratado durante décadas a familias adineradas de Pacific Palisades, y realizó procedimientos pioneros en cirugía ocular tras estudiar en la Universidad de Chicago y en Johns Hopkins. Pero para cuando conoció a Flores y Moore en 2017, atravesaba el peor momento de su vida. Luchaba con trastorno bipolar, adicción, y aislamiento. Apenas ocho meses antes de encontrarse con la pareja, la policía lo había encontrado desnudo y en estado maníaco durante una revisión de bienestar en su hogar de Malibú. En otras ocasiones, lo habían encontrado con quemaduras en las manos, cortes en el cuerpo y una mente que, cada vez más, se perdía en la confusión y el delirio. “Yo soy Dios. Mi cumpleaños es cuando se creó el universo”, les dijo a los oficiales mientras las olas golpeaban los cimientos de su casa sobre la playa.
Según detalla Los Angeles Times, este comportamiento no era el Sawusch que sus colegas conocían: el cirujano perfeccionista, amante de la música jazz y las zapatillas deportivas, que solía trazar patrones y análisis detallados con la misma precisión con la que había construido su carrera. Las cosas habían empeorado tanto que Sawusch intentó suicidarse y se refugió en centros de rehabilitación donde fue diagnosticado como “psicótico en grado severo”. Todo lo que había construido se venía abajo, y lo que necesitaba desesperadamente era un apoyo firme y sincero. Pero lo que encontró fue a Flores y Moore, quienes se instalaron en su casa en Malibú de forma permanente y, en lugar de ser un pilar de estabilidad, fueron un torbellino de caos.
La transformación de Malibú en un paraíso privado
Desde el día en que se mudaron, la pareja comenzó a cambiar la dinámica de la casa. Si bien su intención declarada era la de “sanar” al doctor, Sawusch parecía empeorar con el paso del tiempo. En un principio, la vida en el hogar se llenó de rituales aparentemente tranquilos: paseos por la playa, cenas en Nobu, atardeceres vistos desde la terraza y reuniones en las que Sawusch tocaba el piano mientras Moore cantaba. Las fotos muestran un escenario idílico: el doctor en el centro, siempre sonriente, con la pareja a su lado, todos vestidos de blazer, disfrutando de la vista al Pacífico. Pero esa tranquilidad era solo una ilusión.
El 4 de julio de 2017, Sawusch fue arrestado por agredir a un extraño en el muelle de Santa Mónica. Flores aprovechó el incidente para convencerlo de otorgarle poder notarial, supuestamente para poder acceder a los fondos necesarios para pagar la fianza. Pero detrás de esta fachada de ayuda, Flores tenía otros planes: “Tomé el control de la casa de la playa”, le escribió a un amigo en un mensaje de texto. Así, en cuestión de semanas, Flores comenzó a firmar documentos médicos como el guardián legal del doctor, quien se retiró oficialmente de la oftalmología por teléfono. Sus pacientes nunca lo volverían a ver y comenzaron a dejar notas desesperadas en la puerta de su consultorio, buscando obtener su historial médico.
Mientras el estado mental de Sawusch se deterioraba, la pareja florecía en su nuevo escenario de lujo. La casa de playa se convirtió en una extensión de su estudio de yoga de Fresno, ofreciendo retiros holísticos, baños de sonido guiados y yoga frente al océano. Pronto, se organizaban “Zen Sundays” con almuerzos preparados por chefs privados y se llenaban refrigeradores con alimentos orgánicos, zumos prensados y cientos de dólares en pedidos de helado de Kippy’s. Todo financiado con el dinero del doctor. Moore se convirtió en el rostro de este nuevo estilo de vida, organizando sesiones de fotos en bikini en la terraza de la casa, codeándose con celebridades en eventos de Hollywood y manteniendo una presencia en redes sociales más glamorosa y pulida que nunca. Mientras tanto, Sawusch, perdido en su propia mente y apartado del mundo, quedaba relegado a un segundo plano.
El final abrupto y la justicia
Para 2018, la casa en Malibú era un santuario para la pareja, pero un infierno para quienes se adentraban en el círculo íntimo de la vida del doctor. La masajista Amanda Tardif, recién graduada de la escuela de masajes, llegó buscando trabajo y se sorprendió al descubrir que su único cliente sería Sawusch, que recibía hasta ocho horas diarias de masaje por un equipo rotativo de terapeutas. Flores, quien se presentaba como el cuidador del doctor, la regañaba por cualquier error y la sometía a un ambiente que rápidamente se tornó hostil. En un punto, vio cómo Flores organizaba montones de hongos alucinógenos en un pastillero diario, parte de un régimen que incluía ketamina y LSD, supuestamente para aliviar los síntomas del trastorno bipolar del doctor. Cuando los terapeutas se atrevían a cuestionar la terapia, se les decía que estaban allí para “apoyar la curación” de Sawusch, y si insistían en pedir una consulta privada con el doctor, eran despedidos.
Las cámaras de seguridad, instaladas en la casa y monitoreadas por Flores y Moore desde un hotel cercano, registraron las últimas horas de vida de Sawusch. El 27 de mayo de 2018, el doctor, cada vez más errático, se desplomó entre el sofá y la mesa de café, cerrando los ojos para nunca más abrirlos. Flores, desde la habitación del Hotel Huntley, hizo la llamada al 911: “Creo que mi amigo ha muerto en nuestra casa. No estoy ahí, pero la puerta está abierta”. El reporte forense luego revelaría que el doctor tenía ketamina y alcohol en su sistema en el momento de su muerte.
Menos de una semana después, Flores y Moore celebraban una ceremonia fúnebre frente al mar en honor a Sawusch. Mientras el círculo de empleados y amigos del doctor lloraban su pérdida, la pareja gastaba miles de dólares: USD 7.017 en Ted Baker, USD 992 en Coach, USD 2.477 en Apple y una cena en Nobu. La familia de Sawusch, devastada, intentó tomar control de sus bienes, solo para descubrir que Flores y Moore habían presentado dos reclamaciones por un millón de dólares cada una, afirmando que tenían derecho a una tercera parte del patrimonio del doctor, calculado en unos 20 millones de dólares.
Lo que siguió fue una batalla legal que terminaría en arrestos y juicios. En 2023, tras años de litigios, Flores fue arrestado en Fresno y Moore detenida en un aeropuerto mientras volaba desde México a Houston. Ambos se declararon culpables de múltiples cargos, incluyendo fraude y lavado de dinero. Flores recibió una sentencia de 15 años de prisión, y Moore espera su condena en octubre de 2024. En su último mensaje al doctor, Flores expresó con aparente pesar: “Lo siento por mis crímenes… Te amo, Mark. Nunca te olvidaré. Ojalá hubiéramos tenido más tiempo juntos”.