Sean Rad, el creador de una de las aplicaciones de citas más populares del mundo, Tinder, encontró su camino al éxito casi por accidente. Un joven apasionado por resolver problemas y crear soluciones innovadoras, Rad no nació con la ambición de convertirse en un empresario de tecnología, pero su deseo de conectar a las personas y su espíritu emprendedor lo llevaron a transformar el mundo de las citas. Rad, de origen iraní-estadounidense, creció en Beverly Hills y se interesó por la tecnología desde muy joven. Su historia con Tinder empezó mucho antes de concebir la idea de la aplicación que revolucionaría la forma en que las personas se conocen en la era digital.
Desde sus años universitarios, Sean Rad ya mostraba dotes de emprendedor. Estudió en la Universidad del Sur de California (USC), donde conoció a Justin Mateen, con quien posteriormente fundaría Tinder. Aunque abandonó sus estudios para explorar otras oportunidades, Rad inició varios proyectos, como Orgoo, una plataforma que unificaba diferentes cuentas de mensajería en un solo lugar, y más tarde Adly, una herramienta publicitaria para redes sociales. Estas experiencias iniciales en el mundo empresarial no resultaron como él esperaba, pero le permitieron desarrollar un espíritu resiliente y una visión para identificar problemas que necesitaban solución. Fue esta visión la que lo llevaría a desarrollar su principal creación.
La semilla de Tinder nació de una observación personal. Fue a partir de una situación en la que, mientras estaba en un café, se sintió incapaz de acercarse a una mujer a quien había visto. Al recibir una sonrisa de vuelta, sintió alivio al saber que ella podría estar interesada. Esta experiencia lo llevó a reflexionar sobre lo que llamó “eliminar la incertidumbre de la atracción”. Su idea era crear una plataforma donde la gente solo conectara si había interés mutuo, eliminando así la incomodidad del rechazo.
Nacimiento y crecimiento de Tinder
Rad comenzó a desarrollar esta idea mientras trabajaba en Hatch Labs, un laboratorio de desarrollo de startups. Allí fue donde, junto con Justin Mateen, Jonathan Badeen, Joe Munoz, Whitney Wolfe, y Chris Gylczynski, construyeron la aplicación que inicialmente se llamó Matchbox y que luego sería renombrada como Tinder. La aplicación se lanzó en 2012 con una propuesta simple y adictiva: deslizar a la derecha si un usuario te interesaba y a la izquierda si no. Si dos personas deslizaban a la derecha, se hacía un “match” y podían empezar a conversar.
En cuestión de meses, la app se convirtió en un fenómeno. Fue especialmente popular en los campus universitarios gracias a una estrategia de marketing enfocada en fraternidades y hermandades, aprovechando el entusiasmo de los jóvenes por probar nuevas formas de socialización. Con su enfoque innovador, Tinder rápidamente alcanzó el millón de “matches” en solo dos meses, cambiando para siempre la forma en que las personas se conocían y revolucionando la cultura de las citas. Rad, como líder del equipo, fue crucial en el diseño de la interfaz y en el desarrollo de la icónica función de “deslizar”.
Controversias y luchas legales
Sin embargo, el ascenso de Tinder no estuvo exento de controversias. En 2014, Whitney Wolfe, cofundadora de la aplicación, demandó a Justin Mateen por acoso sexual, alegando un comportamiento inapropiado y mensajes ofensivos. Este caso tuvo un gran impacto en la compañía y en Sean Rad, quien fue criticado por su manejo de la situación y fue brevemente reemplazado como CEO por decisión de la empresa matriz, IAC/InterActiveCorp. Wolfe dejó Tinder y fundó Bumble, una aplicación de citas rival que empoderaba a las mujeres al permitirles tomar la iniciativa en las conversaciones.
Liderazgo intermitente y transformación de Tinder
A pesar de los problemas, Rad continuó desempeñando un papel importante en la evolución de Tinder. Después de su remoción temporaria como CEO en 2015, regresó al cargo unos meses más tarde. Bajo su liderazgo y visión, Tinder implementó innovaciones clave, como Tinder Plus y Tinder Gold, servicios de suscripción que ofrecían a los usuarios características adicionales y representaron un cambio en el modelo de negocio de la empresa.
La transformación de Tinder fue impulsada por el deseo de Rad de hacer de la aplicación más que un simple juego de “hot or not”. Quería que la plataforma se convirtiera en una herramienta efectiva para conectar a personas que, de otro modo, no se conocerían. Estas actualizaciones y cambios de enfoque ayudaron a que la app no solo mantuviera su popularidad, sino que además fuese valuada en miles de millones de dólares y consolidaran su lugar como una de las aplicaciones más influyentes de su época.
En 2017, Sean Rad dejó definitivamente el rol de CEO de Tinder para convertirse en presidente de la empresa, una posición que finalmente también abandonó. Desde entonces, mantuvo un perfil más bajo en comparación con sus años al frente de Tinder, aunque siguió involucrado en la industria tecnológica como inversor y asesor de startups.