La mañana del lunes 16 de septiembre de 2024, un hombre de 45 años ingresó al Centro Médico Saint Anthony, en las afueras de Denver, con un relato aterrador. Durante 14 horas, había sido víctima de un brutal ataque por parte de sus propios compañeros de habitación. Lo que parecía ser una convivencia más en una casa de South Oak Court, en el condado de Jefferson, Colorado, Estados Unidos, se convirtió en una pesadilla de tortura y violencia. Las autoridades locales arrestaron a tres sospechosos y continúan la búsqueda de un cuarto, todos acusados de secuestro y tortura.
Las primeras investigaciones revelaron que la víctima había vivido en la casa de South Oak Court por solo un par de semanas antes del ataque. Según la declaración del hombre, escuchó desde su habitación en el sótano cómo sus compañeros de casa planeaban agredirlo. Jason Carlson, de 49 años, el dueño de la casa, Sherell Allen, de 48, y Luke Anaya, de 41, fueron identificados como los agresores, mientras que un cuarto cómplice, Jimmy Ray Smith II, de 39 años, sigue prófugo.
La violencia comenzó cuando la víctima intentó escapar por una ventana sin éxito. Desesperado, se atrincheró en su dormitorio, pero poco después, los hombres irrumpieron a la fuerza. Los agresores lo atacaron con armas tipo airsoft, disparándole sal de roca, y lo golpearon repetidamente, según el canal de televisión, CBS News. La declaración de arresto también señala cómo Smith presionó el cuello de la víctima con su bota hasta que perdió el conocimiento. La tortura apenas comenzaba.
Una vez inconsciente, el hombre fue atado a una silla con bridas y cinta aislante. A lo largo de las horas siguientes, sus compañeros de habitación se turnaron para golpearle las rodillas con un bate de béisbol, provocándole lesiones graves. Carlson, en un acto que denota la crueldad del ataque, le vertió alcohol isopropílico en el rostro y luego prendió fuego al líquido, causándole quemaduras.
El brutal ataque parecía no tener fin. Sin embargo, la suerte de la víctima cambió cuando dos personas, ajenas a los hechos, llegaron inesperadamente a la casa de South Oak Court. Al ver el estado de la situación, exigieron a los agresores que detuvieran la tortura. Finalmente, tras horas de sufrimiento, el hombre fue llevado a otra residencia y, de allí, transportado al hospital. Su cuerpo estaba devastado: quemaduras en la cara, las cejas chamuscadas, rodillas severamente hinchadas y descoloridas, y el cartílago tiroideo roto debido a la presión ejercida en su cuello durante el ataque. Las evidencias físicas confirmaban la historia de horror que había narrado a los médicos.
Las lesiones no dejaban lugar a dudas: las marcas en sus muñecas y tobillos indicaban que había sido atado con fuerza, mientras que las quemaduras y las heridas en sus rodillas revelaban el nivel de sadismo con el que fue tratado. El personal del hospital contactó rápidamente a la Oficina del Sheriff del Condado de Jefferson, quienes movilizaron a su equipo para investigar el ataque.
El arresto y la búsqueda del cuarto sospechoso
Tras el relato de la víctima, los agentes del sheriff identificaron la residencia de Jason Carlson como la escena del crimen. El equipo SWAT ejecutó órdenes de arresto de alto riesgo y detuvo a Carlson, Allen y Anaya, quienes fueron llevados a prisión, enfrentando cargos de intento de asesinato en primer grado, secuestro y agresión. Las fianzas impuestas a los tres sospechosos oscilaron entre los 150.000 y 300.000 dólares.
Pero la investigación no estaba cerrada. Jimmy Ray Smith II, el cuarto implicado en el caso y descrito por la víctima como uno de los agresores más violentos, sigue prófugo. Las autoridades locales intensificaron la búsqueda, mientras el caso sigue desarrollándose. La incertidumbre persiste, y la pregunta que ronda a todos es: ¿cuándo será capturado el último sospechoso de este macabro ataque?