El 20 de agosto de 1989 la tranquilidad en la mansión de Beverly Hills de la familia Menéndez se rompió en una escena de violencia brutal. Los hijos de José y Kitty Menéndez, Lyle, de 21 años, y su hermano menor Erik, de 18, irrumpieron armados con escopetas en la sala donde sus padres miraban televisión. En cuestión de segundos, dispararon hasta acabar con la vida de ambos, en un crimen que conmocionó a Estados Unidos.
La explicación que dieron los hermanos sacudiría aún más a la opinión pública: aseguraron que actuaron bajo el terror y el dolor de años de abusos sexuales infligidos por su padre, un respetado ejecutivo de Hollywood, mientras su madre, una ex reina de belleza, lo ignoraba.
Lyle y Erik describieron cómo el comportamiento de su padre los había despojado de su infancia. José Menéndez había abusado de de ellos desde pequeños, dijeron, y los ataques continuaron hasta el día de los asesinatos. Los hermanos, bañados en lágrimas durante su testimonio, relataron cómo esos abusos los llevaron a temer por sus vidas. ¿Fue el miedo lo que los impulsó a disparar? Esa era la pregunta clave que definiría el juicio, aunque las autoridades no tardaron en ofrecer una teoría alternativa.
Para los fiscales, la explicación de los Menéndez era una mentira calculada. Tras la muerte de sus padres, los hermanos no mostraron señales de arrepentimiento ni de angustia. Al contrario, lo que siguió fue una ola de gastos desmesurados: relojes de lujo, coches deportivos, ropa de diseñador, y hasta lecciones privadas de tenis. En tan solo unos meses, habían dilapidado una fortuna en placeres superficiales, lo que llevó a las autoridades a concluir que el verdadero móvil del asesinato era el dinero. Lyle y Erik habrían buscado heredar la vasta fortuna de sus padres.
La cobertura mediática fue implacable. Dos jóvenes ricos habían asesinado a sangre fría a sus propios padres. Sin embargo, el juicio no sería tan simple. El primer proceso judicial, iniciado en 1993, terminó en un juicio nulo cuando los jurados no pudieron llegar a un acuerdo sobre si los hermanos actuaron por miedo a un abuso continuo o si todo fue una calculada búsqueda de riqueza. En 1996, en un segundo juicio marcado por una feroz batalla legal, Lyle y Erik Menéndez fueron finalmente condenados por asesinato agravado. La sentencia fue clara: cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
En mayo de 2023, Lyle y Erik Menéndez vieron una luz de esperanza en su lucha por revocar las condenas que los mantienen encarcelados desde 1996. Una petición de hábeas corpus fue presentada ante el Tribunal Superior del Condado de Los Ángeles, alegando la existencia de nuevas pruebas que, según los abogados defensores, podrían cambiar el destino de los hermanos.
Entre estas pruebas se encuentran las declaraciones de Roy Rosselló, exmiembro de la banda Menudo, quien acusó a José Menéndez de haberlo violado en tres ocasiones durante los años 80, cuando Menéndez era un influyente ejecutivo de la industria discográfica. Erik Menéndez comentó: “Es triste saber que hubo otra víctima de mi padre. Siempre esperé y creí que algún día se iba a saber la verdad sobre mi padre, pero nunca deseé que saliera a la luz de esta manera”.
También se sumó a la evidencia una carta escrita por Erik Menéndez a su primo Andy Cano en diciembre de 1988, en la que Erik describe los abusos sexuales a los que lo sometía su padre, revelando el miedo constante que vivía: “He estado tratando de evitarlo. Todavía está sucediendo, Andy, pero es peor para mí ahora. Nunca sé cuándo va a pasar, y me está volviendo loco. Todas las noches me desvelo pensando que puede venir. Tengo miedo. Tú no lo conoces como yo. Está loco. Me ha advertido cientos de veces que no se lo diga a nadie.”
Mark Geragos, el abogado de los hermanos Menéndez le dijo a People: “Los hermanos Menéndez son cautelosamente optimistas”.
A partir de la presentación de la defensa, el juez podía denegar el pedido, ordenar a la fiscalía que responda o pedir una respuesta informal de los fiscales, que es lo que se hizo. El plazo para la respuesta vence el 26 de septiembre. Un portavoz de la Oficina del Fiscal confirmó a People que la oficina “está investigando las alegaciones presentadas en la petición”.
Estas evidencias han sido consideradas por la defensa como pruebas clave que refuerzan las denuncias de abuso que los hermanos sostienen desde el principio. El abogado defensor afirmó que estas nuevas revelaciones hubieran cambiado el resultado del juicio de haberse presentado en aquel entonces y sostuvo que el caso no es de asesinato, sino de homicidio involuntario.
Sin embargo, el camino hacia una posible liberación está lleno de obstáculos. Expertos legales, como el exfiscal del Condado de Los Ángeles Dmitry Gorin y el abogado defensor Neama Rahmani, se muestran escépticos respecto a que estas nuevas pruebas puedan modificar el resultado del caso. “Es más de lo mismo”, afirmó Gorin. “Aunque es trágico que hayan sufrido abusos, no cambia materialmente la evidencia del crimen”.
A pesar de estas opiniones, los hermanos Menéndez, tras más de 30 años en prisión, mantienen la esperanza. Lyle, en una llamada desde la cárcel en junio de 2023, agradeció a sus seguidores por el apoyo y expresó su deseo de seguir adelante con su vida. “Todavía tengo la oportunidad de ser una persona productiva”, afirmó, y reveló que está cursando una maestría en planificación urbana tras haber obtenido su licenciatura en sociología en prisión.
El renovado interés en el caso ha sido impulsado, en gran parte, por la cultura popular. La segunda temporada de la serie de Netflix Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story, dirigida por Ryan Murphy y protagonizada por Javier Bardem y Chloë Sevigny, reabrió el debate sobre los asesinatos de José y Kitty Menéndez. Este retrato dramático revisa los detalles del crimen y los juicios que mantuvieron al país en vilo durante los años 90, destacando los traumas que, según los hermanos, sufrieron a manos de su padre. Además, el documental Menéndez + Menudo: Boys Betrayed, producido por Peacock, profundizó en las acusaciones de abuso sexual de José Menéndez, tanto contra sus hijos como contra otras víctimas como Rosselló.
Desde su condena, Lyle y Erik Menéndez han estado separados durante la mayor parte de su tiempo en prisión, cumpliendo sus sentencias en diferentes centros penitenciarios. No fue hasta 2018 cuando finalmente fueron reunidos en el Centro Correccional Richard J. Donovan, en San Diego, donde continúan hoy en día.
Con la audiencia pendiente de la nueva petición, el futuro de los Menéndez sigue siendo incierto. ¿Podrán estas nuevas pruebas ser suficientes para liberar a los hermanos, o seguirán cumpliendo la sentencia que los ha mantenido tras las rejas por más de tres décadas? La respuesta aún está en manos del juez, pero una cosa es clara: la historia de Lyle y Erik Menéndez continúa capturando la imaginación y el interés del público, a 35 años de los fatídicos disparos. “El asunto está pendiente de una respuesta informal, que actualmente debe presentarse el 26 de septiembre de 2024″, según la oficina del fiscal de distrito.