John Colter nació en 1774 en Virginia, en una época en la que el oeste americano aún era un misterio por descubrir. Desde joven, mostró una inclinación por la aventura y la exploración, cualidades que lo llevaron a unirse a la célebre expedición de Lewis y Clark en 1803. Fue en esta expedición, que partió con el objetivo de explorar el recién adquirido territorio de Luisiana, donde Colter comenzó a forjar su reputación como un experto cazador . Sus habilidades para la caza y su conocimiento del terreno salvaje lo convirtieron en un miembro invaluable del grupo.
Durante los años que pasó con Lewis y Clark, Colter no solo se dedicó a explorar, sino que también estableció contactos con varias tribus nativas americanas, aprendiendo de sus costumbres y lenguas. Esta experiencia sería crucial en sus futuras aventuras, donde el entendimiento y respeto por las culturas indígenas serían esenciales para su supervivencia. Al concluir la expedición en 1806, en lugar de regresar a la civilización como muchos de sus compañeros, Colter decidió quedarse en el oeste, atraído por las promesas de riqueza y la vida libre del trampero.
Encuentro con los Blackfoot
En el verano de 1809, Colter se encontraba en el río Jefferson, cerca de las cabeceras del Missouri, junto a su compañero de caza, John Potts. Los dos hombres estaban revisando sus trampas para castores cuando fueron rodeados por un numeroso grupo de guerreros Blackfoot. Colter, quien ya había tenido varios encuentros con los Blackfoot y los Atsinas, sabía de la fuerza y determinación de estas tribus, especialmente de su alianza con los británicos en la lucha contra los cazadores y exploradores estadounidenses.
Potts, desobedeciendo las súplicas de Colter para rendirse, trató de escapar en su canoa, solo para ser derribado por una lluvia de flechas. Los Blackfoot capturaron a Colter, lo despojaron de su ropa y lo llevaron al centro de su campamento, donde debatieron cómo ejecutarlo. Finalmente, el jefe de la tribu decidió darle una oportunidad: Colter sería liberado y tendría que correr por su vida, con los guerreros más rápidos de la tribu persiguiéndolo.
La pradera estaba cubierta de cactus y espinas que se clavaban en los pies descalzos de Colter a cada paso. Pero el miedo y la determinación lo impulsaban a seguir corriendo. Tras varios kilómetros, Colter se atrevió a mirar hacia atrás y vio que había dejado atrás a todos excepto a uno de sus perseguidores. Aquel guerrero, armado con una lanza corta, estaba peligrosamente cerca. Con la nariz sangrando y el cuerpo al límite de su resistencia, Colter tomó una decisión desesperada. Se detuvo en seco, giró y enfrentó a su perseguidor. El guerrero, sorprendido por el movimiento abrupto de Colter, tropezó y cayó, permitiendo a Colter arrebatarle la lanza y matarlo con un golpe certero.
Sin perder tiempo, Colter continuó su huida hacia el río Missouri, donde se sumergió y nadó hasta un montón de troncos acumulados en una isla. Se ocultó bajo los troncos, apenas logrando crear un espacio para respirar mientras escuchaba a los Blackfoot buscarlo frenéticamente por la zona. Los guerreros incluso se subieron a los troncos bajo los que Colter se escondía, pero milagrosamente, no lo encontraron. Pasó allí el resto del día y, cuando la noche cayó y los ruidos de los Blackfoot se desvanecieron, Colter emergió de su escondite y nadó río abajo.
Refugio y escape
La odisea de John Colter no terminó al escapar de los Blackfoot. Exhausto y herido, aún debía enfrentarse a los desafíos de la naturaleza y la vastedad del desierto. Durante siete días, Colter recorrió aproximadamente 320 kilómetros hasta llegar a Fort Raymond, sin ropa, sin armas, y con los pies destrozados por las espinas de cactus. Sobrevivió comiendo raíces y bebiendo agua de los ríos que encontraba en su camino.
Finalmente, Colter llegó a Fort Raymond, donde fue recibido con asombro y alivio por los hombres de la fortaleza. Su cuerpo estaba magullado y sucio, y apenas se mantenía en pie. Sin embargo, había logrado lo imposible: escapar de los Blackfoot y sobrevivir en el desierto sin ninguna de las herramientas que consideraba vitales. La historia de su carrera y su increíble resistencia se esparció rápidamente, consolidando su leyenda como uno de los hombres más valientes y duros del oeste americano.}
Legado y controversias
La historia de John Colter no solo es notable por sus hazañas de supervivencia, sino también por su impacto en la exploración y comprensión del oeste americano. Tras su regreso a Fort Raymond, Colter continuó su vida como explorador y trampero, y sus relatos sobre las tierras que había recorrido inspiraron a muchos otros a aventurarse en territorios desconocidos.
Uno de los aspectos más debatidos del legado de Colter es su supuesta exploración del área que hoy se conoce como el Parque Nacional de Yellowstone. En el invierno entre 1807 y 1808, Colter emprendió un viaje en solitario desde Fort Raymond hasta las montañas Teton y el valle del río Yellowstone. Aunque no dejó ningún registro escrito de su ruta exacta, sus descripciones orales de las características geotérmicas y paisajes únicos que encontró en su travesía dieron lugar a especulaciones y debates históricos. Colter habló de “hervideros” y “geysers”, lo que llevó a algunos historiadores a creer que fue el primer hombre blanco en explorar Yellowstone.
El “Colter Stone”, una piedra descubierta en Idaho en 1933 con la inscripción “John Colter 1808″, ha añadido otra capa de misterio a su historia. Mientras algunos expertos consideran esta piedra una prueba de su paso por la región, otros la descartan como un fraude. El debate sobre la autenticidad de la piedra y la verdadera ruta de Colter sigue abierto, pero su reputación como uno de los primeros exploradores del oeste americano permanece indiscutible.
La vida de Colter después de sus grandes exploraciones fue relativamente tranquila. Se estableció cerca de St. Louis, Missouri, y se casó. Sin embargo, su salud se deterioró debido a las duras condiciones que enfrentó durante sus años de exploración y murió en 1812, a la temprana edad de 38 años.