En la pintoresca localidad de Morro Bay, California, Bret Boyle, un jubilado de 25 años de servicio en un hospital psiquiátrico de máxima seguridad, ha encontrado una manera dulce y particular de relajarse: entrenar ardillas que viven cerca de la playa. Las ardillas terrestres de Morro Rock Beach se acostumbraron a la presencia de Bret en los últimos tres años y a sus métodos de entrenamiento.
La particular relación entre Bret y las ardillas comenzó a llamar la atención por los encantadores trucos que estos roedores han aprendido. Uno de los más sorprendentes es el de Stanley, una ardilla que da besos al hombre cuando desea almendras.
El propio Bret declaró que tras años de trabajar en un entorno estresante, encontró solace en la interacción con los animales en la playa, calificando esta actividad como “una forma de relajación”. Bret fue consistente en sus esfuerzos por interactuar con las ardillas. Esta constancia le permitió ganar su confianza y enseñarles comportamientos no típicos de su especie.
“Las ardillas se han vuelto muy familiares conmigo y algunas de ellas incluso esperan mis visitas para recibir sus almendras”. Este vínculo diario ha convertido a Bret en una figura conocida en la playa entre los vecinos y los turistas curiosos que se acercan para ver la interacción.
Cómo es el vínculo de las ardillas con los humanos en California
En California, las ardillas y los humanos han desarrollado una coexistencia notable en diversas áreas urbanas y suburbanas. Las ardillas, particularmente las ardillas grises orientales y las ardillas terrestres de California, son vistas con frecuencia en parques y jardines, donde se han adaptado a la presencia humana. La interacción cotidiana con las personas a menudo resulta en que estas ardillas se vuelvan más confiadas y se acerquen en busca de alimento.
Esta relación, sin embargo, no está exenta de desafíos. Las ardillas pueden volverse una molestia para los residentes al dañar jardines, techos y cables eléctricos. Existen preocupaciones sobre la transmisión de enfermedades y la competencia de estas especies con la fauna nativa. Autoridades y especialistas en vida silvestre abogan por una convivencia responsable que minimice el impacto negativo, recomendando no alimentar a las ardillas y tomar medidas para proteger las propiedades.
A pesar de estos inconvenientes, muchos californianos disfrutan observar a las ardillas y considerarlas una parte integral del paisaje urbano. Iniciativas educativas y programas de conservación buscan promover un equilibrio que permita a las ardillas vivir en su entorno natural sin causar problemas a los humanos. La clave está en fomentar prácticas de convivencia que respeten tanto a las ardillas como a los habitantes humanos.
Por qué a las ardillas les gustan tanto los frutos secos
Las ardillas tienen una predilección por los frutos secos debido a su alto contenido energético. Estos alimentos son ricos en grasas, proteínas y carbohidratos, esenciales para la subsistencia y almacenamiento de energía durante los meses fríos. Los frutos secos, como nueces, almendras y avellanas, proporcionan las calorías necesarias para mantener la actividad metabólica elevada y soportar el invierno cuando los recursos son escasos.
El artículo “Why Squirrels Love Nuts” publicado por la Universidad de Purdue, que explica que las ardillas almacenan frutos secos en el suelo para su consumo posterior, una estrategia conocida como “hoarding” o almacenamiento. Esta conducta asegura que tengan un suministro constante de alimentos durante los periodos de escasez.
Además, el estudio del Museo de Zoología Comparativa de la Universidad de Harvard, destaca que los frutos secos no solo son apetitosos para las ardillas, sino también esenciales para su desarrollo físico y reproducción. La alta densidad calórica de los frutos secos ayuda a las ardillas a acumular reservas de grasa, cruciales para la supervivencia en climas fríos.