La épica odisea del cazador que inspiró la película “El Renacido” de Leonardo DiCaprio

Tras el ataque brutal de una osa y una inesperada traición, Hugh Glass reptó, se arrastró y caminó durante meses por cientos de kilómetros, sobreviviendo a base de raíces, insectos y, en una ocasión, carne de serpiente

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Hugh Glass intentó sobrevivir tras el ataque de una grizzly en Dakota del Sur
Hugh Glass intentó sobrevivir tras el ataque de una grizzly en Dakota del Sur

El viento cortante atravesaba los bosques de lo que hoy es Dakota del Sur, llevándose consigo el eco de gritos que se desvanecían entre los árboles. Hugh Glass, un hombre endurecido por los años de aventuras y peligros, se encontraba tendido en el suelo, su cuerpo destrozado por el ataque brutal de una osa grizzly. La naturaleza no tuvo piedad; su pierna rota, la garganta perforada, y la piel rasgada eran testimonio del feroz combate. Sin embargo, en medio de esa agonía, cuando cualquier otro habría sucumbido, Glass se aferró a la vida con una fuerza inquebrantable, impulsado por un instinto primario de supervivencia.

En el corazón de la Norteamérica salvaje del siglo XIX, donde cada paso podía ser el último, Glass formaba parte de las expediciones de comerciantes de pieles que cruzaban las vastas y peligrosas tierras nativas. Aquellos hombres, que buscaban fortuna en los ríos y montañas, enfrentaban no solo la furia de la naturaleza, sino también la amenaza constante de los indígenas que defendían su territorio. Para los colonos y aventureros, cada jornada era una batalla contra lo desconocido, una lucha constante por avanzar, un día más, hacia su destino incierto.

Cuando el líder de la expedición ordenó a dos de sus compañeros quedarse con él, lo hizo con la convicción de que la muerte era inevitable. La orden era simple: esperar hasta su último aliento y enterrarlo. Pero la desesperación de aquellos hombres, frente a la llegada del invierno y la amenaza de ataques indígenas, los llevó a tomar una decisión cruel. Abandonaron a Glass, dejándolo a merced de sus heridas y del implacable entorno, llevándose consigo sus pertenencias y cavando una tumba que no tuvieron el valor de utilizar.

Dentro de las expediciones comerciales del siglo XIX, Hugh Glass enfrentó la naturaleza y la traición (Wikipedia)
Dentro de las expediciones comerciales del siglo XIX, Hugh Glass enfrentó la naturaleza y la traición (Wikipedia)

Pero él no estaba dispuesto a morir. Con una voluntad más fuerte que el dolor, comenzó su lenta y ardua travesía hacia la vida. Durante meses, reptó, se arrastró y caminó por cientos de kilómetros, sobreviviendo a base de raíces, insectos y, en una ocasión, carne de serpiente. El invierno lo envolvía con su manto de frío y muerte, pero Glass continuó, paso tras paso, aferrado a una única verdad: debía sobrevivir.

Cada movimiento que hacía en su lenta recuperación era una declaración de guerra contra el destino que le habían impuesto. Sus compañeros, John Fitzgerald y Jim Bridger, lo habían dejado atrás, seguros de que la muerte lo reclamaría pronto. Pero la venganza, en su forma más pura y primitiva, se convirtió en el combustible que avivó el espíritu de Glass mientras su cuerpo luchaba por sanar. La traición sufrida lo hirió físicamente y destrozó su confianza en la camaradería que, hasta ese momento, había sido esencial para la supervivencia en los enormes y desolados territorios del Oeste.

Cuando finalmente se levantó de su lecho de muerte improvisado, cada paso hacia Fort Kiowa era una promesa de justicia. Las heridas abiertas, llenas de tierra y vida, marcaban su cuerpo, pero su mente estaba fija en un solo objetivo: encontrar a los hombres que lo abandonaron y reclamar lo que le pertenecía, su honor y su rifle. A lo largo de su travesía, Glass fue atacado nuevamente por nativos, enfrentó el hambre y el frío, pero la imagen de Fitzgerald y Bridger, huyendo con su rifle, lo mantuvo en pie.

Con heridas graves, Glass desafió los límites humanos para llegar a Fort Kiowa (Wikipedia)
Con heridas graves, Glass desafió los límites humanos para llegar a Fort Kiowa (Wikipedia)

Sin embargo, el tiempo, el dolor y la distancia entre él y sus antiguos compañeros comenzaron a transformar su deseo de venganza en algo más complejo. Cuando finalmente dio con Jim Bridger, lo encontró aún joven, apenas un muchacho asustado. La furia que había sostenido a Glass durante su viaje comenzó a desmoronarse. Reconoció en Bridger la juventud y la falta de malicia que solo el tiempo podría endurecer. Entonces, en un giro inesperado, Glass lo perdonó. La venganza que había alimentado su lucha por la vida se disipó en el reconocimiento de la humanidad del otro.

El encuentro con Fitzgerald, según algunas versiones, fue menos pacífico. En ciertos relatos, Fitzgerald se había unido al ejército, lo que le otorgaba una protección que Glass no podía romper sin enfrentar consecuencias legales. Otros afirman que también lo perdonó, comprendiendo finalmente que la vida en la frontera, con su brutalidad y sus pruebas constantes, no dejaba espacio para el rencor prolongado. La venganza había perdido su poder en la cara de una realidad más cruda: la lucha por la supervivencia superaba cualquier odio personal.

Hugh Glass dejó tras de sí un legado que trascendió las fronteras del tiempo y la realidad, convirtiéndose en un mito que encarna la resistencia, la venganza y la supervivencia en su forma más elemental. Su historia, surgida de las tierras salvajes del Oeste americano, fue contada y recontada hasta que sus hazañas se entrelazaron con la ficción, creando una figura casi mítica, un hombre que desafió las leyes de la naturaleza y del hombre mismo.

Obras basadas en la imagen de Hugh Glass

El nombre de Glass resonó en las praderas y montañas, un eco lejano que alcanzó las páginas de libros y guiones cinematográficos. Su odisea inspiró a escritores como Michael Punke, cuyo libro “The Revenant” capturó la brutalidad y la belleza de su lucha por la vida. Este relato sirvió como base para la adaptación cinematográfica que le dio un nuevo impulso a la leyenda de Glass, llevando su historia a las grandes audiencias del siglo XXI.

Inspirado en hechos reales, “El renacido” revive la épica historia de supervivencia de Glass

La película “El Renacido” (2015), dirigida por Alejandro González Iñárritu, reavivó el interés por la figura de Glass, presentando a Leonardo DiCaprio en un papel que demandó tanto física como emocionalmente. En la piel de Glass, DiCaprio encarnó no solo el hombre, sino también el mito: un ser arrojado a los abismos de la naturaleza, enfrentado a sus propios límites, y renacido a través del sufrimiento y la tenacidad. Aunque la película se tomó licencias artísticas, añadiendo elementos de redención personal y motivos familiares que no figuran en los relatos históricos, capturó la esencia de lo que Hugh Glass representa en el imaginario colectivo: la personificación de la resistencia y la lucha implacable por la vida.

Antes de “El Renacido”, otra película, “Man in the Wilderness” (1971), protagonizada por Richard Harris, ya había explorado la historia de Glass. Aunque menos conocida, esta película también contribuyó a cimentar su figura en la cultura popular, presentando al público una versión más simple, pero igualmente impactante, de su épica supervivencia.

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