La muerte de Steve Jobs, en octubre de 2011 a sus 56 años, lo convirtió en un mito. Cofundador de Apple y creador del primer ordenador, es y será una de las personas más influyentes dentro de la industria tecnológica. Sin embargo, como todo multimillonario, siempre hay pequeñas excentricidades que lo hacen especial.
Una de estas excentricidades más curiosas era su hábito de cambiar de auto cada seis meses, una práctica inusual incluso para alguien con su capacidad económica. Jobs optaba por un Mercedes-Benz SL55 AMG, y reemplazarlo con tanta frecuencia era una estrategia calculada que reflejaba su ingenio y deseo de privacidad.
La razón principal detrás de esta costosa práctica se relacionaba con una peculiaridad en la ley de California. En ese momento, la normativa permitía a los vehículos nuevos circular sin matrícula durante los primeros seis meses. Al adquirir un coche nuevo dentro de este período, Jobs evitaba tener que registrar su vehículo y colocarle matrículas, manteniendo así un aire de misterio y anonimato.
La ley californiana permitía que los vehículos nuevos circularan sin placas durante seis meses debido a los tiempos de tramitación. Jobs, siempre atento a los detalles y con un claro deseo de mantener su privacidad, aprovechó este vacío legal. Al renovar su coche cada seis meses, eludía continuamente la obligación de registrar su vehículo, una maniobra que, aunque legal, era extremadamente rara.
El vehículo de elección de Jobs era el Mercedes-Benz SL55 AMG, un modelo deportivo y lujoso valorado en más de USD 120.000. Este coche no solo reflejaba su gusto por el diseño y la funcionalidad, sino que también se convirtió en una parte reconocible de su imagen pública. Jobs estableció un acuerdo con un concesionario en California para recibir un nuevo SL55 AMG cada semestre, asegurando así que siempre condujera un coche sin matrícula.
Aunque para la mayoría de las personas cambiar de auto cada seis meses sería económicamente inviable, para Jobs, la maniobra no tenía un impacto significativo en su fortuna. Algunos informes sugieren que, debido a la frecuencia de sus compras, Jobs podría haber recibido algún tipo de descuento del concesionario. No obstante, esta práctica le costaba millones de dólares al año, una suma considerable que subraya su disposición a gastar grandes cantidades para satisfacer sus preferencias personales.
La decisión de Jobs de cambiar de auto cada seis meses también reflejaba su deseo de mantener un alto grado de control sobre su entorno personal. Este rasgo de su personalidad se manifestaba tanto en su vida privada como en su trabajo, donde buscaba simplificar y perfeccionar cada detalle. El hábito de evitar las matrículas es una pequeña pero significativa muestra de cómo Jobs aplicaba su meticulosa filosofía a todos los aspectos de su vida.
De esta manera, Steve Jobs, magnate y fundador de Apple, prefería que su nombre no esté relacionado con ningún tipo de cuestión legal, ni números, ni letras. Por esta razón, no quería tener patentes a su nombre y para evitarlo, realizaba un truco que le permitió lograr su objetivo: desde que se transformó en figura emblemátca nunca circuló en un auto con patente. A pesar de que falleció hace ya algunos años, las curiosidades del magnate todavía siguen vigentes.