El error que hizo desaparecer un lago entero en 3 horas

Como si alguien hubiera retirado el tapón de una bañera gigante, el 20 de noviembre de 1980 el agua comenzó a drenar, devorando plataformas, barcazas y la propia orilla

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El canal Delcambre invirtió su curso durante el desastre del lago Peigneur para llenar el abismo creado (amusingplanet)
El canal Delcambre invirtió su curso durante el desastre del lago Peigneur para llenar el abismo creado (amusingplanet)

En la madrugada del 20 de noviembre de 1980, el lago Peigneur se convirtió en el escenario de un desastre geológico sin precedentes. Situado en la parroquia de Iberia, Louisiana, este pequeño lago de agua dulce, apenas profundo, se encontraba en calma bajo un cielo nublado. Sin embargo, esa tranquilidad sería efímera. Texaco Oil Company, en su búsqueda de petróleo, había cometido un error fatal: una medición incorrecta que situó su perforación directamente sobre una mina de sal.

La punta del taladro, de 35,65 centímetros, penetró la mina, creando un remolino que absorbió todo a su paso. Como si alguien hubiera retirado el tapón de una bañera gigante, el lago comenzó a drenar, devorando plataformas de perforación, barcazas y la propia orilla. Los trabajadores, conscientes del desastre inminente, abandonaron la plataforma en el último instante, mientras la maquinaria yacía indefensa ante la furia del agua.

El caos se apoderó de la escena. Los pescadores en el lago apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que la succión casi los arrastrara. La canal de Delcambre, que normalmente desaguaba el lago hacia el Golfo de México, invirtió su curso en un intento desesperado por rellenar el vacío creado. En tres horas, el lago se había transformado en un abismo de más de 300 metros de profundidad, dejando tras de sí un paisaje irreconocible, con la cascada más alta de Louisiana emergiendo temporalmente en el proceso.

Testigos compararon el espectáculo con la erupción del Monte Saint Helens. La tierra y los árboles sucumbieron ante la poderosa atracción del nuevo sumidero, mientras los residentes observaban con impotencia cómo se desmoronaban más de 26,3 hectáreas de terreno. Sin embargo, a pesar de la magnitud del desastre, todos los mineros lograron escapar, gracias a una evacuación meticulosamente ejecutada en medio del pánico.

El remolino en el lago Peigneur inició tras una perforación errónea hecha por Texaco en 1980 (amusingplanet)
El remolino en el lago Peigneur inició tras una perforación errónea hecha por Texaco en 1980 (amusingplanet)

La Live Oak Foundation demandó a las compañías responsables, ganando una compensación por los daños irreparables al entorno. A pesar de las indemnizaciones y la resolución de responsabilidades, el impacto económico y humano fue devastador. La minería de sal en la isla de Jefferson quedó detenida para siempre, y cientos de trabajadores perdieron sus empleos.

Qué es la Jefferson Island

La historia de Jefferson Island y su explotación minera se remonta a 1919, cuando John Bayles inició la extracción de sal bajo esta estructura geológica singular. Con el paso de los años, el subsuelo de la isla reveló también su riqueza en azufre, y durante la década de 1930, las operaciones se expandieron para incluir este mineral. En 1956, la Diamond Salt Company adquirió las operaciones mineras, marcando una nueva era de prosperidad y desarrollo. Pero los intereses de Jack Bayles Jr., el entonces propietario, iban más allá de la minería. Apasionado por la horticultura, transformó la propiedad en los Jardines Live Oak, un oasis de belleza tropical que más tarde se convertiría en un refugio ecológico bajo la Live Oak Foundation.

El desastre del lago Peigneur no solo alteró el paisaje físico, sino también el económico y social. La acusación mutua entre Texaco y Diamond Salt sobre la responsabilidad del accidente prolongó la incertidumbre. Texaco, adjudicataria del State Lease 124, insistió en que la información sobre las operaciones mineras no les había sido proporcionada adecuadamente. Diamond Salt, por su parte, argumentó que Texaco y su subcontratista, Wilson Brothers Corporation, habían cometido un error crítico en la triangulación de su perforación.

El veredicto final, sin embargo, señaló a Texaco como principal responsable, ordenando el pago de USD 45 millones a Diamond Salt. La Live Oak Foundation recibió USD 12 millones en compensaciones por la pérdida de más de 26,3 hectáreas de terrenos junto al lago, áreas que alguna vez florecieron bajo el cuidado de Bayles. Pero para los cientos de trabajadores, la justicia fue un consuelo amargo.

A medida que las aguas del lago se asentaban, un nuevo ecosistema comenzó a emerger. Lo que había sido un cuerpo de agua dulce y poco profundo, se transformó en un lago salado de 400 metros de profundidad. La naturaleza, resiliente, adaptó su curso. Nuevas especies de peces y organismos comenzaron a habitar las aguas, creando un equilibrio distinto, aunque irreconocible.

El lago Peigneur pasó de ser de agua dulce a un lago salado con un nuevo ecosistema (amusingplanet)
El lago Peigneur pasó de ser de agua dulce a un lago salado con un nuevo ecosistema (amusingplanet)

Décadas después del desastre, un descubrimiento científico reveló otro capítulo asombroso de la historia del lago Peigneur. Russell Vreeland y Heng-Lin Chui, expertos en microbiología, identificaron una bacteria desconocida en el agua hipersalina del lago. Este microorganismo, perteneciente al grupo de las Halobacteriales, parecía haber estado en un estado de latencia durante millones de años, preservado en los cristales de sal. El hallazgo sugirió que el accidente de 1980 había despertado esta antigua vida microscópica, ofreciendo una ventana al pasado remoto de la Tierra.

Para Vreeland, el descubrimiento de esta bacteria representó un avance científico y una reflexión sobre la capacidad de supervivencia y adaptación de la vida. En un entorno aparentemente inhóspito, estas formas de vida habían perdurado, esperando el momento de resurgir. Aisladas del oxígeno y protegidas de la radiación, encontraron en la sal un refugio seguro.

El desastre del lago Peigneur, con toda su tragedia y transformación, dejó una marca indeleble en la memoria de los habitantes de Louisiana. Como recordó Michael Richard, testigo del evento, los sueños perturbadores sobre el hundimiento de su hogar reflejaban una realidad más amplia: la fragilidad del equilibrio entre la explotación humana y la naturaleza.

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