Entre 1971 y 1983, California se vio sacudida por una serie de asesinatos que dejaron un rastro de terror y desolación. Las víctimas eran en su mayoría jóvenes bisexuales o gays, encontrados sin vida en diversas autopistas del estado, generalmente después de haber sido torturados y abusados sexualmente. Este patrón despertó la preocupación de las autoridades. Conocido como el “Asesino de la Autopista” y el “Estrangulador de California”, Randy Kraft, asesinó alrededor de 16 hombres, pero se estima que tuvo 29 vínculos más con asesinatos.
Las dos primeras víctimas
Las primeras muertes relacionadas con Kraft ocurrieron a finales de 1971, cuando la policía local encontró el cuerpo de Wayne Dukette, de 30 años, que fue hallado sin ropa sobre la autopista Ortega.
En los meses posteriores, otro joven fue encontrado en circunstancias similares. Edward Moore, de 20 años, apareció en la misma autovía y sin ropa, de acuerdo con los registros policiales. Este patrón de asesinatos sistemáticos se consolidó con el paso del tiempo y dejó un rastro de terror y angustia en las autopistas californianas. “La policía comenzó a notar un alarmante incremento en la aparición de cadáveres de jóvenes con signos de violencia extrema”, indicó un reportero del caso en su momento.
El asesinato de Michael Ray Schlitcht
Era abril de 1974 cuando Michael Ray Schlicht, un joven oriundo de Cedar Rapids, del estado estadounidense de Iowa, fue visto por última vez por su hermana. Schlicht, un adolescente de 17 años conocido por su espíritu aventurero y su amor por el clima cálido, emprendió una travesía que lo llevaría a ser una víctima más en la mortífera lista de Randy Kraft.
Cinco meses después, en septiembre de 1974, el cuerpo de Schlicht fue encontrado en la calle en el sur de California. En aquel momento, su muerte se clasificó erróneamente como una intoxicación accidental con alcohol y diazepam. No había señales que indicaran la oscura verdad que acechaba detrás de este hallazgo.
Según Telemundo, en noviembre de 2022, en un esfuerzo por traer justicia a los “casos fríos”, el Departamento del Sheriff del Condado de Orange solicitó la colaboración de Othram Laboratories, una empresa privada de biotecnología forense con sede en Texas. Utilizando técnicas avanzadas de genealogía genética, Othram logró desarrollar un perfil de ADN a partir de muestras de tejido del cuerpo no identificado de Michael Schlicht. Este perfil finalmente permitió rastrear a sus posibles abuelos y, con una muestra de ADN de una mujer que se creía era su madre, confirmar su identidad.
El Departamento del Sheriff destacó la importancia de esta tecnología genealógica en la resolución de casos sin resolver, un avance que ha permitido reclasificar y cerrar múltiples investigaciones en los últimos años. Gracias a estos desarrollos, el nombre de Michael Ray Schlicht pudo ser restaurado y su tumba sin nombre en el El Toro Memorial Park recibió la dignidad que merecía
La caída del “Estrangulador de California”
Los años pasaron y mientras varios cadáveres de hombres jóvenes eran descubiertos en diferentes puntos del condado de Orange y el sur de California, las autoridades locales comenzaron a notar un perturbador patrón. Para 1980, las investigaciones tomaron un giro decisivo al considerar estos crímenes como obra de un mismo asesino en serie.
El 14 de mayo de 1983, durante una parada de tráfico de rutina, la policía detuvo a Randy Kraft. Su comportamiento inusual y las evidencias encontradas en su auto desataron una intensa investigación. En el maletero del vehículo, las autoridades descubrieron una lista codificada que aparentemente contenía nombres de más de 67 posibles víctimas.
Este hallazgo, sumado a varias fotografías de jóvenes muertos y numerosos otros ítems incriminatorios, cimentó la reputación de Kraft como uno de los criminales más prolíficos y aterradores en la historia de los Estados Unidos.
Randy Kraft fue condenado a muerte en 1989 por los asesinatos de 16 jóvenes cometidos entre 1972 y 1983. Durante el juicio, quedó claro que Kraft no solo mataba sino que también torturaba, agredía sexualmente y mutilaba a sus víctimas. Sus detalladas notas sobre cada uno de los jóvenes que asesinaba reflejaban una mente trastornada y meticulosa, empeñada en llevar a cabo cada crimen con una precisión aterradora.