Rebecca Grossman, una acaudalada mediática de Los Ángeles, fue sentenciada a 15 años de prisión por un acto que devastó a una familia y conmocionó a la comunidad. El 29 de septiembre de 2020, Grossman arrolló a Jacob Iskander, de 8 años, y a Mark Iskander, de 11, mientras cruzaban una calle con su madre y su hermano menor.
Esa noche, Grossman, cofundadora de un prestigioso centro de quemados y reconocida filántropa, conducía su Mercedes a más de 128 km/h tras una cita donde había consumido alcohol. Nancy Iskander, la madre de los niños, se vio obligada a lanzarse con su hijo menor, Zachary, de entonces 5 años, para evitar el impacto. Nancy y Zachary presenciaron con horror cómo el vehículo de Grossman se estrellaba contra Mark y Jacob.
La tragedia fue seguida por un juicio que reveló detalles escalofriantes. Grossman, descrita por los fiscales como una narcisista egoísta, huyó del lugar del accidente sin mostrar remordimiento alguno.
El juicio estuvo plagado de controversias y maniobras legales. Desde el inicio, la mediática mostró una actitud desafiante, intentando manipular a los jurados y violando repetidamente las órdenes del tribunal.
Fue acusada de intentar influir en los jurados y de liberar pruebas selladas al público, además de intentar contactar a testigos de manera inapropiada. “Las acciones de la acusada desde el 29 de septiembre de 2020 hasta hoy muestran una completa falta de remordimiento y una superioridad narcisista que solo lleva a una conclusión: que no merece ninguna indulgencia”, escribieron los fiscales en un memorando de sentencia.
Incluso tras su condena, Grossman intentó un último gesto de manipulación, haciendo una donación anónima de USD 25.000 para los costos del funeral de los niños. Nancy Iskander lo vio como un intento de comprar su salida del problema, violando su derecho a rechazar el dinero del asesino de sus hijos.
“Nunca ha mostrado un atisbo de remordimiento o simpatía”, afirmó Garrett Dameron, supervisor de la Oficina del Fiscal del Distrito de Los Ángeles. “Y mi problema con el juez es que hizo comentarios durante el juicio que no le gustaban los cargos de asesinato en este caso. En lugar de pronunciar la sentencia objetivamente, creo que está intentando legislar desde el estrado”.
Los fiscales solicitaron la pena máxima de 34 años a cadena perpetua, pero el juez Joseph Brandolino impuso dos sentencias concurrentes de 15 años, más tres años adicionales por huir de la escena, que también se cumplirán de forma concurrente. Así, Grossman podría llegar a obtener su libertad condicional en apenas ocho años.
Nancy Iskander, devastada y enfurecida por lo que percibe como una sentencia indulgente, ha expresado su intención de confrontar a Grossman en prisión. “Mi plan es visitarla en prisión, en unos meses o tal vez un año, y le haré esa pregunta directamente”, dijo Nancy. “Le diré, ‘¿Eres capaz de decir, “Lo siento, los maté”?’ Esto me permitirá perdonar, porque necesito superar lo que ha hecho.”
Dameron expresó su indignación: “Ella básicamente mostró desprecio por nuestro sistema de justicia, y él la recompensa con la sentencia más ligera posible. Es profundamente ofensivo”. Nancy Iskander también criticó duramente la decisión del juez de no imponer las penas consecutivamente, lo que a su parecer disminuía la gravedad de los asesinatos de sus hijos y eliminaba las consecuencias del intento de Grossman de evadir la justicia.
Antecedentes de la acusada
Rebecca Grossman no era una figura desconocida en Los Ángeles. A sus 60 años, había construido una reputación como filántropa y cofundadora de un reconocido centro de quemados. Su vida, marcada por el lujo y el privilegio, parecía haberle otorgado una sensación de impunidad. Los fiscales la describieron como una narcisista que, incluso tras su condena, se negaba a asumir la responsabilidad por las muertes de Mark y Jacob.
“Ha vivido una vida de privilegio y claramente sentía que su riqueza y notoriedad comprarían su libertad”, escribieron los fiscales en una carta al tribunal solicitando la sentencia máxima de 34 años a cadena perpetua.
La indignación de la familia Iskander y de la comunidad no era infundada. En casos similares, las sentencias habían sido bastante más severas. Por ejemplo, un hombre en el condado vecino de Ventura recibió una sentencia de 30 años a cadena perpetua por la muerte de una mujer y su nieta en un accidente de tráfico mientras conducía bajo los efectos de drogas.
Esta disparidad resaltaba aún más cuando se consideraba que Grossman, a pesar de no mostrar “remordimiento o simpatía”, según los fiscales, y de intentar manipular el proceso judicial en múltiples ocasiones, recibió una sentencia relativamente indulgente. “Es incomprensible cómo alguien que ha mostrado tal desprecio por la justicia puede recibir una pena tan leve”, comentó Dameron.
La familia Iskander, a pesar del dolor y la injusticia percibida, ha tratado de encontrar consuelo y propósito en el legado de Mark y Jacob. Han creado una fundación benéfica en honor a sus hijos y han lanzado un proyecto de cuidado de acogida que pronto será licenciado en Los Ángeles. Zachary, ahora de 8 años, se prepara para su primera misión humanitaria en el extranjero para construir casas en memoria de sus hermanos. “Siempre quise que esperaran hasta la adolescencia, pero él quiere hacer algo para honrar a sus hermanos”, compartió Nancy.