Entre 1977 y 1978, la ciudad de Columbus, Georgia, fue escenario de una serie de crímenes que llenaron de terror a sus habitantes. Carlton Gary, apodado “El Estrangulador de Medias”, se convirtió en uno de los asesinos en serie más temidos de la época. Sus víctimas, todas mujeres mayores, fueron violadas y estranguladas en sus propias casas, utilizando sus propias medias como arma mortal. La comunidad vivió meses de incertidumbre y miedo, mientras la policía intentaba desenmarañar la identidad del brutal asesino.
Carlton Gary nació el 24 de septiembre de 1950, en una familia pobre y desestructurada. Creció sin la figura paterna, pasando gran parte de su infancia bajo el cuidado de sus tías. Desde joven, Gary mostró una tendencia hacia el crimen, acumulando arrestos por robo, incendio premeditado y asalto. A los 18 años, se trasladó a Albany, Nueva York, con la intención de iniciar una carrera como cantante, pero su inclinación por las actividades delictivas persistió. En 1969, fue condenado por violación y asesinato, aunque solo cumplió cinco años en prisión al echarle la culpa del asesinato a un cómplice.
Al regresar a Columbus en 1977, Gary comenzó su escalada de violencia. Entre el 11 de septiembre de 1977 y el 20 de abril de 1978, atacó a nueve mujeres, de las cuales siete fallecieron. Las víctimas, todas de entre 59 y 89 años, vivían solas y fueron sorprendidas en la seguridad de sus hogares. Gary las sometía a una violencia extrema, violándolas y estrangulándolas con sus propias medias. Los detalles de los crímenes, como el uso de un arma tan íntima y personal, añadieron un nivel de horror que paralizó a la ciudad.
El patrón de Gary era meticuloso. Elegía cuidadosamente a sus víctimas, asegurándose de que estuvieran solas y vulnerables. Una noche de septiembre de 1977, Martha Thurmond, de 70 años, se preparaba para acostarse cuando escuchó un ruido en la planta baja. Antes de poder reaccionar, Gary la atacó, sometiéndola con una brutalidad despiadada. “—¡No me hagas daño!—” suplicó ella, pero sus gritos se ahogaron en el silencio de la noche.
Florence Scheible, de 89 años, y Kathleen Woodruff, de 74, también sufrieron destinos similares en sus propios hogares, lugares que deberían haber sido refugios seguros.
La investigación y arresto
Los ataques de Gary cesaron inesperadamente después del 20 de abril de 1978, dejando a la policía y a los ciudadanos de Columbus en un estado de confusión y alivio temporal. Las investigaciones iniciales no lograron conectar a Gary con los asesinatos de inmediato. Fue necesario que la policía siguiera otras pistas y conexiones antes de poder unir los puntos. Gary se había trasladado a Carolina del Sur, donde continuó su vida delictiva.
No fue hasta 1984 que la policía logró un avance significativo en el caso. Una pistola robada en 1977, hallada cerca de una de las escenas de los crímenes, fue la clave que necesitaban. Las huellas dactilares en el arma coincidían con las encontradas en las casas de tres de las mujeres asesinadas. Más tarde, el análisis de ADN vinculó a Gary con otro caso de violación y asesinato en Nueva York en 1975. Estos descubrimientos permitieron finalmente que las autoridades emitieran una orden de arresto contra Carlton Gary.
En 1984, Gary fue arrestado en Albany, Georgia. Durante los interrogatorios, identificó algunas de las viviendas donde ocurrieron los ataques en Columbus. La captura de Gary supuso un respiro para la ciudad, aunque el largo camino hacia la justicia apenas comenzaba.
El juicio y condena
El juicio de Carlton Gary en 1986 fue un evento dramático que mantuvo a toda la ciudad de Columbus en vilo. Fue acusado de los asesinatos de Florence Scheible, de 89 años; Martha Thurmond, de 70; y Kathleen Woodruff, de 74. La evidencia presentada durante el juicio era abrumadora: huellas dactilares, coincidencias de ADN y testimonios que lo situaban en las escenas de los crímenes. La defensa intentó argumentar que Gary era víctima de un montaje, pero las pruebas eran contundentes.
Después de solo una hora de deliberación, el jurado encontró a Gary culpable de todos los cargos. Fue condenado a muerte por los brutales asesinatos. El veredicto trajo un sentido de justicia a las familias de las víctimas y a la comunidad de Columbus, que había vivido bajo la sombra del miedo durante años.
Carlton Gary pasó más de tres décadas en el corredor de la muerte, presentando numerosas apelaciones y defendiendo su inocencia hasta el final. Sin embargo, el 15 de marzo de 2018, a los 67 años, fue ejecutado mediante inyección letal en la prisión estatal de Jackson, Georgia. Gary no mostró arrepentimiento alguno y mantuvo que su condena había sido producto de un complot. Rechazó pronunciar unas últimas palabras y declinó elegir una última cena, un acto final que dejó muchas preguntas sin respuesta.
Los brutales crímenes de Carlton Gary dejaron una marca indeleble en la ciudad de Columbus. Durante los meses de terror, la comunidad vivió con un miedo constante que cambió sus hábitos y rutinas diarias. Las mujeres mayores, en particular, tomaron medidas extremas para protegerse: algunas se mudaron con familiares, mientras que otras reforzaron la seguridad de sus hogares con cerraduras adicionales y sistemas de alarma. “Era como si la ciudad estuviera bajo un asedio constante,” recordó el periodista local Billy Winn en una entrevista con The Atlanta Journal-Constitution. “Las personas dejaron de salir de noche y vivían con la sombra del miedo siempre presente.”
El pánico generado por los ataques del “Estrangulador de Medias” también llevó a un incremento en la colaboración comunitaria. Vecinos que antes apenas se conocían comenzaron a cuidarse unos a otros, creando redes de vigilancia y apoyo. Este sentido de solidaridad ayudó a la comunidad a resistir los tiempos oscuros, aunque las cicatrices emocionales perduran hasta hoy.