El cambio climático está amenazando seriamente las regiones vinícolas tradicionales del mundo, con proyecciones que sugieren que hasta el 90% de estas áreas podrían desaparecer en las próximas décadas, según reveló un reciente estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment.
Los investigadores aseguran que el aumento en las temperaturas globales, producto de la quema de combustibles fósiles, está alterando de manera significativa las condiciones esenciales para la producción de vino. Este hecho pone en riesgo zonas costeras y de tierras bajas en países productores clásicos como España, Italia, Grecia y regiones del sur de California en Estados Unidos, todas ellas reconocidas por sus históricos viñedos.
El análisis detalla cómo el cambio climático, al influir en el ciclo del agua y provocar fenómenos meteorológicos extremos, está impactando negativamente en factores críticos como la temperatura, precipitaciones, humedad, radiación y niveles de dióxido de carbono; todos ellos determinantes en el cultivo de la uva.
“Estimamos un riesgo sustancial de no adecuación (que varía de moderado a alto) para el 49-70% de las regiones vinícolas existentes, dependiendo del grado de calentamiento global”, afirman los autores del estudio, publicado por CBS News.
El sur de California se destaca por enfrentar un riesgo moderado de no adecuación para la producción vinícola con un aumento de temperatura global de 2°C en comparación a los niveles preindustriales. Sin embargo, un incremento de entre 2° y 4°C elevaría este riesgo a “alto”.
Esto representa un grave problema para la costa oeste de Estados Unidos, que no solo produce la mayoría del vino en Norteamérica sino que también contribuye con el 10% del suministro global. Se anticipa que el área apta para la viticultura en California podría reducirse hasta en un 50% para finales del siglo XXI.
A pesar de este panorama, los investigadores señalan que el calentamiento global también puede hacer que nuevas regiones, como el estado de Washington, Oregón, Tasmania y el norte de Francia, sean más adecuadas para el cultivo de la vid. No obstante, esta adaptabilidad dependerá fuertemente de hasta qué punto aumenten las temperaturas globales y conllevaría riesgos para la preservación ambiental.
Además, dentro de los retos de adaptación se encuentra la necesidad de que los productores de vino consideren variedades de uvas que se ajusten mejor a sus regiones cambiantes y tiempos de cosecha. Este aspecto es crucial no solo para la oferta global, sino también para mantener la calidad del vino.
Ante el récord de temperaturas alcanzado el año pasado y los extremos climáticos de principios de 2024, los científicos advierten que los esfuerzos globales actuales para desacelerar el calentamiento global son insuficientes. La temperatura global ya se encuentra en promedio a 1,35°C por encima de los niveles preindustriales.