El mapa vitivinícola de Argentina

Un recorrido por las zonas del país más importantes y aquellas nuevas que prometen, como Buenos Aires

Buenos Aires se presenta como una de las nuevas zonas que prometen (Istock)

Hasta hace muy poco en el país, el vino estaba asociado a la región de Cuyo, con Mendoza y San Juan a la cabeza. Aunque ciertamente Salta y Patagonia, en mucha menor medida, también se las identificaba con zonas productoras de vinos de calidad.

El tiempo pasó y el vino se convirtió en algo mucho más que una noble bebida. Hoy es una industria completa que incluye además la ruta del vino. No se trata de un solo camino, sino de muchos que proponen diferentes recorridos para acercarse más al fascinante mundo del vino.

Pero el enoturismo hoy se puede realizar sin moverse de la mesa, porque en las góndolas hay vinos de tantos terruños diferentes que se pueden hacer viajes imaginarios a través de las copas.

Mendoza es la zona de mayor producción (70% del total) y con más bodegas para visitar. Lo más interesante es que hoy las regiones se han dividido en zonas y sub zonas, y en cada una de ellas hay distintos terruños para conocer.

En la primera zona, Luján de Cuyo y Maipú, están las bodegas más tradicionales, aunque todas ellas se han aggiornado para recibir la visita de los turistas. Hoy tienen restaurantes, museos y muchas actividades recreativas y artísticas. También hay bodegas chicas que se inauguraron en los últimos años en esta zona y permiten conocer a menor escala los secretos de la elaboración de vinos.

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Barrancas, Cruz de Piedra y Rodeo del Medio son departamentos tradicionales de Maipú que, gracias al auge del vino, vuelven a tener vida y movimiento propio. Allí está Chachingo, un pequeño terruño en donde ya se levantó una de las bodegas de autor con mayor reconocimiento internacional.

Vistalba, Las Compuertas, Perdriel y Agrelo, entre otras, son nombres que cada vez toman más protagonismo en las etiquetas. Allí están los viñedos más antiguos de Malbec y Cabernet Sauvignon del país, y de muchos de estos viñedos tradicionales surgen algunos de los máximos exponentes de esos varietales.

Antes, viajando hacia el sur por la ruta 40 desde la ciudad de Mendoza, San Rafael era la primer escala vitivinícola. Y si bien el oasis sur mendocino sigue siendo un polo importante, a fines de los 90 surgió el Valle de Uco.

Un enorme valle al pie de Los Andes que va de Norte a Sur y que hoy alberga a los viñedos con mayor potencial de la Argentina. Sus rutas pasan por innumerables bodegas, muchas de ellas de arquitectura impactante, que rodean a las localidades de Tupungato, Tunuyán y La Consulta.

Esos suelos pedregosos y con una altura que va desde los 1000 a los 1600 metros, están demostrando ser únicos. Y no solo por el imponente paisaje con la Cordillera de fondo, sino por sus formaciones geológicas y sus microclimas. Esa heterogeneidad de los suelos, que hoy es muy respetada y valorada por los agrónomos, es la clave para lograr vinos de alta calidad con personalidad propia y mucho potencial de guarda. No por casualidad, últimamente los vinos mejor rankeados internacionalmente nacen allí.

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Por eso Gualtallary hoy es famoso, y ya se está trabajando en dividirla en Alto, Medio y Bajo. El caso paradigmático es el de Paraje Altamira, el rincón más preciado de La Consulta. Pero también están Vista Flores, Los Chacayes, El Cepillo y muchos más que están allí, aunque hoy no los conozcamos.

San Juan tiene sus valles tradicionales de Tulum, Ullum y Zonda, pero sin dudas el futuro está en sus flamantes valles de altura como Calingasta y El Pedernal. Dos lugares que no están muy preparados para ser visitados pero de los que ya se pueden disfrutar varios vinos.

La Rioja está de vuelta, con su "Camino de la Costa", un recorrido que rodea al cerro Velazco con varias bodegas, muchas artesanales y caseras, que reflejan la gran tradición de esa provincia vitivinícola. Allí, Chilecito sigue siendo el epicentro del vino de la provincia, y al Valle de Famatina se le han sumado Aminga y Chañarmuyo. En Catamarca la Ruta del Adobe lleva en Fiambalá a las bodegas más destacadas de la zona, aunque Chañar Punco y el Valle de Santa María empiezan a sonar fuerte. Y mientras Tucumán emerge como zona vitivinícola, San Luis comienza a proponer vinos, también cuyanos.

En Salta, Cafayate sigue siendo la referencia, un pueblo entre cerros y viñedos donde se respira Torrontés. Pero también Tannat y Malbec, entre otros. Aunque la gran novedad son sus Sauvignon Blanc y de los Altos Valles. Nuevamente la ruta 40, esta vez por tramos de ripio, lleva a Colomé, Molinos y Tacuil, donde están los viñedos argentinos más cercanos al cielo.

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Y de allí ya no solo provienen vinos intensos y corpulentos, hoy sus cualidades son similares a los mejores mendocinas, pero con identidad propia. Al igual que en Patagonia, donde el Alto Valle de Río Negro reúne a las viñas más viejas de la zona. Y gracias a ellas nacen algunos de los mejores vinos argentinos en parajes tan pequeños como Mainqué o el Valle Azul. Pero lo que le devolvió protagonismo a la región fue la irrupción de Neuquén, con San Patricio del Chañar. Un valle que hoy alberga importantes bodegas productoras.

Hay otras provincias que se quieren sumar a esta movida patagónica del vino como Chubut y La Pampa. El Bolsón y Colonia 25 de Mayo, respectivamente, son los lugares a visitar. Y el boom ha llegado a Córdoba y Entre Ríos, donde está renaciendo su tradición vitivinícola.

Pero una de las novedades salientes es lo que está sucediendo en Buenos Aires. Primero fueron las sierras, un paisaje similar a la Toscana italiana y con gran potencial, sobre todo a base de variedades de ciclo corto. Cada vez hay más bodegas que proponen una vista diferente de las serranías. En Chapadmalal, a solo 12 kilómetros del mar, se levantó una gran bodega que atare a miles de turistas que veranean en Mar del Plata. Estos vinos con influencia marítima son diferentes a todos. Pero no hace falta irse muy lejos del obelisco para ver un viñedo y disfrutar del vino, porque sobre la ruta 2 a la altura de Brandsen ya hay un proyecto agro turístico que produce sus propios vinos.

La Argentina es uno de los productores de vino más importantes del mundo, y lo mejor es que cada zona está empezando a confiar en sus propias virtudes y los destinos se multiplican al ritmo de las cosechas.

*Por Fabricio Portelli

Periodista especializado en vinos argentinos

@FabriPortelli