Inma Martínez
Alaquàs (Valencia), 19 nov (EFE).- Un equipo de coordinadores y un grupo de cocineros profesionales han logrado montar una infraestructura para cocinar unas 6.000 raciones diarias que contienen los tres macronutrientes para repartir in situ en los pueblos de la dana, con la colaboración de cientos de voluntarios que pelan, cortan, friegan, envasan y etiquetan en un despliegue organizativo similar al militar.
Simón López, cabo del Ejército especialista en alimentación militar, y entre siete u ocho voluntarios, cada uno experto en un campo (voluntarios, transporte o alimentación), gestionan la iniciativa Cocineros en Acción en una nave industrial cedida en Alaquàs por las que pasan desde 30 o 40 voluntarios entre semana hasta el centenar que llega los sábados y domingos.
Como Teresa, vecina de Alaquàs, impactada por la tragedia como tantos, que ha decidido transformar esa tristeza en alegría "al ver a tanta gente solidaria y haciendo cosas por los demás".
En esa nave, cedida por la empresa de plásticos Interval y pegada al casco urbano, recibe al voluntario una mesa "de recepción" donde comunica su nombre y número de DNI y le colocan su nombre escrito en un trozo de precinto en la camiseta. Una vez dentro, los coordinadores se encargan de dirigir por grupos de trabajo a los voluntarios, que van cambiando de tarea en función de las necesidades y del momento del día.
Es el caso de cuatro estudiantes de Ingeniería Informática, amigos de 20 años de Vilanova i la Geltrú y de El Prat de Llobregat, Adrià, Adrià, Albert y Gina, que el fin de semana pasado acudieron a colaborar porque son "jóvenes y para ayudar a la gente" y tuvieron como primera tarea pelar una gran caja de huevos duros.
De esta manera, pelar huevos, cortar queso, trocear todo tipo de frutas y verduras, fregar las enormes ollas, calderos y paellas de la primera tanda de comidas, emplatar y etiquetar se convierte en un trabajo de numerosas manos que, además, permite conocer a gente llegada de otros lugares.
"Muchos repiten, otros vienen un solo día", explica a EFE el cabo Simón López, del Ejército de Tierra, destinado en Marines-Llíria, con un perfil en Instagram ('cabocook') desde el que nació Cocineros en Acción.
Es una infraestructura provisional civil -López tiene un permiso de dos semanas y dice que mientras el Ejército no le reclame, estará ayudando-, donde llega materia prima de calidad facilitada por el Banco de Alimentos, y las cocinas militares del fabricante Arpa son manejadas, con la ayuda de un cabo primero del Ejército retirado que conoce las características de estas máquinas, por seis o siete cocineros profesionales que llevan dos semanas durmiendo en el almacén y se pasan 15 horas al día trabajando "sin ningún problema".
Vienen de Córdoba, Valencia o Murcia, de donde es José Luis, dueño de dos restaurantes, uno en Murcia y otro en Albacete: "Aquí estamos dando el callo", dice mientras explica el menú, pollo al mango con arroz y guacamole, guiso de garbanzos con carne, potaje de verdura, guiso de pollo, fideuà y arroz con verduras o con pollo.
Una cocina "de improvisación", según los alimentos que llegan, que da para 5.000 o 6.000 raciones diarias de comida que contenga los tres macronutrientes (proteína, hidratos de carbono y grasas), alimentación energética para las personas que han pasado la catástrofe, que no tienen alimentos calientes, y para voluntarios de toda España, para que no estén todos los días comiendo bocadillos.
Y que se cocina en grandes calderos, algunos de ellos prestados por una de las fiestas emblemáticas en Alaquás, el 'Porrat' de San Francisco de Paula, en abril, donde se cocina olla para todos los vecinos.
Todo ello, dice Simón López, manteniendo el orden que se usa en el Ejército y bajo unas premisas de higiene, calidad y seguridad en la alimentación para avalar que todo lo que sale tiene "la seguridad necesaria para que pueda ser consumido con fecha y tipo de producto".
Desde esta industria reconvertida ahora en almacén y cocinas profesionales, en un punto fácil por "céntrico" y por accesos, distribuyen, gracias a voluntarios con sus vehículos particulares, en prácticamente todos los pueblos afectados por la dana y también en residencias de ancianos, con el apoyo de las comisiones falleras, que conocen a la gente del barrio y saben de sus necesidades.
La ubicación también ayuda para que uno de los laterales de la nave industrial sirva de cobijo a policías, guardias civiles o militares que acuden de paisano, no con sus unidades, para colaborar en la reconstrucción de la zona afectada por la dana.
El cabo asegura que es "una auténtica fortuna" disponer de la colaboración de las empresas y de las donaciones porque sin ellos "no podría haber sido nada de esto", y señala que tres semanas después de la catástrofe, va descendiendo el número de voluntarios porque la gente "vuelve a sus vidas", por eso la logística instalada continuará funcionando hasta que se pueda mantener la producción de comida. EFE
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