Elena Camacho
Madrid, 26 oct (EFE).- El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) es una de las instituciones científicas más punteras del mundo. Acreditado con el sello de Excelencia Severo Ochoa, sus 400 investigadores lideran proyectos pioneros en investigación básica y clínica relacionados con el corazón, la máquina que sostiene al organismo.
Para su director general, Valentín Fuster, el éxito del CNIC se debe principalmente a dos aspectos: al enorme talento científico que hay en España y a un modelo de financiación importado de Estados Unidos, basado en un centro público cofinanciado por un grupo de empresas (agrupadas en la Fundación ProCNIC), "cuya ayuda nos ha permitido tener un plan de formación para el talento joven y la tecnología más avanzada", según dice.
"Creo que este modelo de financiación público-privada es un futuro importantísimo para este país", asegura Fuster a EFE con motivo de la publicación de su libro "Siempre adelante", editado por Libros Cúpula.
Pero además, subraya el cardiólogo catalán, el CNIC debe su éxito a un tercer aspecto: ha sabido acabar con "esa especie de esquizofrenia que ha habido siempre en España y otros países de mantener separada completamente la investigación básica de la clínica".
"En el CNIC, los equipos de trabajo tienen investigadores básicos y clínicos, y esto está siendo un éxito, un éxito que en realidad no me esperaba, pero que ha sido posible por un sustrato muy importante que es el talento de la investigación en España. Con eso, uno puede conseguir todo", afirma Fuster.
"Aunar la investigación básica y clínica atrajo a investigadores de mucha calidad en los dos ámbitos e hizo posible que se pudiera trasladar el conocimiento que generamos al cuidado del paciente y a la salud pública de una forma bastante rápida", resume Fuster.
De este modelo de trabajo han surgido dos de los proyectos más importantes del CNIC: el PESA, que desde hace años controla la salud de los empleados del Banco Santander con una tecnología no invasiva desarrollada por el centro para identificar los factores biológicos y genéticos de la enfermedad cardiovascular, y la polipíldora, "un proyecto carísimo" que dio lugar a un fármaco tres en uno, barato y con pocos efectos secundarios, y que previene los eventos cardiovasculares tras un infarto.
Pero Fuster es mucho más que el CNIC. Es director general del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai de Nueva York, miembro del Instituto de Medicina de la Academia Nacional Americana de Ciencias, editor jefe de la revista Nature Reviews Cardiology, Doctor Honoris Causa en 26 universidades y Premio Príncipe de Asturias de Investigación, entre otras muchas cosas.
"Siempre adelante" es un viaje por su trayectoria personal, desde el patio de la casa de su infancia en el barrio de Pedralbes de Barcelona, donde sus padres regentaban un sanatorio mental, pasando por su frustrado intento de dedicarse al tenis profesional.
O sus años de formación académica en Liverpool y Edimburgo, hasta su desarrollo profesional en algunos de los hospitales más importantes de Estados Unidos (la Clínica Mayo, en Minnesota, el Hospital General de Massachussetts, en Boston, y el Mount Sinai de Nueva York).
Este libro "nos ilumina el camino de la vida en primera persona y hace tangibles los ingredientes de la resiliencia humana. Con lenguaje claro, emotivo y ameno comparte sus andaduras, sus conquistas, sus derrotas y sus aprendizajes vitales. Nos advierte que vivir requiere ir superando escollo tras escollo", avanza el prólogo del profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York Luis Rojas Marcos.
Pero Fuster advierte: "no es una biografía", sino una compilación de experiencias entendidas como "los éxitos, fracasos y decepciones de una vida" y que pueden servir de "linterna" para la gente joven, que debe saber que es importante "ir hacia adelante y superar los obstáculos de la vida" con resiliencia o capacidad de adaptación.
Y tras "más de sesenta años dedicado a escudriñar una máquina incansable, tan asombrosa como misteriosa", y de apostar en los últimos años por numerosos proyectos educativos y sociales para promover los buenos hábitos de vida y concienciar sobre la importancia de la prevención de las enfermedades cardiovasculares, ¿qué le queda por hacer a alguien que prácticamente lo ha conseguido todo?. "Me quedan varias cosas", relata Fuster a EFE.
"Siempre pienso en la cantidad de personas interesantes que he conocido en mi vida y en las que no he podido profundizar. Eso es algo que me gustaría hacer, conocer más gente e interrelacionarme con más gente a un nivel contemporáneo", y a partir de ese pensamiento surgió "un sueño que mi familia, que me conoce muy bien, sabe que haré", avanza Fuster.
"Si la vida me lo permite, quiero desarrollar un espacio en el que haya una librería, una floristería y una cafetería en la que te puedas sentar con un excelente café a leer un buen libro", comenta.
La floristería porque las plantas son su debilidad, la librería porque siempre ha sido un hombre de libros (también de historia y filosofía) y una cafetería "en la que poder leer, encontrarse, debatir o quedar. Un lugar para compartir", resume Fuster. EFE