Vallejo perfila un libro de salud y humanidades a los 5 años de 'El infinito en un junco'

Irene Vallejo trabaja en un nuevo ensayo que explora la conexión entre creatividad y salud, mientras celebra el éxito de 'El infinito en un junco', que se ha traducido a 25 idiomas

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Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 25 oct (EFE).- Hace cinco años que Irene Vallejo publicó el exitoso ensayo 'El infinito en un junco', "un insólito cúmulo de causas perdidas", dice, cuya promoción frenará el próximo año para acometer otra obra que tiene "bastante perfilada" y versará, cuenta a EFE, sobre "la relación entre creatividad, salud y humanidades".

Ediciones Siruela, con la que publica la autora zaragozana, organizó este jueves un encuentro con prensa para festejar el aniversario de la publicación de un ensayo sobre la historia del libro que acabó convertido en una bomba traducida a 25 idiomas y que cuenta, solo en su editorial española, con 51 ediciones, y con 1,2 millones de ejemplares vendidos en el mundo.

Embarcada en una promoción incesante e internacional, Vallejo -"estoy viviendo una experiencia que nadie me garantiza que pueda tener en otra ocasión en la vida"- explica que tiene "muchas notas y la idea bastante perfilada", preguntada en una entrevista previa si se plantea una obra de ambición similar.

"Me interesa la relación entre creatividad, salud y humanidades, un terreno que desde la pandemia ha tomado mucho cuerpo", remarca la filóloga, que tiene en mente frenar sus viajes y concentrarse en la escritura a partir del año que viene para analizar "cómo se conectan las ideas con la forma en la que afrontamos las fragilidades", remarca.

Será la vuelta de Irene Vallejo a este tipo de escritura, tras unos años volcada en artículos, promociones y obras como el 'Manifiesto por la lectura', de 60 páginas, que ganó el Premio Nacional de Ensayo en 2020.

Para la escritora nacida en Zaragoza en 1979 -y que ha querido conscientemente, junto a su pareja, permanecer allí- 'El infinito en un junco' es un libro "insensato" que escribió como "despedida" a un mundo que amaba y casi sin esperanza de publicarlo.

Lo empezó cuando su hijo nació con graves problemas y ella pasó sus primeros cinco años de su vida entre casa y el hospital, donde él estuvo tiempo en la incubadora. "Mi vida se había hecho añicos y yo trataba de afianzar cada día una salud mental tambaleante", relata.

Este niño está en el centro de la creación literaria de Vallejo, y a él estaba destinado otro libro que Siruela acaba de editar, 'El inventor de viajes', basado en las 'Historias verdaderas', de Luciano de Samósata. La escritora le regaló la obra a su hijo, que ahora tiene diez años, cuando nació. "Fue una manera de darle una bienvenida al mundo de la mejor forma que sé hacer", argumenta.

Gracias a ello, se ha reencontrado con la literatura infantil y juvenil, "y ha sido fantástico porque me he dado cuenta de que no es solo para niños, ni mucho menos", remarca Vallejo, que se declara "una grandísima defensora de los cuentos en voz alta" y de nutrir el gusto por la lectura con "buenos cuentos, de calidad".

A su juicio, este tipo de rituales crean "un vínculo muy profundo con el niño" y le demuestran que "a los adultos su fantasía nos importa, y es una experiencia que une y siembra en los más pequeños conocimientos, ideas, fantasías, preguntas", enumera.

Tanto en 'El inventor de viajes' como en 'La leyenda de las mareas mansas', Irene Vallejo conecta con los clásicos griegos (en el segundo caso con Ovidio), porque cree que las historias de la mitología son "intemporales".

"Sé que hay muchos lectores que buscan personajes cercanos a su propia experiencia, y en ese sentido los libros son espejos. Pero también son ventanas que se abren a otros paisajes, otras épocas, otros mundos, otras experiencias. Y eso también hay que nutrirlo porque nos permite ensanchar horizontes", dice la escritora.

Vallejo es una apasionada de la tradición oral y el cuento, y como tal concibió también 'El infinito en un junco': "Quería darle el tono de los cuentos que me contaba mi madre antes de dormir. Eran las mil y una noches de los libros, tejidas con personajes que no eran normalmente los protagonistas de la historia", dice la escritora, que deja claro que "este libro no habría existido en otro contexto, y sobre todo sin la sanidad pública que cuidó de mi hijo". EFE

(vídeo)(foto)

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