Oviedo, 23 oct (EFE).- Los científicos distinguidos con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024 por los avances que han permitido el desarrollo de fármacos contra la diabetes y la obesidad como Ozempic consideran que ahora se están abriendo nuevas fronteras para que sus descubrimientos puedan ayudar a tratar enfermedades neurodegenerativas como el parkinson o el alzheimer.
Los científicos Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman y los químicos Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov, cuatro líderes mundiales en el campo de la endocrinología, se encuentran en Oviedo para recibir el viernes el Premio de Investigación Científica y Técnica, galardón que les fue concedido junto a Joel F.Habener, por su contribución al desarrollo de medicamentos frente a la obesidad y la diabetes que "están mejorando la calidad de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo".
Friedman ha sido pionero en establecer la base genética de la hormona que regula el apetito, mientras que Drucker, Holst y Mojsov (Habener también) han estudiado el efecto de determinadas hormonas que regulan la secreción de insulina y consecuentemente los niveles de glucosa.
Sus descubrimientos han revolucionado el tratamiento de la diabetes de tipo 2 al permitir el desarrollo de fármacos que además demostraron jugar un papel activo en la reducción del apetito y para la bajada de peso, cuestiones sobre las que se han pronunciado este miércoles en un encuentro con los medios de comunicación celebrado en la capital asturiana.
"Estamos muy emocionados porque podría ayudar a combatir también enfermedades neurodegenerativas como el parkinson", ha reconocido Mojsov (Skopie, Macedonia del Norte, 1947), que espera que en pocos años haya respuestas sobre su eficacia, como las conseguidas con la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.
Para esta especialista en la síntesis de péptidos, se está abriendo toda una era de investigaciones en este campo, pero también en otros relacionados con investigaciones psquiátricas y de adicciones ha subrayado el doctor Drucker (Montreal, 1956), que combina investigación y docencia en la universidad de Toronto y que considera que se está viviendo "un momento muy especial" en su campo de trabajo.
"Sin lugar a dudas estamos ante un desafío para la sociedad", ha añadido al referirse al hecho de que el 95 por ciento de la población mundial no tiene acceso o no puede permitirse pagar por este tipo de medicamentos inyectables, que aún deberán pasar entre tres y cinco años para que puedan presentarse en versiones más baratas y fáciles de comercializar, como pastillas.
Friedman (Orlando, 1954) ha incidido en que el objetivo es mejorar la salud de los pacientes y que la gran pregunta es cómo conseguir que llegue a la mayor parte posible, algo que también está presente en la Organización Mundial de la Salud, que está cuantificando cuánto cientos de miles de vidas se salvarían con su generalización.
Sobre este asunto, Mojsov ha reconocido que las farmacéuticas deberían buscar la manera de fabricar de forma más rápida y barata estos péptidos, algo que se verá facilitado cuando caduquen las patentes.
La rapidez, han reconocido, se impone en un momento en el que la alta demanda está provocando unos problemas de abastecimiento que no se solucionarán en un plazo inferior a uno o dos años, el tiempo que se tardará en adecuar costosas instalaciones para su fabricación, aunque aún deberá pasar algún año más para asegurar la comercialización, ha precisado Drucker.
"Por desgracia hay mucha gente que necesita mucho más que una dieta para perder peso", ha afirmado el científico canadiense, que ha advertido de que hay que ponderar bien los pros y los contras a la hora de dar este tipo de medicamentos a niños y adolescentes.
Muchos de estos medicamentos están aprobados para niños de entre 12 y 18 años y también funcionan en niños de 6 años con diabetes u obesidad, pero hay que ponderar las consecuencias de no tratarlos, ha subrayado Dricker, mientras que Holst (Copenhague, 1945) ha señalado que se está viendo cómo en adolescentes obesos resistentes a otros tratamientos están dando "resultados maravillosos"
Friedman ha insistido en que si se pierde peso se reduce el riesgo de enfermedades asociadas, como el infarto de miocardio y en que hay que centrarse en las ventajas que ofrece para la salud y no por estigma que suponen los kilos de más.
"No sueño con un mundo sin obesidad, sino con un mundo en el que todos tengamos una mejor salud y no haya estigmas", ha afirmado el investigador estadounidense tras señalar que la obesidad no es una elección y que tiene causas biológicas, por lo que no debería ser motivo de estigmatización.
En la actualidad, siguen investigando por qué algunas personas necesitan más tiempo o por qué recuperar peso cuando dejan de tomar estos medicamentos, pero según Drucker "se están dando pasos de gigante".
Holst también ha reconocido que se estima en un año y medio el tiempo necesario para adelgazar el máximo y que en ese momento es necesario cambiar el estilo de vida y hacer algo de ejercicio para conseguir mantener el peso, mientras que Mojsov ha destacado la necesidad de enseñar a los niños a comer bien y a tener salud desde que van a la guardería. EFE
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