Madrid, 18 oct (EFE).- Al hablar de contaminación, uno se refiere "al plástico o el aire", pero se olvida "del ruido", porque no se ve y, sin embargo, constituye un "grave problema de salud pública", denuncia en entrevista con EFE la presidenta de la asociación Juristas contra el Ruido, Yomara García Viera.
La asociación participa en el primer congreso de la Federación de Asociaciones contra el Ruido este sábado en el Ateneo de Madrid con participación de organizaciones, juristas, ingenieros y otros profesionales para abordar este problema en zonas residenciales, centros urbanos y cascos históricos.
García Viera explica que las personas que toman conciencia de sus derechos y reclaman, así como las campañas de sensibilización, han aumentado en los últimos años pero "la sociedad sigue mirando para otro lado, salvo cuando uno sufre el problema en primera persona".
Así, en redes sociales "todavía detectamos presiones, insultos y una falta de empatía absoluta con las personas afectadas por la contaminación acústica", dice, a las que se las tacha de "tiquismiquis, hipersensibles o antisociales" y eso demuestra que "todavía queda mucho por hacer", afirma.
Durante el congreso se presentará la aplicación 'NoiseCapture' (Captura de ruido) desarrollada por el laboratorio UMRAE (Unidad mixta de investigación acústica medioambiental, por sus siglas en francés) integrado por expertos franceses de la Universidad Gustave Eiffel de París y el Cerema (Centro de estudios y asesoramiento en riesgos, por sus siglas en francés).
Esta aplicación permite elaborar "mapas colaborativos, mapas de ruido del ocio" con datos aportados por los propios ciudadanos gracias a los sonómetros calibrados previamente en sus teléfonos inteligentes y con los cuales se puede analizar en tiempo real.
"Hemos solicitado que la directiva europea los incluya en España", asegura, porque "aquí existen a nivel industrial, de tráfico, etcétera, pero no hay muchos de ocio", aunque la legislación lo permite, y así se podrá "visibilizar el problema que tienen los ciudadanos en el día a día", aunque si es preciso llegar a un procedimiento judicial, "siempre será necesario un informe pericial de un ingeniero acústico", advierte.
A la hora de buscar responsabilidades respecto a la reducción de la contaminación acústica "los Ayuntamientos son las administraciones a las que primero hay que acudir, porque tienen la competencia", señala García Viera.
La Ley de Bases de Régimen Local les adjudica "el control, la inspección y la sanción en materia de ruido y contaminación acústica" por lo que "deben diagnosticar, hacer una foto del problema en sus municipios" y actualizar esta acción cada cinco años.
Para ello "deben dotarse de medios humanos y técnicos, tener sonómetros y realizar mediciones, inspeccionar actividades, y realmente hemos constatado por todo el territorio nacional que esto no ocurre", manifiesta esta jurista especializada, quien además destaca que "los expedientes tardan" en resolverse y los ciudadanos afectados por "un viacrucis administrativo" aguantan "hasta dos años antes de acudir a despachos especializados de abogados para reclamar" ante estos retrasos municipales.
"Tener licencia no significa que se puedan superar los niveles legales de ruido, no es una autorización para contaminar". Sobre todo si, como sucede "en muchas ocasiones", no coincide la petición de apertura de un negocio con la realidad y "a veces se comunica al Ayuntamiento que se va a montar una cafetería y luego es un pub con un DJ".
En algunas estadísticas España figura como el segundo país más ruidoso del mundo tras Japón pero "aunque se suele repetir, eso es un bulo" porque "para determinar qué países son realmente los más ruidosos hay que analizar y hacer estudio de las distintas fuentes de ruido" y hay muchas: tráfico, aviones, terrazas, festivales, y no todas cuentan con los pertinentes estudios para comparar con seguridad, insiste.
"Sí hemos detectado en los últimos tiempos un incremento considerable de contaminación acústica, pero esto ocurre en otras ciudades europeas", como las francesas y alemanas, donde han surgido también asociaciones para enfrentar este problema.
Lo paradójico es que las normas para luchar contra el exceso de ruido "existen pero no se aplican" pues la contaminación acústica "se minimiza, se trata como un efecto secundario" pese a "afectar gravemente a la salud, ya que implica ingresos hospitalarios, acorta la vida, está relacionado con la demencia, el ictus y los problemas cardiovasculares."
Los responsables públicos "suelen contemporizar afirmando que hay que equilibrar, conciliar, compatibilizar" el ocio con el descanso ciudadano pero "es un debate erróneo: realmente estamos en presencia de derechos fundamentales que son jerárquicamente superiores al ocio", concluye. EFE
(foto)
(Recursos de archivo en www.lafototeca.com cód 21986118 y otros)