Barcelona, 16 oct (EFE).- El riesgo de baja médica en España durante los días de calor extremo ha disminuido de un 19% a un 13% entre 1989 y 2019, en comparación con los días de temperaturas moderadas, ha informado este miércoles un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
El centro impulsado por la Fundación "la Caixa" sugiere que las personas que trabajan en España se han ido adaptando a las temperaturas más altas, cambio posiblemente asociado a la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en 1997.
Esta ley decretó la obligación pública de velar por el cumplimiento de la normativa de salud laboral mediante inspecciones rutinarias, reforzó el derecho de los trabajadores a medidas de protección y formación, y promovió la creación de planes de acción en empresas de alto riesgo.
El análisis concluye que la adaptación al calor no se ha dado por igual en todos los grupos y que los trabajadores de la agricultura y la hostelería son quienes corren más riesgo de sufrir un accidente laboral por calor.
Esto puede responder a la falta de sueño, la fatiga, la deshidratación, la disminución del rendimiento psicomotor, la pérdida de concentración o la reducción del estado de alerta por la tensión térmica durante las horas de trabajo.
La investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, Constanza Vielma, ha explicado que estudiar esta relación entre temperaturas y accidentes laborales resulta "especialmente relevante en España por sus temperaturas de verano relativamente altas, sus ciclos económicos con recesiones intensas y prolongadas y su diversidad climática y socioeconómica".
El análisis asoció la temperatura media y las bajas médicas por accidente laboral de 48 provincias españolas a lo largo de 32 años, entre 1988 y 2019.
El equipo observó que las temperaturas a las que se producen menos accidentes laborales en España se sitúan entre los 10 y los 12 grados centígrados.
En consecuencia, consideraron que el aumento en el número de accidentes laborales que se producía fuera de ese rango de temperaturas óptimas estaba relacionado con el frío o con el calor.
Sin embargo, el número de accidentes atribuibles al calor o al frío fue disminuyendo de forma constante desde 1989, atribuyéndose el 2,7 % de todos los accidentes al calor y el 0,3 % a temperaturas más frías.
El estudio confirma que los efectos del calor sobre la salud están condicionados por las desigualdades entre provincias y los determinantes sociales.
Los trabajadores de los sectores donde hay más exposición, como la agricultura, la construcción y la hostelería, corren un riesgo desproporcionado de sufrir accidentes en verano.
Estos trabajos son más comunes en las regiones de España menos desarrolladas económicamente, más meridionales y, por lo tanto, más calurosas.
Los empleados de la agricultura y la hostelería presentaron un riesgo relativamente alto (17% y 21 %, respectivamente) de accidente laboral en el periodo 2015-2019, en comparación al riesgo general de todos los trabajadores (13%).
Los trabajadores varones, los menores de 35 años y los que tenían menos de un año de experiencia presentaban mayores riesgos de sufrir accidentes de trabajo en condiciones de calor extremo que sus homólogos.
Una posible explicación es la mayor proporción de hombres jóvenes que hay en los puestos de trabajo físicamente exigentes que se desarrollan al aire libre, con exposición a temperaturas extremas.
Las mujeres serían más propensas a adoptar medidas preventivas, y en general, más conscientes de los riesgos laborales asociados a la temperatura.
La investigación apunta, asimismo, que en las provincias españolas que tienen mayor porcentaje de población con estudios superiores los trabajadores presentan menor vulnerabilidad al calor extremo.
También que los empleos en estas provincias presentan en general menos riesgos y, finalmente, que existe una mejor salud subyacente de la población en estas provincias. EFE