Belén Toimil pasa página de París 2024 y mira al futuro desde el aprendizaje

Belén Toimil reflexiona sobre su experiencia en los Juegos Olímpicos de París, superando la frustración por su actuación y enfocándose en nuevos desafíos en su carrera atlética

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Fernando Pérez Soto

León, 5 oct (EFE).- La plusmarquista nacional de lanzamiento de peso, Belén Toimil, llegaba a sus segundos Juegos Olímpicos en París situada en "una nube de ilusión" después de haber acariciando la medalla en el europeo de Roma, pero no tuvo su día y acabó, según ha declarado a EFE en su primera entrevista tras su participación en la capital francesa, "decepcionada y frustrada, pero también orgullosa de haber completado otro ciclo olímpico".

La lanzadora gallega prefirió aislarse desde el 8 de agosto cuando vivió un día muy amargo, que no escondió en sus primeras declaraciones a TVE en el propio estadio en las que sacó a relucir toda su rabia por quedarse en la fase de clasificación con un pobre lanzamiento de 16,83, casi dos metros por debajo de lo que había acreditado solo unas semanas antes en el nacional y de su plusmarca personal que domina el peso femenino español en la actualidad.

"Me hacía falta desconectar", repite la atleta de Mugardos, que hace tan solo poco más de una semana reanudaba su rutina habitual en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de León, donde modela su preparación ya desde hace años, ahora a las órdenes de Víctor Rubio.

Echando -casi obligada- la mirada atrás, Toimil reconoce que el último mes previo a los Juegos fue "muy duro, sobre todo mentalmente", porque en su puesta a punto final se sintió sola, sin el acompañamiento de sus habituales compañeras y compañeros de entrenamiento que ya habían dado por concluida la temporada sin lograr el premio que ella iba a disfrutar.

 Una preparación condicionada

 "Les eché de menos y desde que en el campeonato de España lancé 18,75 y todo parecía encaminado a hacer grandes cosas, con el sueño de estar en una final olímpica por el que entreno como lo hago, pero en la pista no era capaz de recuperar los niveles de chispa, de reactividad, porque no era algo físico, sino que veía que la cosa no iba y por eso llorar casi se convirtió en algo normal en el día a día por la frustración", relata.

Aún así, estaba convencida de que en la competición resurgiría el gen inconformista del que siempre ha hecho gala y aparecería su mejor versión "intentando disfrutar de una experiencia única".

"En Tokio fue muy diferente, solo iba enchufada a la competición y, dadas las circunstancias que había por la postpandemia, todo fue muy rápido y sin saborear", explica.

Llegó la cita olímpica esperada y también la "decepción, la rabia, al ver que el trabajo se desmoronaba en un día y además comprobando que era alcanzable el paso a la final -se fijó la marca en 18,16-", recuerda.

Apoyos para la reflexión

A partir de esa fecha y a pesar de tener tiempo de vivir su segunda experiencia olímpica, ésta más extensa que la anterior, optó por buscar espacio para la tranquilidad, para la reflexión, viajando incluso fuera de España, aunque desde la lejanía y pese a su aislamiento, fuera consciente del apoyo recibido desde los primeros instantes.

"Desde luego que sentí el apoyo y eso me ayudó a verlo de otra manera y ser consciente de que ya solo estar en unos Juegos Olímpicos es un privilegio que tienen muy pocos deportistas y supe valorarlo y dejar de flagelarme", resume.

Toimil, la mejor lanzadora de peso española de todos los tiempos, así lo atestigua su registro y haber rozado metal en un europeo al aire libre, mira hacia el futuro con optimismo, también con ilusión hacia una nueva temporada, sin fijarse retos como el de la barrera de los 19 metros.

La nueva campaña se presenta con un mes de marzo especialmente intenso y un europeo, un mundial y una Copa de Europa de lanzamientos como objetivos principales. EFE

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