Pascual Ibáñez, sommelier y catador profesional, elige la mejor marca de fabada enlatada (@pascualibanez, Wikimedia Commons)La fabada asturiana — o fabada, a secas - es un plato tradicional de la comida asturiana. Se prepara con fabes, una variedad de judías de color blanco cremoso, forma arriñonada, larga y aplanada, con un tamaño grande, aunque menor que el de los judiones; embutidos como chorizo y la morcilla asturiana, y con cerdo.
En general, debido a su contundencia y su alto contenido de grasas y calorías, se considera un plato invernal y se sirve, caliente, como almuerzo. Se asume que se lleva comiendo en la región desde, al menos, el siglo XVI, aunque la primera referencia escrita a este plato datan del siglo XIX, figurando en distintas notas de prensa de El Comercio, un diario gijonés en el que se la menciona como un plato popular asturiano.
La primera versión enlatada de este alimento - al menos de la que se tenga constancia - llegó de la mano de Campanal (una empresa española de elaboración de conservas y platos preparados) hará algo menos de un siglo. Y se ve que fue todo un acierto, porque a día de hoy existe tanta marca y tanta variedad de este plato enlatado que se ha vuelto un tanto difícil elegir. Es normal, al final, si se van los ojos entre tanta alternativa, sin saber si se tomará la decisión correcta, y es que, a la hora de comer, a mucha gente le cuesta no sentirse apabullada por la posibilidad de elegir un plato y acabar arrepintiéndose.
Fabada asturiana tradicional (Studioimagen73/Shutterstock)Por suerte, hay un experto que, recientemente, ha decidido acabar con cualquier duda de una vez por todas. Pascual Ibáñez, un reconocido sommelier y profesor de catas, se ha sentado a la mesa con las tres marcas más famosas de fabada enlatada y, basándose en todas esas cosas que los catadores profesionales ven mejor que nadie (el olor, el color, la textura, entre otros aspectos) ha elegido la mejor opción en un vídeo publicado en su perfil de Instagram (@pascualibanez).
La primera marca que probó el catador fue Auchan, la blanca del Alcampo. Y, aparentemente, no promete mucho, ya que nota, de primeras, un olor a “fondo de olla cuando se pegan las alubias”. Pero, además, el especialista añade que el caldo es insuficiente en cantidad y demasiado espeso. Tocino escaso, fabes blandas, y en cuanto a su sabor, que según quien es lo más importante, muy soso.
A continuación, Ibáñez prueba la fabada de Carretilla, sobre la cual asegura que “visualmente es la menos atractiva”. Pero no se queda ahí, porque asegura que el caldo le huele a embutido recocido y, además, es especialmente escaso, de textura arenosa; y la morcilla y el chorizo, insípidos y pegajosos. “Sobre el tocino creo que no vale la pena comentar”, añade.
Finalmente, termina su cata con la marca Litoral. De primeras, a nivel visual ya le gusta más, por el tamaño de las fabes, más grandes y enteras; por la cantidad de caldo, que además, añade, presenta tonos ahumados que le recuerdan al plato propiamente dicho. Más chorizo, más morcilla, más tocino: todos en su cantidad adecuada. Y finalmente, da su veredicto sobre su sabor, que asegura le resulta el más similar al original. Queda claro, entonces, el ganador: Litoral se lleva el punto en todas las categorías.
Realmente, algo de sentido tiene, porque las diferencias de calidad se ven reflejadas en los precios de cada marca. Una lata de 440 gramos de la fabada de Auchan sale 1,40 (lo que equivale aproximadamente a un precio de 3,18 euros el kilo); una de 435 gramos de la marca Carretilla cuesta 2,33 euros (unos 5,35 euros el kilo); y una lata de 450 gramos de la de Litoral, ganadora de esta cata, cuesta 2,55 euros (unos 5,60 euros el kilo).