Qué es la terapia larval, el tratamiento con gusanos para curar heridas que tiene su origen en el Imperio maya

Esta terapia utiliza larvas de mosca que se alimentan de los tejidos muertos de las heridas y respetan los sanos

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Larvas de mosca (AdobeStock)
Larvas de mosca (AdobeStock)

Cerca de 15.000 personas en Europa reciben cada año un tratamiento con gusanos para curarse las heridas. A pesar de lo excéntrico que pueda parecernos esta terapia, se aplica desde hace siglos y su uso está experimentando un aumento desde 1980, especialmente a raíz de la resistencia a los antibióticos. La terapia larval hace uso de larvas de mosca para desbridar úlceras y heridas con tejido desvitalizado o necrótico, es decir, con células muertas.

La Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV) explica que la larvoterapia disminuye la actividad bacteriana de las heridas e inhibe el biofilm bacteriano (comunidades de microorganismos), al mismo tiempo que estimula el tejido de granulación. Este tipo de tejido conectivo es el que se forma durante la fase de proliferación de la curación de las heridas, por lo que es esencial para la reparación y regeneración del tejido dañado.

Las larvas que se utilizan proceden de la mosca verde (generalmente la Lucilia sericata), que tras una desinfección química que asegure que están libres de gérmenes, son seguras y eficaces para los tratamientos. Estos gusanos actúan de manera selectiva, es decir, que se alimentan únicamente de tejido muerto y respetan el sano, por lo que se trata de un desbridamiento menos agresivo.

Son varios los países de todo el mundo en los que se crían en condiciones de esterilidad estas larvas, como Inglaterra, Alemania, Suiza, Australia, Estados Unidos, Chile, Argentina, Canadá o Tailandia. En España, la terapia larval solo está permitida a nivel de estudios de investigación y en pacientes como uso exclusivamente compasivo (personas que no pueden ser tratadas correctamente con otro fármaco) tras firmar un consentimiento.

Los estudios más recientes han demostrado que la larvoterapia puede emplearse en distintas heridas, como varios tipos de úlceras o incluso quemaduras de tercer grado. En todas estas lesiones, el tratamiento con gusanos tiene una función desbridante bastante rápida y eficaz. Sin embargo, los expertos de la UCV aseguran que la terapia larval “puede ver asociada a un cierto grado de dolor que manifiesta el paciente, especialmente durante los primeros días; de ahí que se hace necesario una pauta analgésica, según tolerancia”.

Desde los mayas a la Primera Guerra Mundial

Los primeros registros de la aplicación de la terapia larval se han encontrado en la civilización maya y en los aborígenes australianos. El imperio que gobernó en gran parte de América Central hacía uso de esta técnica para curar las heridas, aunque el método era bastante diferente a como se realiza actualmente. Para ello, los mayas bañaban tejidos en sangre de animales sacrificados, los exponían al sol para atraer a las moscas y demás insectos y posteriormente los aplicaban en las heridas de las personas.

La larvoterapia traspasó las fronteras de América y Australia, pues desde la Edad Media este tratamiento también se utilizó en Europa manteniéndose durante siglos hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Los gusanos se convirtieron así en un aliado para curar las heridas de guerra o las infecciones que se producían en las trincheras.

Un caso de larvoterapia en España

El estudio de la UCV surge a raíz del caso clínico de un paciente de 76 años que, con una lesión en la cara anterior de la pierna y con abundante tejido esfacelado y posible biofilm, se decidió iniciar el tratamiento con gusanos. Se realizaron cambios de apósitos y bolsas con larvas cada 48 horas durante la primera semana y cada 72 horas la segunda. Tras dos semanas con el tratamiento, se observó una disminución de los niveles de exudado (el líquido que se filtra desde los vasos sanguíneos hacia los tejidos cercanos) y una reducción del dolor, así como la aparición del tejido de granulación.

Como concluyen, “debido a las propiedades antimicrobianas que se asocian al ácido gástrico de las larvas, ha sido posible obtener estimulación del tejido de granulación, a las dos semanas de tratamiento”.

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