Uno de cada diez alumnos sufre bullying en España. Según el estudio La opinión de los estudiantes publicado en septiembre con datos del curso 2023/2024 por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR, el 9,4% de los escolares españoles afirma que él o uno de sus compañeros está sufriendo acoso escolar, ya sea de forma presencial o a través de las redes sociales. La mitad sus los compañeros (un 47%) reconoce que no hace nada para remediarlo y uno de cada tres (28,6%) piensa que el profesorado no actúa.
El I Estudio sobre el acoso escolar y el ciberacoso en España en la infancia y la adolescencia de la Fundación ColaCao y la Universidad Complutense de Madrid muestra que cuatro de cada diez víctimas de acoso escolar (38,2%) no acude a nadie para pedir ayuda. Detrás de esta decisión se encuentra el miedo (68,8%)y no querer preocupar a su familia (42,3%). Pero además, una de cada tres víctimas (33,9%) no lo contó por pensar que no iba a servir de nada y una cuarta parte por no ser chivato (27,7%) o por no saber a quién pedir ayuda (24,7%).
Cómo saber si mi hijo sufre acoso en la escuela
Con estos datos sobre la mesa, toda atención es poca. Los padres deben mostrar especial atención ante los cambios que puedan experimentar los menores para poder remediar la situación lo antes posible. La Fundación ANAR, que brinda atención a través de una línea telefonía a la que pueden acudir niños, niñas y adolescentes que atraviesan situaciones complicadas, entre ellas el acoso escolar, detalla que hay síntomas que nos pueden hacer sospechar que un niño padece esta situación:
- El menor se aísla o no se relaciona como antes.
- Dice que tiene enfermedades psicosomáticas, como el dolor de barriga o de cabeza, que pueden ser indicadores de ansiedad relacionada con el acoso.
- Pone excusas para no ir al colegio o al instituto.
- Cambia el carácter y su forma de ser de forma drástica. En este sentido se pueden observar sentimientos de tristeza, de ira o desgana. También puede volver más introvertido y mostrarse preocupado, con una mirada huidiza.
- Evita hacer actividades que antes le gustaban y experimenta el aislamiento social.
- Vuelve del colegio con material roto o perdido y no da explicaciones claras de cómo ha sucedido.
- Disminuye su rendimiento académico al sufrir dificultades para concentrarse.
- Presenta cambios posturales o cambia sus hábitos de vestimenta para cubrirse y esconderse.
Estos síntomas se asocian al acoso escolar, pero también pueden esconder otro tipo de problemas en el desarrollo del día a día del menor. De modo que, si hay sospechas, el primer paso es tantear al niño sin transmitirle ansiedad ni preocupación, para que el no tema ni esconda detalles.
Qué hacer si sospecho que mi hijo sufre acoso
El manual para madres y padres de ANAR recoge una serie de pasos a seguir para que sea el menor el que explique cuál es la situación que está atravesando. En primer lugar, es vital establecer una comunicación cómoda y fluida. Se le puede preguntar por las clases y cómo ha ido el día, de manera que cualquier variación nos ponga en alerta. En caso de sospecha, se pueden introducir preguntas más concretas sobre sus compañeros o el desarrollo de los recreos. “Si estamos preocupados,es importante verbalizar la preocupación desde la tranquilidad y la calma, sin adornarla”, explican con ejemplos como: “Me preocupa que pueda estar pasándote algo, te veo preocupado, con la cabeza en otra parte, ¿hay alguien que te está molestando en clase?”. Es importante que el menor no sienta la angustia de los padres para que la situación no se magnifique y no esconda ningún hecho.
Si empieza a contar episodios preocupantes, se debe establecer si se trata de un caso aislado o de acoso escolar, que se caracteriza por la existencia de un agresor o agresores que hacen daño de forma consciente y provocan la sensación de indefensión por parte de la víctima, en una situación que se mantiene en el tiempo.
En caso de que se trate de bullying y, por lo tanto, precise de la atención de adultos, se deben tener en cuenta varias pautas. “Recuerde que nunca se debe resolver el problema por nuestra cuenta, llamando a otros padres o compartiéndolo a través de un grupo de WhatsApp, entre otras cosas, porque en caso de haber delito se pueden destruir pruebas”, explican. También es importante acudir en primer lugar al centro para compartir la información con del tutor y el equipo directivo. El protocolo del centro escolar variará en función de la comunidad autónoma de residencia. No obstante, si el centro no se muestra con la predisposición necesaria, el siguiente paso sería acudir a una inspección educativa o interponer una denuncia, en última instancia.
Una vez se activen los protocolos, es importante valorar si el niño o niña necesita asistencia psicológica para trabajar las dificultades y el desarrollo de habilidades sociales que les permitan establecer nuevos vínculos. Un 85% de los casos en los que el alumno es cambiado de centro escolar, vuelve a sufrir la misma situación en el nuevo centro. Por ello, aunque lo ideal sería quelas escuelas y aulas se convirtieran en espacios sanos y seguros, la solución más eficaz es que el menor también desarrolle habilidades sociales para generar vínculos y poder enfrentar este tipo de situaciones.