“El día que supe que estaba embarazada, también descubrí que tenía cáncer en etapa 4. Un shock. De las mejores noticias a la más mala en 25 segundos”. Esto fue lo que escribió en sus redes sociales Deborah Vanini, una mujer de 38 años de Como (Italia), el día que nació su hija Megan. Ella y su pareja, Massimo Chinaglia, llevaban dos años buscando tener un niño, por lo que la noticia de que por fin estaba embarazada había despertado en ellos una completa ilusión. Sin embargo, fue efímera, ya que las siguientes palabras que escuchó Deborah es que tenía cáncer: “A partir de ahí, la oscuridad. Meses y meses de pruebas, días de hospitalización, visitas agotadoras y dolorosas, impedimentos físicos, drogas, una avalancha de fármacos, la mayoría incompatibles con el embarazo”.
Fue entonces cuando Deborah y Massimo tuvieron que tomar una decisión: si continuaba con el tratamiento, posiblemente Megan no sobreviviría, pero, si decidían prescindir de la quimioterapia, el cáncer de Deborah podría debilitar gravemente su salud y no completar siquiera el embarazo. “Me dijo: ‘demos a luz a nuestro bebé, luego pensaré en mí’”, explicó Massimo en una reciente entrevista con el medio Il Corriere della Sera. “Deby siempre puso a los demás primero. Ella siempre pensó en los demás antes que en ella misma. También lo hizo por nuestra hija. Eligió protegerla en lugar de preocuparse. Pasamos noches llorando. Tenía miedo. Pero nunca tuvo dudas sobre su elección. Yo tuve dudas, ella nunca”.
Fueron meses complicados para la pareja, ya que temían el avance de la enfermedad de Deborah. Sin embargo, el personal del Hospital Niguarda se encargó de sus cuidados y finalmente pudo dar a luz el 18 de septiembre.
El fallecimiento de Deborah dos meses después
“Esperábamos al menos disfrutar de un parto tranquilo, pero también aquí la vida salió mal... Un parto prematuro no planificado, un tromboembolismo en el pulmón, una tomografía computarizada prenatal de urgencia, la hipótesis de que ella podría sobrevivir pero yo no... El primer verdadero milagro, a pesar de todo, ocurrió el 18.09.24, a las 12.15, se llama Megan. Nació con 35 semanas y pesa 1.900 kg”, continúa el texto de Deborah en la red social de Facebook, publicado cuatro días después del nacimiento de su hija.
Aunque la pareja había cumplido su sueño de ser padres, Deborah falleció a causa de su enfermedad dos meses después: “Deborah estaba llena de vida y pasión. Llevábamos dos años buscando un niño. Habíamos comprado la casa nueva, más grande, pensando en nuestro proyecto de vida. Y cuando por fin parecía que todo iba bien, llegó el golpe. Deby no se lo merecía”, se sinceró Massimo en Il Corriere della Sera.
Tras el funeral, celebrado el pasado 26 de noviembre en Como, Massimo se ha trasladado a la casa de sus padres: “No podía quedarme solo en la casa que soñé, busqué y construí con Deborah. En esa casa todo habla de ella. Se suponía que íbamos a criar juntos a nuestra pequeña allí. Ahora tengo un vacío que no puedo explicar. He perdido el sentido de la vida”.
Aunque Deborah llegó a tiempo para dar a luz a Megan, Massimo se enfrenta ahora al duelo de perder a su pareja, poco tiempo después de la feliz noticia del nacimiento de la pequeña: “Mi hija crecerá sin su madre, sin la persona más importante de la vida. No debería pasarle a nadie. Muchas veces repetí que debí haberme enfermado, que a mi pequeña le hubiera ido mejor tener a su mamá”.