El 23,0% de la población española mayor de 15 años fuma a diario, según el Ministerio de Sanidad. El tabaquismo es, además, la principal causa de muerte evitable a nivel global, provocando más de 450.000 fallecimientos cada año. Queda claro que fumar es una práctica peligrosa y nociva para la salud, y es que, además, es una adicción muy complicada porque no tiene efectos psicoactivos evidentes. Esto supone que no se perciba como una droga especialmente perjudicial, quitándole mucho peso y haciendo que, inevitablemente, se normalice mucho más su consumo.
Sin embargo, la nicotina - el químico adictivo más presente en el tabaco - desencadena la liberación de dopamina y serotonina, activando el centro de recompensa del cerebro y reforzando el comportamiento de fumar. Sin embargo, por la levedad de los efectos placenteros, mínimos y casi imperceptibles, es fácil olvidar que se trata de una práctica que genera adicción y que es, además, perjudicial para el organismo. Teniendo en cuenta la sutileza de sus efectos, y seguramente por eso mismo, se trata de una adicción muy difícil de quitarse de encima.
El cigarrillo produce daños en casi todos los órganos del cuerpo: el humo del tabaco contiene al menos 69 sustancias cancerígenas, y más de 4.800 químicos tóxicos. De hecho, según el Insituto Nacional de Abuso de Sustancias del NIH, el tabaquismo es la causa de al menos el 30% de las muertes por cáncer.
Esos efectos nocivos para la salud son, o deberían ser, el motivante principal para todas aquellas personas que deciden (intentar) dejar de fumar. Y lo cierto es que hacerlo suele traer efectos positivos muy pronto, ya que los pulmones se empiezan a curar casi de inmediato (unos 20 minutos después del último cigarro, aunque la nicotina se metaboliza y desaparece del cuerpo en alrededor de 2 horas), aunque la curación total es bastante más larga y hay daños que, a veces, son irreversibles.
La cronología de dejar de fumar
Según los estudios, los niveles de monóxido de carbono en los pulmones vuelven a su valor normal tan solo 12 horas después de la última calada, lo cual ayuda a eliminar la sensación de falta de aire. De un día a 48 horas después de dejar de fumar, se recuperan facultades olfativas y de gusto, además de disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
A la semana, empezará el proceso de rejuvenecimiento cutáneo, haciendo desaparecer algunas lesiones en la piel, que además se hidratará mejor y tendrá, en general, un mejor aspecto. Este será, sin embargo, un momento clave: se acentuarán significativamente los síntomas del síndrome de abstinencia, entre los que destacan la irritabilidad, la ansiedad, el insomnio, la alimentación compulsiva y, además, el llamado “mono” que impulsa a prender un cigarrillo. Sin embargo, si se logra resistir la tentación, poco a poco los cambios serán mayores y uno notará, sin duda, una mejoría en su estado de salud.
Al mes de haberlo dejado, se notarán cambios drásticos en la capacidad pulmonar y en la circulación sanguínea, permitiendo realizar esfuerzo físico con menos fatiga. A los 2 meses, se dormirá mucho mejor, y al cabo de 3-9 meses, la función pulmonar habrá aumentado en alrededor de un 10%. Aquí las ganas de fumar - que no el síndrome de abstinencia - serán muy poderosas, pero poco a poco, a medida que el cuerpo se acostumbre a prescindir del hábito, aparecerán cada más tiempo hasta desaparecer por completo.
A los nueve meses de dejar de fumar, los cilios pulmonares habrán vuelto a funcionar con normalidad. Los cilios son una especie de “pelos” que mueven las bacterias y mucosidades, provocando que los pulmones empiecen a limpiarse y a depurar todas esas sustancias nocivas, mejorando aún más la capacidad pulmonar.
Al año, la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares y el riesgo de un ataque al corazón habrán disminuido muy significativamente. De dos a cinco años después de ese último cigarro, las probabilidades de sufrir un ictus se habrán visto reducidas al mismo nivel que el de un no fumador. A los cinco años de dejarlo, el riesgo de desarrollar la mayoría de tipos de cáncer habrá caído en un 50% - a los diez, lo mismo sucederá con el riesgo de padecer cáncer de pulmón.
Lo cierto es que dejar de fumar será una buena decisión en cualquier caso. De resistir la tentación y mantenerse firme, uno comenzará a notarse más sano, más joven, y más capaz casi de inmediato. Al final, uno podrá mirar atrás y darse cuenta de lo mucho que el hábito le estaba limitando, de la salud que le arrebataba, calada a calada, el tabaco.