Desde 2009, los embarazos en mujeres mayores de 50 años han crecido en un 167% en España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, se trata de un fenómeno que se mantiene al alza y que se espera que siga así en los próximos años. Sin embargo, dar a luz a los 50 no está exento de riegos, pues la edad y la fertilidad son dos aspectos imposibles de separar.
Desde la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), se recomienda encarecidamente no someterse a tratamientos de fertilidad alcanzados los 50, tanto por razones biológicas como por los propios riesgos que implica para la salud de la madre y del bebé. En esta edad, la mayoría de mujeres experimentan la menopausia, una etapa en la que las menstruaciones comienzan a ser irregulares hasta desaparecer por completo. La propia “sabiduría” del cuerpo y la naturaleza impiden a las mujeres la posibilidad de concebir, ya que la reserva ovárica y la calidad de los óvulos disminuyen.
Debido a que quedar embarazadas de manera natural a los 50 años es muy difícil, la opción de la reproducción asistida es por la que más mujeres se decantan. El equipo de ginecología y obstetricia del Centro Médico Teknon del grupo Quirón alertan de los riesgos que conlleva para la salud de la madre intentar un embarazo con esta edad. Entre las complicaciones más comunes se encuentran la diabetes gestacional y la hipertensión, que pueden poner en peligro tanto a la madre como al bebé. También aumenta la probabilidad de abortos espontáneos, muerte fetal y partos prematuros, lo que hace que el seguimiento médico en estos casos sea extremadamente complejo.
El desgaste físico natural que acompaña al envejecimiento también puede dificultar el curso de un embarazo en edades avanzadas. El corazón y otros órganos de la madre están sometidos a una mayor carga durante la gestación, lo que puede agravar problemas de salud preexistentes. Por estas razones, muchas clínicas y profesionales en reproducción asistida optan por establecer límites de edad para garantizar la seguridad de las pacientes.
Incluso antes de llegar a los 50 años, la fertilidad femenina comienza a declinar notablemente desde los 30 años. Mientras que una mujer de 30 años tiene una probabilidad mensual de embarazo del 20%, esta cifra desciende al 8% a los 40 años y a menos del 4% a los 44 años. Además, el riesgo de aborto también aumenta con la edad, alcanzando aproximadamente un 40% a los 40 años.
Un embarazo tardío, mayor esperanza de vida
A pesar de los riesgos que conlleva pasar por un embarazo a edades avanzadas, parece que esta cuestión tiene más aristas. Un reciente comunicado de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME) acaba de desvelar que las mujeres con embarazos tardíos tienen mayor esperanza de vida. Aunque depende también de ciertos factores genéticos y el estilo de vida que se lleve, varias investigaciones demuestran esta teoría de “compensación biológica”.
El profesor José Miguel García Sagredo, académico de número de Genética y secretario general de la RANME, expone que “hay varias teorías de compensación biológica y de velocidad de envejecimiento que demuestran que la capacidad de tener hijos más tarde es un indicador de senescencia tardía o prolongada, es una constatación de un estado biológico”.
El doctor, quien también fue jefe del Servicio de Genética Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, presidente de la European Cytogeneticists Association y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, añade que “esta esperanza de vida se traduce en menos probabilidades de morir temprano por una enfermedad y no es cuestión de cuándo se decide la edad para tener hijos, sino de la capacidad de tener hijos tarde, que no todas las mujeres la tienen, y forma parte de su constitución biológica”.