Hoy en día, poco tardamos en expresar cuando algo no nos gusta, aunque sí que somos más reticentes -o al menos nos cuesta más- decir cuando nos hemos quedado satisfechos con un servicio. Esto ocurre, por ejemplo, con las reseñas. Solemos dejarlas cuando ciertos puntos de un restaurante no nos han convencido. Sin embargo, no nos paramos a pensar en el bien que le estaríamos haciendo al establecimiento si las escribiéramos cuando la atención y la comida han sido impecables.
Los comentarios, en cierta manera, se nos están yendo de las manos. Muchas personas los aprovechan para poner críticas que carecen de sentido, que son hirientes y que no valoran el trabajo del personal del local. Jesús Soriano, más conocido en redes como @Soycamarero, suele recoger en su perfil de Instagram, TikTok y X reseñas injustas, además de utilizar su perfil para denunciar las malas condiciones de sus compañeros de profesión y los malos tratos que reciben por parte de sus jefes y comensales. Desde hace siete años, es el encargado de hacerse eco de los abusos que sufren casi a diario los trabajadores del sector hostelero.
“Un negocio sin sentido alguno”
La mala publicidad puede salir muy cara y es que si un cliente describe una experiencia en un restaurante como algo fatídico y la publica, es probable que si otro comensal la lee, se lo piense dos veces antes de acudir al establecimiento. Además, en ciertas ocasiones, las reseñas poco se ajustan a la realidad, algo de lo que nos percataremos si leemos las respuestas de los propietarios.
En esta ocasión, un consumidor ha descrito un bar como “un negocio sin sentido alguno”. A su parecer, la comida no tenía “ninguna armonía” y considera que era “una simple combinación de productos puestos con poca cabeza”. “Sabores muy mal puestos”, recalca, de hecho. Relata que se quedaron sin pan moreno y que tuvieron que salir a comprar “sobre las 22:00 horas” y que “tampoco tenían alioli”.
Comenta que en el tiempo que estuvieron ellos rechazaron seis mesas, “teniendo el local con mesas vacías”, lo que se atreve a estimar que les hizo “dejar de facturar mínimo 300/400 euros. “A la hora de pagar tenían mucho lío. En fin, el Barroco que conocí hace 20 años ni mucho menos era así. Una pena”, termina.
“Ya me disculpé por ello”
El propietario del establecimiento no ha dejado pasar este comentario por alto y no ha dudado en contestar. “Lamentamos que tu experiencia no haya sido de tu agrado”, comienza. Continua explicando que siempre trabajan “con productos frescos”, pero que, al romperse la batidora (como ya le comentaron) no pudieron ofrecerles alioli fresco. “Sí, me quedé sin pan, hice los cálculos mal y ya me disculpé por ello a las mesas afectadas (la tuya no fue una de ellas)”, añade.
Sin tener que aclararlo, comenta que su máxima es siempre dar un buen servicio y que a las mesas que según él rechazaron, “se les dio la oportunidad de quedarse”, pero que se les avisó que tardarían en servirles, ya que, ante todo priorizan siempre la sinceridad.
“No tiene por qué gustar a todo el mundo”
También le explica que uno de los platos que solicitaron ya estaba en la carta hace 20 años y que no han podido retirarlo porque es una de “los más solicitados” y “de los que la gente repite”. “El otro sí que es creación nueva y no tiene por qué gustar a todo el mundo”, recalca. “He estado en sitios donde a la hora de ir a pagar han tardado casi una hora, con vosotros hemos tardado siete minutos, máximo 10 minutos, y la chica se ha disculpado con vosotros porque en ese momento estaba atendiendo mesas”, ha aclarado.