La penicilina, un descubrimiento “por casualidad” que cambió la historia de la medicina y hoy salva millones de vidas

El hallazgo accidental más importante de la Historia supuso un antes y un después en la medicina. Para su descubridor Alexander Fleming, el Premio Nobel en 1945

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Retrato de Alexander Fleming (Imagen
Retrato de Alexander Fleming (Imagen de archivo)

Penicilina” es otra forma de escribir serendipia. El descubrimiento de los antibióticos es sin duda uno de los casos más claros de serendipia, en el que un experimento rutinario se convirtió por casualidad en un punto de inflexión de la medicina. Gracias al hallazgo accidental más importante de la Historia, millones de personas han salvado sus vidas. Una infección que antiguamente podía ser una sentencia de muerte, hoy no tiene por qué presentar mayores problemas gracias a la penicilina.

La serendipia llegó al mundo en septiembre de 1928 de la mano del escocés Alexander Fleming, que tras pasar unos días fuera de su laboratorio se percató que se había dejado olvidada una placa de cultivo bacteriano. En su ausencia, las bacterias habían formado un hongo. “A veces uno encuentra lo que no está buscando. Cuando me desperté justo después del amanecer del 28 de septiembre de 1928, desde luego no planeaba revolucionar todos los medicamentos al descubrir el primer antibiótico del mundo, o el asesino de bacterias. Pero supongo que eso fue exactamente lo que hice”, exclamó.

Al regreso de sus vacaciones, Fleming estudió el moho que había aparecido en los cultivos de estafilococos y que había destruido las bacterias más cercanas al él, mientras que las más lejanas al hongo estaban sanas. Después, el científico lo hizo crecer en un nuevo cultivo y observó que el moho también era capaz de matar a bacterias responsables de enfermedades. Tras identificar el moho dentro del género Penicillium y llamarle durante meses “jugo de moho”, el 7 de marzo de 1929 Fleming bautizó a esta sustancia como penicilina. Así, comenzaron toda una serie de experimentos para detectar el grado de resistencia de múltiples bacterias patógenas al novedoso fármaco, que resultó ser ínfimo en muchos casos.

Pese a la revolución que iba a suponer el descubrimiento de la penicilina (y de la que el microbiólogo escocés era consciente), la publicación del artículo no causó en un principio demasiada expectación en la comunidad científica: no fue hasta 15 años después que el antibiótico pasaría a convertirse de uso universal. Además, sería en 1945 cuando Fleming recibiera el Premio Nobel de Medicina, compartiéndolo con los investigadores Howard Florey y Ernst Boris Chain.

La revolución de los antibióticos

Actualmente, los antibióticos son medicamentos esenciales en la medicina, ya que combaten infecciones bacterianas que, de no ser tratadas, podrían tener consecuencias graves o incluso mortales. Gracias a ellos, enfermedades como la neumonía, la meningitis bacteriana o la sepsis, que anteriormente tenían altas tasas de mortalidad, pueden tratarse de manera efectiva, mejorando significativamente la calidad y la esperanza de vida en todo el mundo. También son cruciales en procedimientos médicos como cirugías, tratamientos contra el cáncer y trasplantes, donde el riesgo de infecciones es bastante elevado.

Sin embargo, su uso indebido o excesivo puede llevar a la resistencia bacteriana, un problema global que amenaza la eficacia de estos medicamentos y que podría llegar a provocar 39 millones de muertes en 2050. Cuando las bacterias se vuelven resistentes, las infecciones se vuelven más difíciles de tratar, lo que puede prolongar las enfermedades y aumentar el riesgo de complicaciones. Por esta razón, es fundamental usar los antibióticos solo cuando sean prescritos por un profesional de la salud y completar los tratamientos según las indicaciones. Su uso responsable no solo protege la salud individual, sino también la de la comunidad, al preservar la eficacia de estos medicamentos para las futuras generaciones.

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