— Tú lo que tienes es un problema de actitud. Tienes que ser más positiva. Yo todas las mañanas me digo: “¡Qué buen día voy a tener hoy!”
— Ya, pero es que luego no lo tienes
— Da igual. Tú repite conmigo: “¡Qué buen día voy a tener hoy!”.
— Qué buen día voy a tener hoy.
— Con un poco de energía. Intenta creértelo.
—¡Qué buen día voy a tener hoy!
— Suficiente. Venga, vamos.
— Estas galletas son una mierda.
— ¡Belén!
— ¡Qué buen día voy a tener hoy!
La conversación es un fragmento de un diálogo de la mítica serie Aquí no hay quien viva, que a pesar de haber cumplido 21 años, sigue siendo un referente para muchos. Las frases de sus personajes ya forman parte de un imaginario colectivo de símbolos, desde el “Qué mona va esta chica siempre” de Marisa hasta el “Mátala, Juan, mátala” de Isabel. “¡Qué buen día voy a tener hoy!” es una de las más conocidas y repetidas porque muchos se pueden ver reflejados en la escena.
Belén López Vázquez no tiene una vida fácil. Cambia de trabajo “más que la Barbie”, su vida sentimental es una montaña rusa y los problemas como alquilada son su día a día. Cuando sus padres van a cenar con ella y con Emilio en Navidad, esta le dice a su pareja que quiere la vean feliz. “Ah, ¿qué eres feliz? Si es que no hablamos las cosas”, le dice él. “Emilio, se trata de que ellos me vean muy feliz”, contesta ella.
Muchos filósofos hablan de la felicidad como un camino y no como una meta. El camino de Belén, en el que muchos se ven reflejados, es algo pedregoso pero la actitud y un buen mantra pueden ser la clave para sortear mejor las piedras. Meghan Watson, fundadora y directora clínica de Bloom Psychology & Wellness en Toronto, contaba al diario estadounidense de Huffpost, que hay una palabra que le sirve para ahuyentar los pensamientos negativos y apreciar el presente.
Disfruta
Saborear los pequeños placeres es un antídoto contra el estrés y la incertidumbre, por eso, recomienda tener en mente y repetirse la palabra “disfruta”, para poder recordárselo a uno mismo. Se trata de un concepto que te puede ayudar a tomarte las cosas con más calma. Si en medio de una ducha en la que actúas con velocidad te pides a ti mismo que disfrutes de la caída del agua y que alargues unos minutos el momento para poder respirar con calma, cualquier sensación de malestar se puede rebajar.
“Es un concepto reconocido en el campo de la psicología positiva como una forma de intensificar y prolongar las experiencias que generan emociones más positivas, como la alegría, la gratitud, la aceptación, el placer y el amor”, explica Joseé Muldrew, una terapeuta consultada por el medio, que asegura que saborear el momento presente es una forma poderosa de desarrollar resiliencia frente a los desafíos de la vida: “Es tan fácil quedar atrapado en nuestras vidas, por los factores estresantes diarios, la incertidumbre del mundo y las experiencias negativas, que puede ser fácil pasar por alto los buenos momentos y los momentos más significativos”.