Es probable que alguna vez hayas escuchado (o incluso vivido) que raparle la cabeza a un bebé le ayudará a que su pelo crezca más fuerte y sano. De hecho, muchas personas presumen de una fuerte melena supuestamente gracias a que su padre o su madre les rasuró cuando apenas tenían semanas. Pero ¿qué hay de cierto en esta práctica tan extendida? ¿Es realmente beneficioso rapar la cabeza de los recién nacidos?
La doctora Mar López Sureda es pediatra y, a través de sus redes sociales, lleva a cabo una labor de divulgación de esta apasionante especialidad de la medicina. En una publicación en su cuenta de Instagram (@marlopez_pediatra), la doctora aborda la cuestión de rasurar el pelo de los bebés y lo hace de forma clara: se trata de un mito, pues el cabello les sirve como protección. “Los primeros meses de vida el pelo de los bebés puede caerse en las zonas de apoyo y quedan calvitas. A algunos bebés les pasa más que a otros o se nota más”, explica López, pero “cortarle el pelo no va a hacer que crezca más fuerte o que crezca en zonas de calva”.
Más allá de la estética de tener un cabello más o menos fuerte, la pediatra expone que, si se hace, se debe tener un especial cuidado, pues la cabeza es una zona muy sensible. Por ello, aconseja evitar las cuchillas y utilizar en su lugar tijeras o máquinas, ya que el riesgo de realizarle algún corte es mucho menor. Además, debe hacerse “con cuidado y no muy cerca de la piel”.
Cuándo se aconseja rasurar la cabeza de los bebés
Pese a que la evidencia científica disponible demuestra que es un mito rasurar la cabeza de los bebés (pues no tiene ningún efecto real y sí un peligro de hacerle daño al infante), existe un caso en el que se aconseja cortar el pelo. Como narra la pediatra López en esta misma publicación de Instagram, “a veces cuando el bebé tiene mucha dermatitis, te recomendamos cortarlo para que favorezca el tratamiento”.
Esta dermatitis seborreica infantil es también conocida como costra láctea y suele aparecer en el cuero cabelludo de los bebés, aunque también puede generarse en la frente y la cara, detrás de las orejas o en la zona del pañal, las axilas y otros pliegues de la piel. Aunque la presencia de costras grasos de color amarillento puede parecer alarmante, es una condición inofensiva y no causa molestias significativas al bebé, como picazón o dolor.
La causa exacta de la costra láctea no se conoce, pero se cree que está relacionada con las hormonas maternas transferidas durante el embarazo, que estimulan las glándulas sebáceas del bebé. Esto provoca una producción excesiva de sebo, que atrapa células muertas y forma las costras. Para tratarla, no es necesario realizar procedimientos agresivos, ya que lavar el cabello del bebé con un champú suave y peinar delicadamente con un cepillo de cerdas también suaves puede ayudar a eliminar las escamas. En casos más persistentes, se pueden aplicar aceites naturales, como aceite de oliva, para ablandar las costras antes del lavado.