La sonrisa es la carta de presentación de muchas personas. Cada quien tiene la suya propia y en muchos casos es su sello de identidad. Ahora bien, para muchas personas es también una fuente de complejos.
Los dientes pueden no ser uniformes, se pueden romper o pueden desarrollar manchas de distintos colores. Además, la imagen de una dentadura blanca y perfecta muy pocas veces se corresponde con la realidad. Sin embargo, son muchos los que deciden someterse a distintos tipos de tratamientos para alcanzar una sonrisa perfecta. El blanqueamiento dental es uno de ellos.
En qué consiste un blanqueamiento dental
El blanqueamiento dental es un procedimiento estético diseñado para aclarar el tono de los dientes y eliminar manchas provocadas por el consumo de sustancias como café, té, tabaco o ciertos alimentos. En este tratamiento se emplean agentes blanqueadores, generalmente a base de peróxido de hidrógeno o carbamida, que actúan sobre el esmalte dental para descomponer las partículas responsables de la decoloración.
El proceso puede realizarse de dos maneras principales: en consulta odontológica o en el hogar, aunque siempre debe hacerse bajo la supervisión profesional. En el dentista, se utilizan productos de alta concentración junto con técnicas como el uso de luz o láser para acelerar los resultados. Por otro lado, los tratamientos caseros incluyen férulas personalizadas con geles de menor intensidad, que deben aplicarse durante varias semanas para lograr el efecto deseado.
La duración de los resultados depende del estado inicial de los dientes y de los hábitos del paciente. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, a pesar de ser un procedimiento seguro y simple, también pueden surgir algunas complicaciones y efectos adversos.
Posibles efectos adversos de un blanqueamiento dental
El blanqueamiento dental es un procedimiento común y de fácil realización, aunque hay que ser consciente de que también puede provocar ciertos efectos adversos en algunas personas.
Entre los inconvenientes más frecuentes se encuentra la sensibilidad dental, que ocurre cuando el gel utilizado penetra en el interior del diente, provocando una sensación de “frío” o incomodidad en contacto con la dentina. Este síntoma es transitorio y desaparece cuando se finaliza el tratamiento.
Otro posible efecto es la irritación de las encías, que puede surgir si el agente blanqueador entra en contacto con ellas, causando molestias o cambios temporales en su coloración, como un aclaramiento pasajero. Generalmente, estas molestias son leves y se resuelven sin necesidad de intervención.
En casos más graves, el uso de métodos caseros o tratamientos no supervisados por un profesional puede derivar en quemaduras en los tejidos blandos de la boca, como labios, encías o mejillas, además de provocar daños en el esmalte dental. Sin embargo, estos efectos son poco comunes cuando el procedimiento se realiza bajo la supervisión de un odontólogo.
En última instancia, también pueden producirse reacciones alérgicas a los componentes de los agentes blanqueadores. Ante esta posibilidad, un odontólogo puede identificar alternativas seguras y adaptadas al paciente durante una consulta inicial. En consecuencia, la supervisión profesional resulta esencial para minimizar los riesgos y garantizar un tratamiento seguro y efectivo.