Tras el diagnóstico de un cáncer, el equipo oncológico, junto con el paciente, comienza a aplicar el tratamiento más acorde a la enfermedad. Aunque los más comunes son la quimioterapia y la radioterapia, en los últimos años se está observando un creciente interés por la inmunoterapia, que actúa potenciando o modificando la respuesta del sistema inmunitario para atacar el tumor.
Si bien ofrece resultados prometedores, conlleva una serie de efectos secundarios que varían en gravedad y deben ser gestionados con cuidado. La Clínica Mayo y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) recogen algunos de los efectos adversos más destacados.
Fatiga
La fatiga es uno de los efectos secundarios más comunes en pacientes que reciben inmunoterapia y puede ser resultado de la actividad inmunitaria estimulada por el tratamiento y por los cambios inflamatorios en el cuerpo. En algunos casos, la fatiga puede ser severa y limitar las actividades cotidianas. Para aliviar el cansancio, se recomienda mantener un estilo de vida saludable, con una dieta equilibrada y descanso adecuado.
Síndrome de liberación de citocinas (SLC)
El síndrome de liberación de citocinas es una complicación grave que ocurre cuando el sistema inmunitario responde de manera exagerada al tratamiento. Este efecto se asocia especialmente con terapias avanzadas como las células CAR-T. Sus síntomas incluyen fiebre alta, náuseas, dificultad para respirar y presión arterial baja. En casos graves, puede ser potencialmente mortal y requerir hospitalización. El SLC se trata con medicamentos como corticosteroides o bloqueadores de interleucinas para controlar la inflamación.
Inflamación de órganos
Las terapias con inhibidores de puntos de control inmunitarios (como el nivolumab y el pembrolizumab) pueden provocar inflamaciones en órganos clave debido a la hiperactividad del sistema inmunitario. Por ejemplo en los pulmones (neumonitis), que puede causar tos, dificultad para respirar y dolor torácico; hígado (hepatitis), que puede generar fatiga, ictericia y dolor en el abdomen; intestinos (colitis), que se manifiesta con diarrea severa y dolor abdominal. En general, estas inflamaciones se controlan con inmunosupresores como corticosteroides.
Efectos neurológicos
En algunos casos, los pacientes pueden experimentar síntomas neurológicos como confusión, convulsiones o dificultades para hablar y caminar. Estos efectos secundarios son más comunes en terapias como las células CAR-T y suelen ser temporales, aunque requieren una vigilancia intensiva.
Cambios hematológicos
La inmunoterapia puede alterar el sistema sanguíneo, causando anemia, trombocitopenia (bajo recuento de plaquetas) o neutropenia (bajo nivel de glóbulos blancos). Estas condiciones aumentan el riesgo de infecciones, fatiga y sangrados. Según la Clínica Mayo, es común realizar análisis de sangre periódicos para detectar y tratar estas alteraciones de manera oportuna.
Reacciones cutáneas
Las erupciones, picazón y sequedad en la piel son efectos secundarios frecuentes y, aunque generalmente no son graves, pueden ser incómodos. En raras ocasiones, las reacciones cutáneas pueden evolucionar a condiciones más severas, como el síndrome de Stevens-Johnson. Las cremas hidratantes, medicamentos tópicos y antihistamínicos son tratamientos comunes para aliviar los síntomas.
Riesgo de infecciones
Dado que la inmunoterapia puede alterar el equilibrio del sistema inmunitario, aumenta la susceptibilidad a infecciones, especialmente durante las primeras semanas de tratamiento. Por ello, los médicos recomiendan una higiene estricta, vacunaciones adecuadas (cuando sea posible) y vigilancia temprana de signos de infección como fiebre o dolor local.