La histórica marca fue fundada en 1861 por Pere Ferrer en la región del Penedés. En 1914 se lanzó la primera botella de la firma a manos de las mujeres de la familia: Dolors Sala y sus hijas, Carmen, Pilar y Dolores, se pusieron al mando de la empresa mientras Josep se formaba. Cuando el heredero del imperio del cava estaba preparado, transformó la marca en una empresa global y la internalizó en un momento en el que el cava empezaba a ser conocido fuera de España. No fue una tarea fácil para Josep Ferrer, ya que eran los años 50 y 60, marcados por el franquismo. Los países a los que alcanzó llegar fueron Alemania, Francia, Reino Unido y más tarde Estados Unidos.
La fortuna familiar
El patrimonio de Freixenet y la familia Ferrer-Sala tiene activos que van más allá de las bodegas en España, aunque en el año 2011 se vendió parte de la compañía al grupo mexicano Carso, de Carlos Slim. Sin embargo, la familia Ferrer sigue siendo propietaria de una parte significativa de las acciones de la empresa, por lo que cuenta con un control significativo sobre el futuro de la marca.
La herencia que ahora deja Josep Ferrer incluye la empresa principal, que en 2023 tuvo una facturación de más de 1.200 millones de euros, pero también incluye propiedades, fincas y bodegas, tanto en Penedés como en áreas productoras de vino. Su legado empresarial ha permitido a la familia consolidarse como una de las más poderosas de Cataluña, con intereses que van más allá del cava, en sectores como la agricultura, la viticultura y el turismo. Entre las compañías de la familia, destacan FourFer2018 SL, dedicada al sector vinícola, y la inmobiliaria Rentagal SA. Josep Ferrer era un empresario muy popular en el Penedès, mecenas del Teatre del Liceu, el Palau de la Música en Barcelona y el club de hockey patines Noia Freixenet, en Sant Sadurní.
El futuro de Freixenet
A lo largo de la vida de Josep Ferrer, estuvo muy centrado en la continuidad familiar de la empresa. Las compañías se quedan en manos de sus cuatro hijos, Pedro, Mercedes, María Dolores y José María, y de sus 14 nietos. Los sucesores, junto a la viuda, Gloria, mantienen cargos en las empresas familiares. La familia está comprometida con mantener el legado de la empresa con el mismo prestigio que ha caracterizado a la marca durante más de un siglo.
Al frente estarán ahora su hijo Pere Ferrer, vicepresidente y co-consejero delegado de Freixenet, y José Luís Bonet, sobrino de Ferrer Sala, quien es copresidente de honor de la compañía.