La curiosa historia de cómo los kiwis llegaron a Nueva Zelanda: así pasó la “grosella china” a convertirse en el emblema de este país

Aunque es el mayor exportador del mundo de este alimento, no es original de allí. Hoy se cultiva incluso en España en zonas de Galicia y Asturias

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Un kiwi partido a la mitad mostrando su pulpa verde y semillas negras. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un kiwi partido a la mitad mostrando su pulpa verde y semillas negras. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los habitantes de Nueva Zelanda se conocen como ‘kiwis’ por el ave sin alas típico del país. Este pájaro es el símbolo de todos los regimientos del país, por lo que los militares que lucharon en la Segunda Guerra Mundial comenzaron a recibir ese apodo, que luego se atribuyó gradualmente a toda la población. Pero el kiwi también es una fruta que se asocia con este lugar: Nueva Zelanda es su tercer productor mundial y el mayor exportador. Sólo en los primeros seis meses del año, según las últimas cifras disponibles, las ventas al extranjero sumaron más de 3.000 millones de euros.

Y sin embargo, el kiwi no es original de Nueva Zelanda. Mucho tiempo antes de que llegara a estas islas oceánicas, en los valles y colinas del suroeste de China ya existía una larga tradición del cultivo de esta fruta. Conocido localmente como ‘mihoutao’, o ‘fruta de los macacos’, el kiwi era valorado no solo por su sabor, sino por sus usos en la medicina tradicional china. Su nombre hacía alusión al aprecio que los monos sentían por él. Entre las primeras referencias escritas, se encuentra el Compendio de Materia Médica, una enciclopedia de medicina china del siglo XVI, que señalaba que esta fruta era conocida más como un recurso botánico que como un alimento habitual en la dieta.

Todo cambió con el inicio del siglo XX. El salto del kiwi de los campos de China a las costas de Nueva Zelanda fue ‘fruto’ del espíritu aventurero de Mary Isabel Fraser, una maestra que viajó al país asiático para visitar las escuelas misioneras en la región de Yichang, a orillas del río Yangtsé, donde trabajaba su hermana. Fascinada por las plantas y las tradiciones locales, recogió algunas semillas de “mihoutao” y las llevó de regreso a Nueva Zelanda como recuerdo de su travesía.

Ya en su casa, le entregó estas semillas a Alexander Allison, un agricultor y aficionado a la fruticultura. En 1910, las plantas dieron fruto por primera vez. Como su sabor recordaba a la grosella, la gente empezó a llamar al kiwi “grosella china”, aunque no tenían nada que ver.

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La variante Hayward

El siguiente salto en esta historia llegó con la intervención de Hayward Wright, un especialista en viveros que en la década de 1920 compró un lote de kiwis para experimentar con ellos. La variante que desarrolló se convertiría en la base del kiwi moderno: hasta hoy, el kiwi Hayward sigue siendo la modalidad más popular y reconocida internacionalmente de este alimento, y consolidó a Nueva Zelanda como pionera en esta industria.

Con el tiempo, su producción se consolidó y su venta se popularizó, hasta que, en la década de 1950, el nombre se convirtió en un problema. Durante los años de la Guerra Fría, cualquier referencia a China en los mercados occidentales podía generar asociaciones negativas. Por ello, cuando la prominente empresa exportadora Turners & Growers (hoy conocida como T&G Global) intentó introducir la fruta en Estados Unidos, se decidió modificar la denominación de “grosella china”. La nueva propuesta fue “kiwifruit”, en homenaje al ave nacional de Nueva Zelanda.

El nuevo nombre fue todo un éxito y se adoptó rápidamente en la industria. Incluso España cultiva kiwi: la producción anual asciende a casi 17.800 toneladas, según datos del Ministerio de Agricultura, en unos cultivos que se concentran en las provincias de Pontevedra, A Coruña y Asturias.

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