Ha pasado una hora y aún sigues con el teléfono en la mano. Tienes tareas por delante, pero no consigues ponerte con ellas. Estás haciendo “scroll”con el pulgar, y no solo porque las aplicaciones explotan estrategias que generar adicción, sino porque estás procrastinando.
La procrastinación es un fenómeno muy común en el que todos caemos, porque dejar las tareas pendientes para otro momento es sencillo y satisfactorio a corto plazo. Sin embargo, esta tendencia puede afectar a nuestra capacidad para resolver asuntos pendientes y a nuestro bienestar emocional. A veces, este comportamiento, que nos lleva a posponer todo hasta el último momento, puede ser el resultado de una falta de motivación o interés en la tarea, pero también puede ser el resultado de factores emocionales y psicológicos más profundos.
¿Por qué procrastinamos?
Este comportamiento tiene una explicación psicológica. Una causa común es el miedo al fracaso. En este caso, el temor a no cumplir con las expectativas propias o ajenas nos lleva a aplazar tareas para evitar enfrentar la posibilidad de no alcanzar las metas. Las personas perfeccionistas tienen una mayor tendencia a postergar las tareas, ya que temen que el resultado no sea tan bueno como esperan. Ante esta situación, una reflexión útil es que si evitamos actuar por temor a fallar en el primer intento, muchas actividades y obligaciones quedarán sin realizar, algo que puede afectar a nuestra vida personal y profesional.
Otra causa frecuente de procrastinación es la búsqueda de gratificación instantánea. En un mundo lleno de distracciones y placeres inmediatos, como los que nos dan los teléfonos, es fácil caer en la tentación de postergar responsabilidades por actividades más placenteras, ya que proporcionan dopamina (la conocida como hormona de la felicidad) de forma inmediata, pero a largo plazo, son las tareas que posponemos las que realmente nos ayudan a crecer y generar hormonas de felicidad sostenida, como la serotonina.
Las consecuencias de procrastinar
A pesar de que dejar las tareas puede proporcionar placer a muy corto plazo, la procrastinación puede aumentar nuestros niveles de estrés y ansiedad, ya que seguirán pendientes y el paso de las horas solo hará que dispongamos de menos tiempo para realizarlas. También puede disminuir nuestra autoestima y confianza, ya que dejar de lado aquellos recados importantes nos puede hacer sentir culpables
Además, el hábito de procrastinar puede hacer que nos sintamos menos competentes y capaces de completar tareas en el futuro, lo que puede dañar nuestra autoestima a largo plazo, conforme señala en un artículo de Psicología y Mente la psicóloga Regina López Riego, que también pone el foco en la reducción de la productividad y rendimiento porque nos vuelve menos eficientes y afecta a la calidad del trabajo.
Cómo evitar este comportamiento
Los factores psicológicos que contribuyen a la procrastinación, como el miedo al fracaso, la falta de motivación y la falta de confianza en uno mismo, entre otros, pueden ser difíciles de identificar y superar. Sin embargo, a través de la autorreflexión y el autoconocimiento, es posible reconocerlos y trabajar en ellos. La autorreflexión implica dedicar tiempo a analizar las propias emociones, pensamientos y comportamientos.
Al reflexionar sobre las razones para procrastinar en una tarea específica, se pueden identificar los factores subyacentes que influyen en esa conducta. Al reconocer estos factores, es posible abordarlos de manera efectiva y desarrollar estrategias para superarlos. El autoconocimiento, por su parte, se centra en comprender mejor las fortalezas y debilidades personales. Al identificar estas características, es posible trabajar en ellas y encontrar maneras de afrontar los desafíos que puedan presentarse al enfrentar una tarea.
¿Cómo vencer la procrastinación?
Superar la procrastinación no es sencillo porque hay que abordar las causas subyacentes. No obstante, hay una serie de estrategias que pueden ayudar a cambiarlo. Desde el portal Psicología Online Avanzada recogen algunas de ellas, entre las que se encuentran dividir la tarea en partes más pequeñas y establecer un plazo realista para mantener la motivación; eliminar las distracciones y focalizarse, para esto puede ser útil pagar el teléfono y buscar un lugar tranquilo; utilizar la técnica Pomodoro, que consiste en trabajar en bloques de tiempo de 25 minutos, seguidos de una pausa de 5 minutos; y darse recompensas para motivarse a uno mismo.