De camino a la Alhambra, el restaurante de Don José Ocaña Carmosa fue uno de los focos para las tertulias y los encuentros entre paisanos desde su apertura en 1902. En un contexto donde el país se enfrentaba a la dura crisis, debido a la pérdida de las últimas colonias en 1898, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, surgió este emblemático establecimiento que se mantiene intacto casi 120 años después. La resistencia de Ocaña a las adversidades económicas del momento han hecho que, en la actualidad, el restaurante ‘Casa el Sota’ sea uno de los favoritos de los granadinos, así como los visitantes de la ciudad.
Desde su inicio, se ha ofrecido una experiencia gastronómica basada en los platos tradicionales de la zona andaluza. Pero además, todos sus comensales han disfrutado de un ambiente acogedor y social, donde poder disfrutar de sus famosas timbas de cartas. De esta manera, ‘El Sota’ se convirtió rápidamente en un punto de encuentro para los locales, así como en un símbolo gastronómico de renombre.
Asimismo, este antiguo bar de Granada no es un mero sitio para comer y beber, sino un lugar donde la historia y la cultura popular de Granada se entrelazan. Cada visita es una oportunidad para disfrutar de la rica tradición de la ciudad en un entorno que ha sabido mantenerse fiel a sus raíces.
Un restaurante sumergido en la historia y cultura local
Ubicado en el barrio de San Matías-Realejo, cerca de la Alhambra, su historia está marcada por la cultura local y la vida social de la ciudad. Por este motivo, Don José Ocaña fue reconocido como un “mantenedor de tradiciones”, y su legado se mantiene vivo gracias a su familia, que ha seguido regentando el bar. Su legado se materializó en 1991, cuando incorporaron una placa en la fachada del restaurante con el fin de honrar su memoria y su contribución al barrio. Esta insignia, firmada por la Asociación de Vecinos del Realejo-San Matías, le erige como “mantenedor de tradiciones, transmisor de su Realejo”.
La historia de ‘Casa el Sota’ es fascinante y rica en anécdotas, comenzando por la elección de su nombre. Según ha informado el diario de Granada Hoy, su apelativo se extendió por la ciudad a consecuencia de ser uno de los puntos de encuentro donde se jugaban famosas partidas de cartas. Igualmente, según cuentan las leyendas populares, “sota” era la contraseña para acceder a las timbas, especialmente en las épocas donde el juego estaba prohibido. No obstante, otras versiones aseguran que la denominación del establecimiento nace por alusión a su creador, que portaba el apodo.
Sin embargo, el bar ha servido como escenario para numerosos eventos culturales, desde encuentros sobre fútbol y toros hasta celebraciones del flamenco y la Semana Santa. Incluso, su amplio espacio permitió que diferentes grupos se reunieran durante los tiempos de tensión política previos a la Guerra Civil.
A pesar de enfrentar desafíos, como el cierre temporal durante la Transición por incumplimiento de horarios, se ha mantenido vivo el legado del bar. Y es que, el ingenio y determinación de la familia Ocaña se vio reflejado en sus intentos por recuperar el negocio. Pues según narra la anécdota, el propietario del restaurante le pidió a su padre que escribiera una carta al rey Juan Carlos I “para ver si podía hacer algo”. Aunque no se puede saber si este la llegó a leer, los dueños de ‘Casa el Sota’ reabrieron al poco tiempo.
La oferta gastronómica de ‘Casa el Sota’
El histórico restaurante está especializado en la cocina tradicional granadina, ofreciendo una amplia variedad de tapas, raciones y platos típicos elaborados con productos locales. Su ambiente acogedor, con una decoración que conserva la esencia del lugar, invita a disfrutar de momentos especiales en un espacio lleno de historia.
Además de su recorrido temporal, la familia Ocaña se ha adaptado a los tiempos modernos, incorporando nuevos platos a su menú, incluyendo opciones para el desayuno como deliciosos churros. Asimismo, la atención al cliente y la calidad de los productos son pilares fundamentales de su filosofía, asegurando que cada visita sea memorable.