El horno es uno de los utensilios más utilizados por los cocinitas. El uso del horno conlleva una serie de beneficios en la preparación e ingesta de la comida. Cuando se utiliza el horno, el alimento se cocina en su propio jugo, sin necesidad de requerir en grasas adicionales, lo que favorece que la potenciación del sabor de los alimentos, la conservación de los nutrientes y, en definitiva, una alimentación más saludable. Además, el horno permite que los amantes de la cocina se centren en otras preparaciones de las recetas, mientras la comida en su interior se cocina de forma homogénea. Asimismo, en él, se hace posible la preparación de numerosos platos: desde carnes, pescados o verduras hasta la parte dulce como tartas o bizcochos.
El uso del horno está intrínsecamente relacionado con el papel de horno, el cual se ha convertido en algo habitual en los armarios de las cocinas. También conocido como papel sulfurizado o papel vegetal, se trata de un papel hecho de fibra vegetal especial para soportar altas temperaturas y evitar que la comida se adhiera y quede quemada y pegada a la bandeja o rejilla del horno.
A pesar de las funcionalidades que el papel para hornear trae consigo, lo que mucha gente desconoce es que está compuesto de un material que podría liberar sustancias potencialmente tóxicas que acaban en los alimentos que ingerimos y en el medio ambiente.
Las PFAS, presentes en el papel de horno
Según una investigación dirigida por la Asociación Italiana de Médicos para el Medio Ambiente (ISDE Italia), afirma que “la mayoría del papel de horno contiene PFAS”. Las siglas responden a Sustancias Perfluoroalquiladas y Polifluoroalquiladas, las cuales pertenecen a una de las familias de químicos más utilizadas hoy en día por la industria. Los PFAS son famosos por su capacidad para repeler el agua, grasas y altas temperaturas, lo que permite que el papel de horno posea la cualidad antiadherente necesaria para cocinar en el horno.
Además, estas sustancias se caracterizan por ser persistentes y fuertes, provocando que no se degraden con facilidad y que permanezcan en nuestro organismo.
Según la misma investigación científica, las consecuencias médicas derivadas de la exposición a estas sustancias químicas se traducen en enfermedades que afectan al hígado, aparato reproductor, tiroides, posibilidad de desarrollar patologías tumorales y daños en el sistema inmunológico.
Alternativas al papel de horno
Una de las soluciones que elimina el riesgo de presencia de las PFAS es el uso de un papel de horno ecológico. Estos elementos compuestos de sustancias biodegradables cuentan con las mismas funciones que un papel para hornear normal: superficie antiadherente y evita que los alimentos se queden pegados o se quemen.
Otra alternativa más tradicional consiste en verter un chorrito de aceite de oliva extendido por la bandeja del horno. Esta técnica, además de estar libre de compuestos químicos, añade un toque de sabor a los platos, asegurando una cocción perfecta sin usar el papel de horno.
No obstante, quienes quieran seguir usando el papel de horno deberán asegurarse de la ausencia de PFAS en la etiqueta del supermercado; de lo contrario, estas sustancias químicas podrán causar daños en el organismo de las personas y en el cuidado del medio ambiente.