La noche más terrorífica del año crea un aura de expectación, de tenebrosos decorados y películas espeluznantes que muchas personas reciben con verdadera pasión. A pesar de que el resto de días asociamos todo ello con lo negativo, Halloween consigue transformar el miedo en un sentimiento “positivo”, incluso algo que se busca. De hecho, hay quienes planean celebrarlo viendo una película de terror. Pero, ¿por qué nos gusta pasar miedo? La ciencia tiene la respuesta.
Un estudio llevado a cabo por el Departamento de Psicología de la Universidad Edith Cowan de Joondalup (Australia) y la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos) publicado en The Conversation ha encontrado hasta cuatro razones por las que nuestro cerebro disfruta con este género de películas, así como otras actividades, como realizar una escape room tenebrosa o escuchar historias de miedo. La investigación la han liderado Shane Rogers y Shannon Muir, ambos profesores de psicología de la Universidad de Edith Cowan y Coltan Scrivner, científico del comportamiento de la Universidad Estatal de Arizona.
El miedo es emocionante
El miedo y la excitación a veces se superponen, lo que significa que ambas emociones liberan las hormonas del estrés que producen síntomas físicos (aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, sudoración, tensión muscular...). De hecho, recientes investigaciones han demostrado que las personas con personalidades temerarias disfrutan más de las películas de terror, en comparación con aquellas con una personalidad más tranquila. Son aquellas que, ante escenas de miedo, prefieren mirar a otro lado o taparse los oídos, ya que la música también incrementa la sensación de miedo.
Sensación de alivio
Muchas películas de terror están diseñadas como montañas de rusas de emociones, con picos de miedo llevados al extremo y bajadas de tensión. Esto hace que el cuerpo experimente cierta sensación de alivio después de observar escenas aterradoras. Por ejemplo, la película It (2017) juega bastante con esto, en la que los protagonistas van sobreviviendo a una serie de encuentros con el payaso diabólico. Algo parecido ocurre con otro clásico del cine, Tiburón (1975), que domina las escenas entre la tensión y la calma.
Satisfacen la curiosidad
Muchas de las películas satisfacen parte de nuestra curiosidad, de cómo nos imaginaríamos que sería un apocalipsis zombie, el acecho de un vampiro o el ataque de un hombre loco. De la misma manera en la que nos gusta compartir anécdotas paranormales y escucharlas: por una curiosidad morbosa. Ver escenas violentas o terroríficas es una manera segura de que muchas personas sacien su curiosas sin experimentarlo en la vida real.
Se trabaja sobre los propios límites
Las películas de terror saben reflejar nuestros miedos y traumas, favoreciendo la introspección sobre nuestras propias inseguridades y temores. Así, ver una película de fantasmas puede enseñarnos hasta dónde llega nuestro umbral del miedo o el asco. De hecho, otra investigación realizada por el profesor Coltan Scrivner, también de la Universidad Edith Cowan, mostró que las personas que solían ver películas de miedo sintieron menos angustia psicológica duranta la pandemia del coronavirus en comparación con quienes no disfrutaban de ellas.