La quimioterapia es uno de los tratamientos más utilizados contra el cáncer y consiste en el uso de fármacos que destruyen las células cancerosas o impiden su crecimiento. Sin embargo, debido a que estas drogas afectan no solo a las células cancerosas sino también a las células sanas, es muy común que las personas sometidas a quimioterapia experimenten una variedad de efectos secundarios.
Esto ocurre porque los fármacos de quimioterapia no distinguen entre las células malignas y las células sanas que también crecen rápidamente, como las de la piel, el cabello, la médula ósea, el sistema digestivo y los órganos reproductores. La American Cancer Society explica que no todas las personas experimentan todos los efectos secundarios, y que la gravedad de ellos varía en gran medida en cada paciente.
Efectos secundarios de la quimioterapia
El cansancio es uno de los efectos secundarios más frecuentes de la quimioterapia y se produce porque el tratamiento afecta a las células de la médula ósea, que son responsables de la producción de glóbulos rojos. La disminución de glóbulos rojos reduce la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos, causando fatiga y debilidad extrema.
La caída del cabello, conocida como alopecia, es otro efecto común de la quimioterapia. Esto sucede porque las células de los folículos pilosos son de rápido crecimiento y, por tanto, vulnerables a los efectos de los fármacos. Esa pérdida de cabello puede afectar el cuero cabelludo, cejas, pestañas y otras áreas del cuerpo.
La quimioterapia puede reducir la producción de plaquetas en la médula ósea, que son las células encargadas de la coagulación de la sangre. Con niveles bajos de plaquetas, el cuerpo tiene dificultades para controlar el sangrado, lo que facilita la aparición de moretones y sangrados con facilidad.
Los glóbulos blancos, que son esenciales para combatir infecciones, también se ven afectados por la quimioterapia. La reducción en los niveles de estos glóbulos hace que el sistema inmunológico sea más débil, dejando al paciente más vulnerable a infecciones bacterianas, virales y fúngicas.
Los fármacos de quimioterapia afectan también las células del sistema digestivo, provocando irritación en el estómago y el intestino. Esto puede desencadenar náuseas y vómitos, lo cual es una reacción natural del cuerpo ante las toxinas. Así, el apetito puede verse afectado por varios factores, entre ellos las náuseas, la fatiga y el sabor metálico que algunas personas experimentan en la boca durante el tratamiento, que puede llevar a una pérdida de peso no intencionada.
La quimioterapia también puede dañar las células que recubren el tracto gastrointestinal, lo que causa úlceras y llagas en la boca y garganta. Esto también puede dificultar el acto de tragar, afectando la ingesta de alimentos y líquidos.
La piel puede volverse seca y escamosa, y las uñas pueden cambiar de color, volverse quebradizas o desarrollar líneas y manchas. Estos efectos se deben al impacto de los fármacos en las células que mantienen la salud de la piel y las uñas.
Algunos pacientes experimentan problemas de memoria, concentración y dificultad para pensar con claridad, un efecto secundario conocido como “quimiocerebro”. Aunque aún no se comprende del todo, se cree que la quimioterapia puede afectar las células cerebrales y la comunicación entre ellas.
El tratamiento de quimioterapia puede alterar el equilibrio de ciertos neurotransmisores, lo que contribuye a cambios en el estado de ánimo como ansiedad, irritabilidad o depresión.
La quimioterapia puede afectar el deseo sexual y la capacidad para disfrutar de la intimidad debido al agotamiento físico y a los cambios hormonales que provoca. En algunos casos, la quimioterapia puede afectar la fertilidad, ya que daña los órganos reproductores o altera el equilibrio hormonal. Esto puede dificultar la concepción en el futuro, especialmente si no se toman medidas preventivas antes de iniciar el tratamiento.