Casi el 40% de la población masculina española podría tener algún problema de disfunción sexual y entre ellas, la disfunción eréctil es la más común de todas. Afecta a entre 1,5 y 2 millones de hombres conviven con este problema, lo que representa una prevalencia del 25-30% en la población masculina. Sin embargo, frecuentemente se deja sin tratar: solo 5 de cada 100 hombres con problemas de erección están diagnosticados y apenas el 5% recibe tratamiento.
“Es una enfermedad que se considera con cierto tabú o miedo a consultar al especialista”, explica el doctor Josep Torremadé Barreda, responsable de la Unidad de Andrología en el servicio de Urología del Hospital Clínic de Barcelona. No es solo el tabú lo que impide a los afectados acudir al médico: “En algunos casos, normalizamos que la disfunción eréctil es algo asociado al envejecimiento”, apunta el doctor. Si bien es cierto que es un problema más común entre personas mayores esto no quiere decir que no pueda tratarse y, en algunas ocasiones, debe tratarse. “A veces es la punta del iceberg, en algunos pacientes, la disfunción eréctil nos está avisando de que su cuerpo empieza a generarle problemas”, alerta Torremadé.
Diabetes o hipertensión: las enfermedades tras la disfunción eréctil
De forma habitual, se identifican dos tipos de disfunción eréctil. “Tenemos una disfunción eréctil que es la que llamaríamos psicógena, que es más propia de los chicos jóvenes, que presentan una mala respuesta sexual asociada a la ansiedad anticipatoria o al miedo al fracaso”, explica Torremadé. Estos casos suelen tratarse “desde un punto de vista psicológico, a veces asociado con fármacos”, añade. En otros casos, se debe simplemente a un factor de la edad.
Pero la disfunción eréctil puede ser un síntoma más de un problema de salud mucho más grave, según el urólogo, pues “no deja de ser también un factor de riesgo cardiovascular”. Según explica la Sociedad Española de Cardiología (SEC), los problemas de dilatación arterial se presentan primero en el pene, pues es un órgano muy sensible a la dilatación. De ahí que este problema pueda predecir con tres años de antelación el desarrollo de una enfermedad coronaria. Por eso, “cuando tenemos un paciente con disfunción eréctil, hacemos una buena valoración del riesgo cardiovascular”; explica Torremadé.
La disfunción sexual puede ser también un signo de que se sufren problemas de hipertensión o diabetes, problemas que al dejarse sin tratamiento suponen “un riesgo importante para el paciente, no tanto por la erección, sino por eventos cardiovasculares como puede ser infartos, embolias u otros eventos”. Pero “no siempre va a asociarse a riesgo cardiovascular”, puntualiza el urólogo. “Hay gente que tiene problemas de disfunción, como puede ser por ejemplo, un paciente que es diagnosticado con un cáncer de próstata”, entre los que la disfunción eréctil es una de las secuelas más comunes.
Un tratamiento equivocado: el tabú incita a la automedicación
Pese a los riesgos asociados, muchos prefieren no acudir al urólogo. “Los pacientes prefieren consultar a su amigo, a su vecino, a Internet y buscar tratamientos que realmente no son los mejores o los más indicados”, lamenta el médico. “Consideran la erección como algo relacionado a su virilidad y perderlo a veces genera un problema de autoestima”, expresa.
Dejar el tratamiento de este problema al consejo de conocidos tiene sus riesgos. “Si es una medicación que otro familiar o amigo le cede, no sabemos si en este caso está correctamente indicado”, avisa el doctor. “También mucha gente utiliza fisioterapia o fármacos que no tienen una evidencia científica en cuanto a su efectividad y esto genera más frustración”, añade.
Por ello, insiste en la necesidad de “consultar al médico de cabecera, al urólogo, para que busquen soluciones”. “Cuando hablamos de disfunción eréctil nos olvidamos de que esto es una enfermedad y lo que hay que hacer es ir al médico y buscar soluciones”, concluye.