En los últimos años, la población ha ido siendo cada vez más consciente de lo peligrosa que puede ser la exposición directa de la piel a los rayos solares. De este modo, es habitual ver hoy en día a muchas personas aplicarse protector solar de manera diaria para mantener cuidada su piel, algo que les ayuda a prevenir tanto un mayor envejecimiento como el cáncer de piel, una enfermedad que mata a más de 1.000 personas al año solo en España.
Sobre la utilidad que pueden tener las cremas solares, estos días ha vuelto a ser muy popular una imagen de una mujer de 92 años que, durante más de cuatro décadas, las utilizó para preservar la piel de su rostro, pero no de su cuello, lo que a la postre acabó por ofrecer un contraste visible a simple vista.
Esta foto sirve también para desmentir una creencia muy extendida. Mucha gente cree que la protección contra los rayos ultravioleta sirve para proteger del envejecimiento, pero esta es una información algo inexacta. Es cierto que los rayos del sol tienen la capacidad de envejecer nuestra piel al dañar las células que la conforman.
Sin embargo, no es que en esto consista el envejecimiento, sino que forma parte de un proceso paralelo: nuestra piel envejece por razones cronológicas -disfunción mitocondrial, senescencia, autofagia alterada-, distintas de lo que se ha llamado ‘fotoenvejecimiento’, algo que explicaría por qué las zonas más expuestas siempre son las que mayor deterioro presentan. Además, el daño a la superficie cutánea puede desembocar en daños en el ADN de las células, algo que con el tiempo puede derivar también en enfermedades como el cáncer de piel.
Vivir hasta 40 años más con salud
La relación entre el envejecimiento y esta afección es algo que se ha venido estudiando recientemente. De hecho, la famosa imagen de la mujer de 92 años apareció por primera vez en un artículo de la Revista de la Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology, escrito por el reconocido dermatólogo estadounidense Christian Posch. Este, además, explicó cómo abordar el deterioro de la piel, natural y acelerado, era quizá la mejor manera de poner freno al notable número de casos de melanomas.
“El envejecimiento es un inductor discreto y potente de cáncer de piel que necesita ser abordado sistemáticamente para mejorar la prevención”, concluye en el artículo. De hecho, considera que centrar los esfuerzos en factores de riesgo para el desarrollo de esta patología podría “reducir la incidencia a tasas sin precedentes”. “La prevención primaria eficaz del cáncer de piel debe centrarse tanto en los factores exógenos como la radiación ultravioleta y la contaminación, como en los factores de riesgo endógenos relacionados con el envejecimiento”.
Así, para Posch, aunque derrotar al envejecimiento resulte poco probable, “¿quién no estaría de acuerdo con vivir entre 20 y 40 años más con salud?”. “Abordar los cambios biológicos del envejecimiento también abordará los requisitos previos de la cancerogénesis”, insiste. Por todo ello, parece que el dermatólogo apoya la idea de utilizar protector solar también en el cuello, de cara a proteger tanto la salud cronológica de la piel como preservar a su ADN de mutaciones malignas.