Una de las creencias más extendidas respecto a las diferencias entre los más jóvenes y los más mayores, es que mientras los primeros se desenvuelven casi de forma innata con los nuevos dispositivos digitales, quienes tienen más edad experimentan una especial dificultad para aprovechar con soltura estas herramientas. Un salto generacional que tiene una explicación, también, muy simple, y es que el mundo, y más en concreto la tecnología, se transforman a un ritmo más rápido que el que el aprendizaje humano puede llegar a tolerar.
Sin embargo, esta creencia muchas veces puede eclipsar otras realidades bien diferentes, como que este proceso se puede producir a la inversa. Y es que muchos jóvenes también han perdido, a su vez, la capacidad para interactuar con su entorno tal y como hacían sus abuelos no hace tanto tiempo. A la falta de habilidades manuales y sociales de las nuevas generaciones, hay que añadir también ciertos conocimientos de los que ahora carecen. Algo que se ha podido evidenciar en un vídeo viral de TikTok donde ha salido a la luz los problemas que estos pueden afrontar en algo tan sencillo como ir a comprar a un mercado.
“Mi mayor miedo como semiadulta: no saber comprar en una carnicería”, ha comentado una joven llamada Isabel en un vídeo que ya lleva casi 14.000 me gusta. Y es que esta chica de Zaragoza pidió en la descripción de su publicación al resto de usuarios de la red social que dijeran si ella era la única que no sabe moverse con naturalidad en contextos como ese. Un llamamiento cuyas respuestas no se hicieron de rogar.
“Compro un cuarto de todo”
“Yo en la pescadería no sabía que el salmón se vendía por pieza entera”, explica una otra persona en uno de los comentarios. “Pedí un salmón pensando que era un kilo, me entregó un salmón entero (64 euros). Como me dio vergüenza no le dije nada y me lo llevé”. Esta es una de las muchas anécdotas que otros jóvenes decidieron compartir. “Me pasó lo mismo y me quedé sin dinero y con salmón para muchos días”, comenta otra persona.
Otros usuarios, en cambio, han preferido ofrecer algún consejo, movidos por la voluntad de ayudar a aquellos que pasan ahora por lo mismo que en su día tuvieron que superar ellos. “¡Haz como yo!”, le recomienda a Isabel otra chica llamada María. “Una vez vi una yaya comprar un cuarto de chorizo, me pareció bien la cantidad y desde entonces compro un cuarto de todo”.
Sin embargo, con esto de las cantidades cuando se va al mercado hay que vigilar no solo de no pasarse, sino de quedarse corto. Y es que, mientras algunos y algunas contaban cómo se habían llevado un salmón entero a su casa, también hubo quien vivió lo contrario. “Una vez pedí 50 gramos de queso. Me fui con mi loncha de queso y callada de la vergüenza”, cuenta una joven. “Podría ser yo perfectamente”, responde Isabel.