Las supersticiones han estado presentes en diversas culturas durante siglos, ejerciendo una influyente y a menudo enigmática fuerza sobre el comportamiento humano. A pesar de carecer de fundamentos racionales evidentes, muchas personas adoptan hábitos irracionales como una forma de buscar un sentido de control y alivio frente a lo desconocido. Este fenómeno no deja de ser intrigante para aquellos que estudian la mente y el comportamiento humano. Jane Risen, profesora de Ciencias del Comportamiento, explicó a Medical News Today que en situaciones supersticiosas, “la detección de errores no implica automáticamente su corrección”, debido al modelo del pensamiento rápido y lento propuesto por Daniel Kahneman.
El impacto de las supersticiones se extiende a distintas áreas de la vida cotidiana y comercial. En el ámbito de los negocios, más del 80% de los rascacielos en todo el mundo omiten el piso número 13, una decisión que refleja el temor colectivo asociado al número. Asimismo, aerolíneas y hoteles optan por evitar el uso del número 13 para evitar malentendidos o inquietudes entre los clientes.
Esta extensa influencia de las supersticiones también se refleja en el ámbito académico. Stuart Vyse, autor de Believing in Magic: The Psychology of Superstition, destaca que “las supersticiones positivas proporcionan un beneficio psicológico que puede mejorar el rendimiento de las habilidades”, como se observó en un estudio donde se mejoraba el desempeño con simples gestos de buena suerte como cruzarse los dedos.
En experiencias personales, las supersticiones llegan a fusionarse con condiciones como el TOC. El medio citado entrevistó a un anónimo que describe comportamientos ritualistas relacionados con pensamientos supersticiosos: “Tengo que elegir el par de calcetines correcto… si no, mi madre morirá”. Esta conexión entre superstición y trastorno obsesivo-compulsivo es compleja, con investigaciones que indican que aunque ambas compartan rituales similares, “utilizan áreas cerebrales diferentes”.
¿De dónde vienen las supersticiones?
El origen de las supersticiones se remonta a épocas antiguas donde ayudarían a nuestros ancestros a desenvolverse en un mundo lleno de incertidumbres. Un artículo del International Journal of Psychology and Behavioral Sciences explicó que han evolucionado para ofrecer una “falsa sensación de control” reduciendo la ansiedad. Este efecto tranquilizador es valioso en situaciones donde las personas sienten que no tienen control sobre su destino. Otra investigación observó que cuando el coste de seguir una superstición es bajo, las personas prefieren no “tentar a la suerte”.
Mientras que las supersticiones proporcionan un consuelo momentáneo o mejoran la autoconfianza, también es importante mencionar que estas prácticas pueden cruzarse con comportamientos compulsivos en individuos diagnosticados con TOC. Este vínculo, aunque discutido, pone de manifiesto la necesidad de un enfoque sensible y competente por parte de los profesionales de la salud al tratar estas condiciones.
Al final, el atractivo duradero de las supersticiones puede estar en su capacidad para reconfortar la mente humana en un mundo lleno de incertidumbres y desafíos. “La vida da bastante miedo a veces”, comenta un lector del medio especializado en medicina, y desde esta perspectiva, incluso las creencias más irracionales pueden tener un lugar importante en el alivio del estrés y la búsqueda de consuelo.