La bacteria Escherichia coli -más conocida como E. coli- ha sido la rsponsable de la infección alimentaria de 49 personas, diez de ellas hospitalizadas y una fallecida, que comieron en algunos locales de McDonald’s de hasta diez estados distintos de Estados Unidos, tal y como han informado desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Todos los afectados habían comido en el McDonald’s antes de ponerse enfermos, y además todos coincidieron en la ingesta de una hamburguesa específica: la Royal Cheese. A pesar de que, sabiendo esto, no se ha localizado qué ingrediente fue el que provocó los problemas de salud de los consumidores, se sabe que en alguno de ellos estaba la bacteria E. coli, detectada en todos los pacientes. Un parásito habitual en este tipo de intoxicaciones que, en muchos casos, no requiere de ningún tratamiento para la mejoría de los enfermos, pero que en ocasiones si produce graves complicaciones.
Una bacteria ‘olímpica’
La Escherichia coli es una bacteria que se aloja en los intestinos tanto de las personas como de los animales sanos. Muchas veces resultan incluso inofensivas, y solo son algunas cepas las que pueden provocar dolores en el abdomen u otros síntomas bien conocidas, como la diarrea, a veces con sangre, y los vómitos. La forma que tiene de llegar a nuestro organismo es a través del consumo de algún alimento contaminado, especialmente en vegetales crudos y carnes, además del agua.
Precisamente en este medio líquido se escuchó mucho hablar de esta misma bacteria durante los Juegos Olímpicos de París de este verano. Fue entonces cuando, en las pruebas de triatlón, varios deportistas cayeron enfermos tras nadar a través del río Sena, afectados por una infección de la bacteria E. coli, pese a que según las autoridades el río se había saneado previamente con la mayor eficacia posible.
Los síntomas más característicos
La Mayo Clinic, una de las instituciones sanitarias con más prestigio en Estados Unidos, establece que la cepa más dañina para los seres humanos es la E. coli O157:H7. Sus síntomas suelen aparecer entre tres y cuatro días después de la exposición, y suelen incluir la diarrea, leve, líquida o grave, los calambres estomacales, el dolor abdominal, las náuseas y los vómitos. “Comunícate con el médico si la diarrea es persistente, intensa o sanguinolenta”, recomiendan.
Los grupos de riesgo son tanto los niños pequeños como las personas mayores, que pueden desarrollar complicaciones más serias. Del mismo modo, también se consideran especialmente vulnerables las personas con sistemas inmunitarios debilitados. Las derivaciones más graves de la infección suelen estar relacionadas con el síndrome urémico hemolítico, una insuficiencia renal que puede incluso resultar mortal.
La razón de que se presente este cuadro clínico es que este tipo de E. coli genera una toxina muy dañina que es liberada en el revestimiento de nuestro intestino delgado. Por ello, se trata de una infección que no requiere de una gran ingesta, sino tan solo una ligera exposición a productos contaminados. Algunos de los más frecuentes serían la carne molida, la leche no pasteurizada, los productos frescos, el agua o el contacto físico de una persona contaminada.