Es 20 de marzo de 1980, Luciano D’Adamo, que trabajaba como empleado en el aeropuerto de Fiumicino (Italia), daba por terminada su jornada laboral y se dirigía a su casa, en Monte Mario, Roma. Allí se cambió y se preparó para salir nuevamente, puede que para salir con sus amigos, tal vez había quedado con una chica, o simplemente estaba sacando al perro. Da igual, porque ese día, al cruzar la calle, su vida cambiaría. Fue atropellado y se despertó al día siguiente en el hospital. Tenía 24 años.
También puedes seguirnos en nuestro canal de WhatsApp y en Facebook
La memoria de Luciano había sido afectada; el accidente no había ocurrido en 1980, sino en 2019, según ha informado Il Mattino. ¿Qué había pasado en la cabeza de Luciano? ¿Cómo afectaría esta noticia a su vida?
En shock: espejito, espejito
Tumbado en la camilla del hospital, una enfermera le pidió un número de teléfono para avisar a algún conocido. La sorpresa fue que la enfermera lo iba a hacer desde un dispositivo muy pequeño. Confuso y desconcertado, Luciano proporcionó el número de casa de su madre. Al poco tiempo, una médico entró en la habitación, “¿Sabes quién eres Luciano?”, le preguntaba la doctora al paciente.
Pero lo que más impactó a D´Adamo fue la presencia de un hombre, de 35 años de edad, que decía ser su hijo. “¿Pero cómo podría un hombre nacido antes que yo ser mi hijo?”, se repetía Luciano. Y es que cuando Luciano volvió a abrir los ojos en aquella camilla de hospital estaba convencido de que era un chico de 24 años, comprometido con una chica de 19 y con una boda a la vuelta de la esquina.
Solo cuando decidió mirarse en el espejo se dio cuenta de la verdad. Frente a él había un hombre con el pelo canoso y rostro marcado por el paso del tiempo, concretamente, de 63 años.
39 años en la oscuridad
El accidente con el coche había ocurrido en 2019, pero no en Monte Mario, donde vivía con su madre, sino en Via delle Fornaci. Un golpe en la cabeza acabó con 39 años de recuerdos, aprendizaje, momentos que alguna vez se pensaron imborrables. Luciano no solo no recordaba nada, ni acontecimientos históricos como el 11 de septiembre, sino que tampoco reconoció a su esposa, aquella joven de 19 años con la que efectivamente se había casado. Ignoraba la creación de Internet, la aparición de los teléfonos móviles...
“Aún recuerdo el asombro de viajar en un coche que mostraba el mapa de Roma en una pantalla, mientras una voz me decía a donde debía girar”, ha confesado Luciano. Todos los intento por intentar recordar algo parecían inútiles. Familiares y amigos traían fotografías juntos, de bodas, fiestas, viajes, cumpleaños... pero nada era capaz de encender el hipocampo (la parte del cerebro donde se encuentra la memoria).
Aún queda esperanza
Nadie bajó los brazos para intentar ayudar a recordar a Luciano la estupenda vida que había vivido. Una foto, la de la etiqueta del nombre en la cuna de su primer nieto Matteo, pareció alumbrar el hipocampo como un rayo de luz se cuela entre las nubes de tormenta.
D´Adamo aceptó obligado la nueva vida en un mundo desconocido que tenía que volver a vivir. Ya no era joven, no podía correr como un niño, pero tocaba aprender a vivir la vida adulta, aprovechar la segunda oportunidad de volver a conocer a todas esas personas que quiere y que le quieren: esposa, hijos, amigos...
El responsable del accidente se dio a la fuga, nunca fue encontrado, dejando sin compensación a D´Amato y su familia por los daños sufridos. Ahora, Luciano trabaja como personal de mantenimiento en un colegio. Con ayudas de psicólogos ha conseguido reconstruir paso a paso la relación con su esposa.
Su familia intenta restar importancia a aquel fatídico suceso, e incluso se atreven con las bromas. Por ejemplo, su hijo una vez le preguntó: “Papá, ¿recuerdas que todavía me debes cinco mil euros?” A lo que su padre le contestó: “¿Qué son los euros?”.