Con solo 6 meses le dijeron a sus padres que no viviría más de un año: hoy está casado, es padre y profesor de fisioterapia

Pese a las varias enfermedades que sufre Pablo Delgado, asegura que tiene “mucho más por lo que dar las gracias” que motivos para quejarse

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Una intervención quirúrgica (Shutterstock)
Una intervención quirúrgica (Shutterstock)

Tras 35 operaciones, tres trasplantes, la amputación de una pierna y tres años en diálisis, Pablo Delgado de la Serna asegura que tiene más cosas por las que dar gracias a la vida que por las que quejarse. La estoica actitud de este hombre de 47 años es, para muchos, un ejemplo de filosofía de vida y de lucha.

Los problemas de salud de Pablo comenzaron cuando apenas tenía 6 meses. “Mi padre era médico y vino de trabajar y dijo mi madre “José Ignacio, mira que gracioso el bebé, que se ha bebido un biberón de agua. Con 6 meses los niños no beben agua, entonces a mi padre no le gustó que yo bebiera agua”, explica en el programa La Linterna para COPE.

Su padre le llevó entonces al pediatra, amigo de la familia, y el pronóstico no fue nada esperanzador. “Después de hacerme pruebas le dijo “José Ignacio, el niño no llega al ángel, no lo machaques a pruebas y a cosas”, cuenta. Sin embargo, sus padres no se rindieron y acudieron a numerosos especialistas que pudieran ayudar a su hijo, y así fue.

Ahora, más de cuatro décadas después, Pablo es profesor de fisioterapia. “Yo intento no ser profesor, porque tengo la teoría que profesor puede ser cualquiera. Yo intento ser maestro de mis alumnos, y entonces les cuento muchas anécdotas de mi enfermedad. Les hablo de la muerte porque nadie habla de la muerte en esta vida y está ahí, es lo único que tenemos todos en común, que nos vamos a morir. Y entonces, además de enseñar los contenidos, pues intento que vean que la vida es una pasada”, explica.

Aunque la enfermedad sigue marcando su vida, este hombre cuenta a los micrófonos de la COPE haber aprendido que la mejor forma de afrontar la vida es aceptándola: “Si nos pasamos la vida pensando en lo que no tenemos y lo que no podemos hacer, es una amargura y, si aprendemos a amar lo que nos toca y lo que podemos, pues la vida puede ser ‘cómoda’. Yo llevo un mes tumbado en una cama y leo 5 o 6 horas por la mañana, escucho la radio por la tarde, tengo alguna visita y se me pasan los días volando, porque he aceptado lo que me toca y lo que tengo”.

“Tengo mucho por lo que dar gracias”

“Yo todos los días cuando me meto en la cama busco cosas positivas y es que tengo mucho más por lo que dar gracias que quejarme y en parte es actitud. Muchas veces no es como viene la vida, sino cómo la afrontamos”, sentencia Pablo, quien ha aprendido a “disfrutar cada minuto como si fuera el último”.

Gran parte de esa actitud por las que este hombre da las gracias lo atribuye a su familia: su mujer, Sara, y su hija Amelia, de cinco años. Los dos pilares de su vida le acompañan incondicionalmente en este viaje y cuenta en el programa de su radio que son su fortaleza: “Yo siempre digo que Sara es el mayor regalo que me podía haber tocado en la vida, porque ha elegido la enfermedad. A mí me ha tocado ser enfermo, no puedo evitarlo y a Amelia le ha tocado un padre enfermo, no puede evitarlo. Pero Sara se ha puesto esa mochila y la elige cada día y la elige con amor, con ilusión, con entrega absoluta, con absoluto desinterés y eso es una pasada”.

Un ataque de risa en el peor día de su vida

En todo su historial, Pablo tiene claro cuál ha sido el peor día de su vida y lo recuerda para La Linterna: el 2 de febrero de 2021, cuando sufrió la amputación de su pierna a raíz de un nuevo brote de COVID. Durante varios días, permaneció totalmente incomunicado y no pudo recibir ninguna visita en toda la semana.

“Esa misma noche estábamos hablando Sara, Amelia y yo, estábamos haciendo una videollamada y se le ocurrió decirme a Sara “¿qué tal estás?” Y dije, “a pierna suelta”. Bueno, nos entró un ataque de risa tremendo, hice un pantallazo y el peor día de mi vida me acosté con el recuerdo de la sonrisa de mi mujer y de mi hija y mía”, concluye.

A Rut Carpintero, de 43 años, le amputaron las cuatro extremidades en 2023.
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